Magestad y los europeos; pero anadire otra que a mi ver es el principal
fundamento de este sangriento suceso. Hacian 10 anos, que se
esperimentaba un total atraso en las labores de minas; de modo que en la
actualidad no habia una sola que llevase formal trabajo, ni pudiese
rendir a su dueno lo necesario para su conservacion y giro, siendo lo
unico que sostenia el vecindario: cuya total decadencia puso a sus
mineros en tan lamentable constitucion, que los que se contaban por
principales, y en otros tiempos poseian agigantados caudales, como eran
los Rodriguez, Herrera, Galleguillos y otros, se hallaban en un estado
de inopia, descubiertos en muchos miles, asi al Rey, como con otros
particulares, sin poderlos pagar, ni seguir el trabajo de sus labores,
por falta de medios. Los europeos, que eran los unicos habilitadores, ya
no querian suplirles cantidad alguna, y desesperados por no hallar
remedio para socorrerse, y chancelar sus deudas, maquinaron esta
rebelion, que se hara dudosa a los tiempos venideros, por el conjunto de
muertes, robos, sacrilegios, profanaciones y demas crueldades que se
egecutaron.
Obligados los milicianos, de las muchas suplicas y persuasiones que se
emplearon por varios sugetos, entraron en el cuartel, despues de la
oracion del citado dia 10 de Febrero, no para permanecer en el como
otras noches, sino solo para enganar a sus capitanes con aquella
aparente obediencia, y con la mira de que se les diese el prest que se
les tenia asignado. Mientras se les pagaba, se oyeron por las calles y
plazas, muchas voces y alaridos de muchachos y demas chusma, quienes
despidiendo piedras con las hondas, pusieron al pueblo en bastante
consternacion. A este tiempo tocaron entredicho con la campana de la
matriz, segun se habia prevenido, para que todos se juntasen al puesto
senalado. Practicaronlo asi, pero sin poder averiguar quien hubiese
tocado, ni con que orden, lo que obligo al corregidor mandase apostar
una compania en cada esquina de la plaza, por si hubiese algun inopinado
asalto. Cuando se estaban tomando estas y otras disposiciones para
precaverse, se oyo el sonido de diferentes cornetas, que de uno a otro
o estremo se correspondian, para confirmar la entrada de los indios; por
lo que se dispuso que algunos saliesen para hacer un reconocimiento,
quienes volvieron con la noticia, de que no habia nadie en aquellas
inmediaciones, y averiguado el caso, se hallo que los que tocaban las
cornetas, eran dos negros de D. Jacinto Rodriguez, D. Nicolas de
Herrera, e Isidoro Quevedo, para que reunidos con esta novedad los
europeos, les fuese mas facil conseguir su desesperado intento.
Asegurados estos, que nada habia que recelar de parte de los indios, se
tranquilizaron algo, y entraron a cenar juntos en casa de Endeiza. Pero
al primer plato que se puso en la mesa, entro D. Jose Cayetano de Casas,
derramando mucha sangre, de una peligrosa estocada, que le habian dado
los criollos, por haber resistido que entrasen por la esquina de la
matriz, que estaba guardando con su compania, y al tiempo que referia su
desgracia y aseguraba era cierta la conjuracion de los criollos contra
ellos, oyeron que despedian desde la plaza millares de piedras hacia la
casa y balcones, y determinados a defenderse hasta el ultimo estremo,
tomaron las armas de fuego que tenian, para dispararlas contra los
amotinados, y resistir su insulto: pero detuvolos el mismo dueno, D.
Jose de Endeiza, sugeto de vida ejemplar, quien conociendo era
inevitable la muerte de todos, les hizo el siguiente razonamiento, lleno
del celo cristiano que le animaba. "Ea, amigos y companeros, no hay
remedio, todos morimos, pues se ha verificado ser la sedicion contra
nosotros: no tenemos mas delito que el ser europeos, y haber juntado
nuestros caudales, para asegurarlos, a vista de los criollos. Cumplase
en todo la voluntad de Dios, no nos falte la confianza de su
misericordia, y en ella esperemos el perdon de nuestras culpas: y pues