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El estado de la
inseguridad alimentaria en el mundo
2004
Seguimiento de los avances
en la consecución de los objetivos
de la Cumbre Mundial sobre la Alimentación
y de los Objetivos de desarrollo del Milenio
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Agradecimientos
La sexta edición de
El Estado de la
inseguridad alimentaria en el mundo
(SOFI) es fruto de una iniciativa conjunta
dentro de la FAO, dirigida por el
Departamento Económico y Social (ES).
La dirección general de esta publicación
estuvo a cargo de Hartwig de Haen,
Subdirector General del Departamento
Económico y Social, que contó con la
asistencia de Kostas Stamoulis, Jefe
del Servicio del Sector Agrícola en el
Desarrollo Económico, quien actuó como
Presidente del equipo técnico base.
Andrew Marx, de KnowledgeView Ltd.,
prestó una valiosa asistencia conceptual
y editorial.
Otros miembros del equipo técnico
base del Departamento Económico
y Social fueron: Jelle Bruinsma,
de la Dependencia de Estudios de
Perspectivas Mundiales; Randy Stringer,
de la Dirección de Economía Agrícola
y del Desarrollo; Ali Arslan Gurkan,
de la Dirección de Productos Básicos
y Comercio; Prakash Shetty, de la
Dirección de Alimentación y Nutrición;
y Jorge Mernies, de la Dirección de
Estadística.
Los siguientes miembros del personal
de la FAO aportaron contribuciones
técnicas: Josef Schmidhuber, de
la Dependencia de Estudios de
Perspectivas Mundiales (ES); Jennifer
Nyberg, de la Ofi cina del Subdirector
General (ES); Cinzia Cerri, Haluk
Kasnakoglu, Seevalingum Ramasawmy
y Ricardo Sibrian, de la Dirección de
Estadística (ES); Luca Alinovi, Sumiter
Broca, Gero Carletto, Benjamin Davis,
Margarita Flores, Amdetsion Gebre-
Michael, Guenter Hemrich, Naoki Horii,
Madelon Meijer y Prabhu Pingali, de
la Dirección de Economía Agrícola y
del Desarrollo (ES); Terri Ballard, Gina
Kennedy y Guy Nantel, de la Dirección
de Nutrición (ES); Maarten Immink y
Jenny Riches, de la Dependencia de
Coordinación del SICIAV (ES); Concepción
Calpe y Henri Josserand, de la Dirección
de Productos Básicos y Comercio (ES);
Lavinia Gasperini y Ester Zulberti, de la
Dirección de Investigación, Extensión y
Capacitación (SD); y Andrew MacMillan,
de la Dirección de Operaciones de
Campo (TC).
Las principales estimaciones sobre el
consumo de alimentos y la subnutrición
utilizadas en el SOFI, 2004 fueron
elaboradas, respectivamente, por la
Subdirección de Datos Básicos y por el
Servicio de Análisis Estadístico de la
Dirección de Estadística de la FAO.
La FAO agradece especialmente la
ayuda prestada por el equipo de Banson,
Cambridge (Reino Unido), en materia
de diseño, formato de presentación y
edición, así como en la preparación del
material gráfi co.
El Grupo de la producción y diseño
editorial de la Dirección de Información
(GI) se encargó de los servicios de
edición en los distintos idiomas, del
control de la calidad editorial y de la
autoedición. El Grupo de Traducción
de la Dirección de Asuntos de la
Conferencia y el Consejo y de Protocolo
(GI) se ocupó del trabajo de traducción.
Publicado en 2004 por la Organización de las Naciones Unidas
para la Agricultura y la Alimentación
Viale delle Terme di Caracalla, 00100 Roma, Italia
Las denominaciones empleadas en este producto informativo y
la forma en que aparecen presentados los datos que contiene
no implican, de parte de la Organización de las Naciones Unidas
para la Agricultura y la Alimentación, juicio alguno sobre la
condición jurídica o nivel de desarrollo de países, territorios,
ciudades o zonas, o de sus autoridades, ni respecto de la
delimitación de sus fronteras o límites. La mención u omisión
de empresas específi cas, de sus productos o marcas, tampoco
implica respaldo o juicio algunos por parte de la Organización de
las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación.
Todos los derechos reservados. Se autoriza la reproducción y
difusión del material contenido en este producto informativo
para fi nes educativos u otros fi nes no comerciales sin previa
autorización escrita de los titulares de los derechos de autor,
siempre que se especifi que claramente la fuente. Se prohíbe
la reproducción del material contenido en este producto
informativo para reventa u otros fi nes comerciales sin previa
autorización escrita de los titulares de los derechos de autor.
Las peticiones para obtener tal autorización deberán dirigirse al
Jefe del Servicio de Gestión de las Publicaciones de la Dirección
de Información de la FAO, Viale delle Terme di Caracalla,
00100 Roma, Italia o por correo electrónico a copyright@fao.org.
© FAO 2004
ISBN 92-5-305178-7
Impreso en Italia
Fotografías
Igual que en la portada (de izquierda a derecha): Thi ha Thein
Nyan/PNUMA/Topham; Claudio Marcozzi/ PNUMA /Topham;
Felix O Granmakou/ PNUMA /Topham.
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El estado de la
inseguridad alimentaria en el mundo
2004
Seguimiento de los avances
en la consecución de los objetivos
de la Cumbre Mundial sobre la Alimentación
y de los Objetivos de desarrollo del Milenio
El estado de la inseguridad alimentaria en el mundo 2004
2
E
l estado de la inseguridad alimen-
taria en el mundo, 2004
da cuen-
ta de los progresos y reveses en
los esfuerzos para alcanzar el objetivo
fijado por la Cumbre Mundial sobre la
Alimentación (CMA) en 1996, consistente
en reducir a la mitad el número de per-
sonas crónicamente hambrientas en el
mundo para el año 2015.
La primera sección del informe,
La
subnutrición en el mundo
, presenta las
estimaciones más recientes del número
de personas subnutridas, junto con los
cálculos preliminares de la pesada carga
económica que el hambre y la malnu-
trición imponen.
La
Presentación especial
de este
año se centra principalmente en las
repercusiones del rápido crecimiento
de las ciudades y de los ingresos de los
países en desarrollo en el hambre y la
seguridad alimentaria.
La sección
Hacia el logro de los com-
promisos de la Cumbre
ofrece ejemplos
de cuestiones y medidas fundamenta-
les para poder cumplir los compromisos
establecidos en el Plan de Acción de la
CMA y los correspondientes Objetivos
de Desarrollo del Milenio.
En los cuadros figuran indicadores
detallados sobre el estado actual y los
avances de los países en desarrollo y de
los países en transición.
Sistemas de información y cartografía sobre la inseguridad alimentaria y la vulnerabilidad (SICIAV)
Parece mentira que ya haya pasado un año desde que me senté a
escribir la introducción de
El estado de la inseguridad alimentaria en
el mundo 2003
. El tiempo pasa muy rápido para muchos de nosotros;
pero para cientos de millones de personas hambrientas, que deben
preocuparse de cómo obtener su siguiente ración de comida, éste
ha sido otro largo y doloroso año. En la presente edición vemos que
el número de personas hambrientas sigue siendo intolerablemente
alto; los avances en la consecución de nuestros objetivos, irrazona-
blemente lentos; y el coste en vidas destruidas y recursos desapro-
vechados, incalculablemente grande. Tal vez hayamos cambiado la
vida de los niños y adultos a los que hemos podido ayudar; pero la
de tantos otros continúa plagada de hambre y pobreza.
En el informe del año pasado, mencioné la evaluación externa del
Grupo de Trabajo Interinstitucional sobre los SICIAV (GTI- SICIAV), que
se estaba llevando a cabo en aquel momento. En la evaluación no
se anduvieron con contemplaciones. Aunque se señalaron algunas
iniciativas y resultados muy positivos, se concluyó que los SICIAV no
habían logrado estar a la altura de su verdadero potencial. A raíz de
ello, nuestros miembros se comprometieron a buscar nuevas formas
de cooperación, a fin de dar respuesta a una necesidad que hoy es aún
más urgente que cuando se crearon los SICIAV. En nuestra reunión
anual, en abril de 2004, acordamos una nueva estructura organizativa.
En la actualidad, estamos definiendo nuestro plan de trabajo para el
futuro y, en concreto, estamos determinando cuáles son las esferas
de actividad prioritarias para los dos próximos años.
Nuestro objetivo sigue siendo el mismo: ayudar a los países a
establecer sistemas de información sobre la inseguridad alimentaria
de calidad, que les proporcionen la información oportuna necesa-
ria, tanto para la formulación de políticas y programas eficaces,
como para el seguimiento de los avances en la consecución de los
objetivos locales, nacionales y mundiales. Debemos ir más allá, y
no limitarnos a cambiar la vida de unas pocas personas hambrien-
tas, sino del mundo entero: crear un mundo en el que el azote del
hambre haya sido confinado a los anales del pasado.
Lynn R. Brown (Banco Mundial)
Presidente, GTI-SICIAV
Miembros del GTI-SICIAV
Organismos de ayuda bilateral y organismos técnicos
Organismo Australiano de Desarrollo Internacional (OADI)
Organismo Canadiense de Desarrollo Internacional (CIDA)
Oficina de Cooperación EuropeAid (EuropeAid)
Sociedad Alemana de Cooperación Técnica (GTZ)
Departamento para el Desarrollo Internacional (DFID) (Reino Unido)
Agencia de los Estados Unidos para el Desarrollo Internacional (USAID)
Departamento de Agricultura de los Estados Unidos (USDA)
Organismos de las Naciones Unidas e instituciones de Bretton Woods
Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura
y la Alimentación (FAO)
Fondo Internacional de Desarrollo Agrícola (FIDA)
Organización Internacional del Trabajo (OIT)
Departamento de Asuntos Económicos y Sociales de las Naciones
Unidas (DAES)
Oficina de Coordinación de Asuntos Humanitarios (OCAH)
Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD)
Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA)
Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF)
Fondo de Población de las Naciones Unidas (FNUAP)
Banco Mundial
Programa mundial de alimentos (PMA)
Organización Mundial de la Salud (OMS)
Organización Meteorológica Mundial (OMM)
Comité Permanente de Nutrición del Sistema de las Naciones
Unidas (SCN)
Organizaciones de investigación agrícola internacional
Grupo Consultivo sobre Investigación Agrícola Internacional (GCIAI)
Instituto Internacional de Investigaciones sobre Políticas
Alimentarias (IIPA)
Servicio Internacional para la Investigación Agrícola Nacional (ISNAR)
Centro Internacional de Agricultura Tropical (CIAT)
Organizaciones internacionales no gubernamentales
Helen Keller International (HKI)
Fundación Rockefeller
Save the Children Fund del Reino Unido (SCFUK)
Instituto Mundial sobre Recursos (WRI)
Organizaciones regionales
Comunidad para el Desarrollo del África Meridional (SADC)
Comité Permanente Interestatal para la Lucha contra la Sequía
en el Sahel (CILSS)
Sobre el presente informe
El estado de la inseguridad alimentaria en el mundo 2004
3
Índice
4 Prólogo
En pos del objetivo de la Cumbre Mundial sobre la Alimentación:
hacer frente a los abrumadores costes del hambre
6 La subnutrición en el mundo
6 Cuantifi cación de las personas hambrientas: estimaciones
más recientes
8 El coste humano del hambre: millones de vidas destruidas por
la muerte y las minusvalías
11 El coste económico del hambre: miles de millones en pérdidas
de productividad, ingresos y consumo
14 Calcular el hambre: mejorar las estimaciones para poder fi jar
más efi cazmente los objetivos de las intervenciones
16 Las zonas más gravemente afectadas por el hambre
18 Presentación especial
18 La globalización, la urbanización y la evolución de los sistemas
alimentarios en los países en desarrollo
20 Las repercusiones de los cambios de los sistemas alimentarios
en los pequeños agricultores de los países en desarrollo
22 El nuevo perfi l del hambre y de la malnutrición
24 Hacia el logro de los compromisos de la Cumbre
24 Medidas para luchar contra el hambre
26 Incluir la capacidad de adaptación de los sistemas alimentarios
y las comunidades en la respuesta a las crisis prolongadas
28 Educación para la población rural y seguridad alimentaria
30 El arroz y la seguridad alimentaria
32 El camino que queda por recorrer: aumentar las intervenciones
para reducir el hambre
34 Cuadros
40 Fuentes
El estado de la inseguridad alimentaria en el mundo 2004
4
Prólogo
En pos del objetivo de la Cumbre Mundial
sobre la Alimentación: hacer frente a los abrumadores
costes del hambre
A
l aproximarnos al examen a mitad
de período de los progresos rea-
lizados en la consecución del
objetivo de la Cumbre Mundial sobre la
Alimentación (CMA), el último informe de
la FAO sobre el estado de la inseguridad
alimentaria en el mundo pone de relieve
tres hechos irrefutables y tres conclusio-
nes evidentes:
Hecho número uno: hasta la fecha,
los esfuerzos para reducir el hambre
crónica en el mundo en desarrollo han
estado muy lejos de alcanzar el ritmo ne-
cesario para reducir a la mitad el número
de personas que padecen hambre hacia
el año 2015 (véase gráfico). Debemos
hacerlo mejor.
Hecho número dos: a pesar de los lentos
y vacilantes progresos obtenidos a escala
mundial, numerosos países en todas las
regiones del mundo en desarrollo han
demostrado que el éxito es posible. Más
de 30 países, que engloban una población
total de más de 2 200 millones de perso-
nas, han logrado reducir la prevalencia
de la subnutrición en un 25 por ciento y
han realizado importantes avances para
reducir a la mitad el número de personas
que padecen hambre hacia el año 2015.
Podemos hacerlo mejor.
Hecho número tres: los costes de no
tomar medidas inmediatas y enérgicas
para reducir el hambre, calculados en
tasas comparables en todo el mundo, son
escalofriantes. Éste es el mensaje central
que desearía transmitir a los lectores del
presente informe.
Cada año en que el hambre se man-
tiene en los niveles actuales comporta
un coste cifrado en más de 5 millones
de fallecimientos infantiles y en miles
de millones de dólares en pérdidas de
productividad y de ingresos en los países
en desarrollo. Los costes de las interven-
ciones que podrían reducir considerable-
mente el hambre resultan, en compara-
ción, irrisorios. No podemos permitirnos
no hacerlo mejor.
DEBEMOS hacerlo mejor
De acuerdo con las estimaciones más
recientes de la FAO, el número de
personas que padecen hambre en el
mundo en desarrollo sólo se ha reducido
en 9 millones desde el período base de
la CMA, a pesar de los compromisos ad-
quiridos en aquella ocasión. Sin embargo,
lo que resulta aún más alarmante es que,
de hecho, ese número ha aumentado en
los cinco últimos años de los que tenemos
datos. En tres de las cuatro regiones en
desarrollo, el número de personas
subnutridas en el período 2000–2002 se
ha incrementado con respecto al período
1995–1997. Tan sólo la región de América
Latina y el Caribe registró un leve descenso
en dichas cifras.
PODEMOS hacerlo mejor
Más de 30 países, que comprenden casi
la mitad de la población del mundo en
desarrollo, no sólo han ofrecido pruebas
de que un rápido progreso es posible, sino
también lecciones de cómo lograrlo.
Ese grupo de países de éxito llama la
atención por varios motivos. Para empe-
zar, cada región en desarrollo está repre-
sentada en él, y no únicamente aquellas
cuyo rápido crecimiento económico ha sido
ampliamente pregonado. Asia contabiliza
el mayor descenso, con diferencia, en el
número de personas que padecen hambre,
pero la región del África subsahariana os-
tenta el mayor número de países que han
logrado reducir la prevalencia del ham-
bre en un 25 por ciento o más, aunque a
menudo lo han hecho partiendo de unos
altísimos niveles iniciales.
Entre los países africanos figuran varios
que nos han enseñado otra lección funda-
mental: las guerras y los conflictos civiles
deben ser considerados como las princi-
pales causas no sólo de las emergencias
alimentarias a corto plazo, sino también del
hambre crónica generalizada. Diversos paí-
ses que han dejado atrás recientemente el
horror de los conflictos armados se sitúan
en un lugar destacado entre aquellos que
han registrado progresos estables desde la
CMA y entre los que han obtenido rápidos
logros en los últimos cinco años.
Muchos de los países que han realiza-
do rápidos progresos en la reducción del
hambre tienen algo más en común: un cre-
cimiento agrícola notablemente superior a
la media. En el grupo de más de 30 países
que se encuentran en la senda correcta
para alcanzar el objetivo de la CMA, el PIB
agrícola aumentó a un ritmo medio anual
del 3,2 por ciento, casi un punto porcen-
tual entero por encima del conjunto de los
países en desarrollo.
Algunos de esos países también han
marcado la pauta en la aplicación de una
estrategia de doble vía para combatir el
hambre (mediante el refuerzo de las redes
de seguridad social a fin de suministrar
alimentos a aquellos que más lo necesitan,
por un lado, y atacando al mismo tiempo
las causas fundamentales del hambre
con iniciativas destinadas a estimular la
producción de alimentos, aumentar la
capacidad laboral y reducir la pobreza,
por el otro).
En algunos casos, tal como ha quedado
demostrado en el Programa Hambre Cero
de Brasil con la compra de alimentos a
pequeños y medianos agricultores para los
programas de almuerzos escolares y otras
redes de seguridad alimentaria, las dos
vías pueden unirse en un virtuoso círculo
que conlleva una mejora de las dietas, un
aumento de la disponibilidad de alimentos,
un incremento de los ingresos y una mejora
de la seguridad alimentaria.
No podemos permitirnos no hacerlo
mejor
Desde un punto de vista moral, el simple
hecho de señalar que un niño está muriendo
cada cinco segundos debido al hambre y la
malnutrición debería bastar para probar
que no podemos permitir que continúe el
flagelo del hambre. Punto final.
El estado de la inseguridad alimentaria en el mundo 2004
5
Desde un punto de vista económico, este
asunto es más complejo, pero no menos
convincente. Cada niño que sufre un
retraso en su desarrollo físico o cognitivo
debido al hambre y la malnutrición corre
el riesgo de perder entre el 5 y el 10 por
ciento de sus ingresos a lo largo de toda su
vida. A escala mundial, cada año en que el
hambre se mantiene en los niveles actuales
está causando muertes y minusvalías que
supondrán un coste para la productividad
futura de los países en desarrollo, de un
valor actual neto igual o superior a los
500 000 millones de dólares.
Esta aplastante carga económica recae
en aquellos que peor pueden sobrellevar-
la, en aquellos que luchan por sobrevivir
a duras penas con menos de un dólar al
día y en aquellos países cuyos esfuerzos
económicos y de desarrollo se ven frenados
o ralentizados por la falta de productividad
y de recursos.
Los estudios producidos por la
Academy
for Educational Development
(Academia
para el Desarrollo Educativo) citados en el
presente informe sugieren que 15 países
en África y América Latina podrían reducir
a la mitad la malnutrición proteico-calórica
de aquí al año 2015 a un coste de tan solo
25 millones de dólares EE.UU. al año. En
un período de diez años, dicha inversión
sufragaría intervenciones selectivas que
podrían salvar las vidas de casi 900 000
niños y cosecharía beneficios a largo
plazo en términos de productividad que
equivaldrían a más de 1 000 millones de
dólares EE.UU.
Las propias estimaciones de la FAO
sobre los costes y beneficios de las inter-
venciones destinadas a acelerar los pro-
gresos hacia la consecución del objetivo
de la CMA sugieren que 24 000 millones
de dólares EE.UU. al año en inversiones
públicas, junto con inversiones privadas
adicionales, producirían un aumento del
PIB anual que ascendería a 120 000 mi-
llones de dólares EE.UU., gracias a una
población más saludable y longeva.
Hablando claro, la cuestión no es si po-
demos permitirnos adoptar las medidas
urgentes e inmediatas necesarias para
lograr y superar el objetivo de la CMA.
La cuestión es si podemos permitirnos
no hacerlo. Y la respuesta es un rotundo
y categórico no.
El hambre no puede esperar, …ni tam-
poco el resto de la sociedad.
Jacques Diouf
Director General de la FAO
Número de personas subnutridas en el mundo en desarrollo:
niveles observados y proyectados, en comparación con el objetivo establecido
en la Cumbre Mundial sobre la Alimentación
Fuente: FAO
En millones
1965 1970 1975 1980 1985 1990 1995 2000 2005 2010 2015 2020
1 000
900
800
700
600
500
400
300
Niveles de oscilación en torno
a las estimaciones puntuales presentadas
en la CMA
Niveles de oscilación para el año de la CMA
(1996)
Objetivo de la CMA
Estimaciones puntuales preparadas en 2004
1 000
900
800
700
600
500
400
300
Fuente: FAO
Costes (aumento Benefi cios
de las inversiones (aumento del PIB)
públicas)
Balance de los costes y benefi cios
de los progresos
2 000
1 500
1 000
500
0
En miles de millones
$ EE.UU.
Costes y benefi cios estimados del aumento de
inversiones públicas necesarias para acelerar
la reducción del hambre y lograr el objetivo de
la CMA, 2002–2015
En millones
Fuente: FAO
1980 1990 2000 2010 2020
Perfi l de los progresos
500
450
400
350
300
250
200
150
100
50
0
En millones
Número de personas subnutridas en más
de 30 países que han logrado importantes
progresos en la consecución del objetivo
de la CMA
Niveles de oscilación en torno a las
estimaciones para el período de referencia
de la CMA
Niveles de oscilación en torno al 50%
de reducción con respecto al período de
referencia de la CMA
Estimaciones puntuales
Valores conformes
al objetivo de la CMA
El estado de la inseguridad alimentaria en el mundo 2004
6
La subnutrición en el mundo
L
a FAO estima que 852 millones de
personas en el mundo padecieron
subnutrición en el período 2000–
2002. Esta cifra comprende 815 millones
en los países en desarrollo, 28 millones
en los países en transición y 9 millones
en los países industrializados.
El número de personas subnutridas en
los países en desarrollo se redujo tan sólo
en 9 millones durante el decenio posterior al
período de referencia (1990–1992) fijado por
la Cumbre Mundial sobre la Alimentación.
Durante la segunda mitad de dicho dece-
nio, el número de personas crónicamente
hambrientas en los países en desarrollo
aumentó a un ritmo de casi 4 millones al
año, lo que borró de un plumazo dos ter-
cios de la reducción de 27 millones lograda
durante los cinco años anteriores.
Los retrocesos experimentados en la
segunda mitad del decenio fueron debi-
dos en gran parte a los cambios en China
y la India. China registró impresionantes
avances durante la primera mitad del de-
cenio y logró reducir en casi 50 millones el
número de personas subnutridas. Durante
ese mismo período, la India recortó en 13
millones el número de su población sub-
nutrida. Los logros en ambos países re-
dujeron los totales mundiales, a pesar de
que el número de personas subnutridas en
el resto de países en desarrollo aumentó
en 34 millones. Sin embargo, durante la
segunda mitad del decenio, los avances se
ralentizaron en China, donde el número de
personas subnutridas tan sólo se redujo
en 4 millones, y en la India aumentó en
18 millones.
No obstante, no todas las noticias son
malas. De la misma forma que los progre-
sos en China y la India compensaron los re-
veses sufridos en el resto de países durante
la primera mitad del decenio, la ralenti-
zación experimentada en los dos gigantes
asiáticos ocultó las notables mejoras de
algunas tendencias en el resto del mundo
en desarrollo. Después de aumentar verti-
ginosamente a un ritmo de casi 7 millones
al año, el número de personas subnutridas
en el conjunto de los países en desarrollo,
exceptuando China y la India, se mantuvo
estable en términos generales durante la
segunda mitad del decenio. Además, la
proporción de personas subnutridas bajó
del 20 al 18 por ciento.
Cabe señalar, de modo alentador, que el
cambio más marcado en las tendencias se
produjo en el África subsahariana. Entre los
períodos 1995–1997 y 2000–2002, el ritmo
de crecimiento del número de personas
subnutridas se ralentizó de 5 millones a
1 millón al año. Además, la proporción de
personas subnutridas en la región cayó del
36 por ciento (cifra que planeaba desde el
período 1990-1992) al 33 por ciento.
Cuantificación de las personas hambrientas:
estimaciones más recientes
México
Kuwait
Argelia
Indonesia
Myanmar
Gabón
Mauricio
Marruecos
Jordania
Brasil
Nigeria
Jamaica
Guyana
Mauritania
China
El Salvador
Suriname
Trinidad y Tabago
Lesotho
Colombia
Perú
Ghana
Paraguay
Côte d’Ivoire
Benin
Nepal
Venezuela
Viet Nam
Uganda
Swazilandia
Burkina Faso
Túnez
Jamahiriya Árabe Libia
Rep. de Corea
Argentina
Emiratos Árabes Unidos
Malasia
Cuba
Líbano
Turquía
Costa Rica
Chile
Ecuador
Uruguay
Irán, Rep. Islámica del
Arabia Saudita
Egipto
Rep. Árabe Siria
2,5–4%
de personas subnutridas
5–19%
de personas subnutridas
Proporción de personas subnutridas en los países en desarrollo durante 1990–1992 y 2000–2002
El gráfi co no muestra cuatro países, de los que no se dispone datos sufi cientes
para los años 2000–2002: el Afganistán, el Iraq, Papua Nueva Guinea y Somalia
< 2,5% de personas
subnutridas
80
60
40
20
0
%
Subnutrición en los países en transición
El número de personas subnutridas en los
países en transición ha aumentado de 23 a
28 millones desde la disolución de la antigua
Unión Soviética, Checoslovaquia y Yugoslavia
en 1991–1993. Gran parte de ese aumento y la
mayoría de la población subnutrida se encuen-
tran en los países de la Comunidad de Estados
Independientes (CEI), donde la proporción ha
pasado del 7 al 9 por ciento.
1993–1995
2000–2002
CEI
Estados
Bálticos
Europa
oriental
0 2 4 6 8 10
% de personas subnutridas
Fuente: FAO
El estado de la inseguridad alimentaria en el mundo 2004
7
Rep. Pop. Dem. de Corea
Yemen
Rwanda
Madagascar
Congo
Angola
Rep. Centroafricana
Rep. Unida de Tanzanía
Zimbabwe
Liberia
Haití
Etiopía*
Mozambique
Zambia
Sierra Leona
Burundi
Rep. Dem. del Congo
Eritrea*
Tailandia
Pakistán
India
Bolivia
Rep. Dem. Popular Lao
Filipinas
Sri Lanka
Namibia
Honduras
Guatemala
Senegal
Rep. Dominicana
Panamá
Camerún
Guinea
Togo
Sudán
Gambia
Mongolia
Nicaragua
Malí
Bangladesh
Botswana
Camboya
Kenya
Malawi
Chad
Níger
Fuente: FAO
80
60
40
20
0
%
20–34%
de personas subnutridas
* 35%
de personas subnutridas
Franjas grises: 1990–1992 Franjas de color: 2000–2002 Países agrupados según la prevalencia de la subnutrición en el período 2000–2002
*Etiopía y Eritrea no eran dos estados independientes en el período de 1990–1992
Cambios en la proporción de personas subnutridas en las subregiones
en desarrollo
1990–1992 a 1995–1997
(puntos porcentuales)
–5 0 5 10 15 20
Reducción
(progreso)
Aumento
(revés)
1995–1997 a 2000–2002
(puntos porcentuales)
-10 –5 0 5
Fuente: FAO
Personas subnutridas
en 2000–2002
(en millones)
Países en
transición
28
Cercano
Oriente y
África del
Norte 39
América
Latina y el
Caribe 53
Africa
subsahariana
204
Países
industrializados
9
India
221
China
142
Asia y el Pacífi co*
156
Países
en desarrollo: 815
MUNDO: 852
Fuente: FAO
Cambios en el número de personas subnutridas en las subregiones
en desarrollo
1990–1992 a 1995–1997
(en millones)
China
India
Asia sudoriental
América del Sur
África occidental
África del norte
América del Norte
América Central
Caribe
África austral
Asia oriental: otros
Asia meridional: otros
Cercano Oriente
África oriental
Africa central
–50 –40 –30 –20 –10 0 10 20
–10 0 10 20
1995–1997 a 2000–2002
(en millones)
*1993–1995 para los países en transición
Países en
transición
Cercano Oriente
y África del Norte
América Latina
y el Caribe
Asia y el Pacífi co
África
subsahariana
0 10 20 30 40
% de personas subnutridas
Proporción de personas
subnutridas por regiones
1990-1992*
2000–2002
* excepto China y la India
Fuente: FAO
Fuente: FAO
China
India
Asia sudoriental
África occidental
América del Sur
África austral
África oriental
África del Norte
América del Norte
Asia meridional: otros
América Central
Caribe
Cercano Oriente
Asia oriental: otros
África central
Reducción
(progreso)
Aumento
(revés)
El estado de la inseguridad alimentaria en el mundo 2004
8
La subnutrición en el mundo
E
l hambre y la malnutrición compor-
tan costes muy elevados para las
personas y hogares, así como para
las comunidades y naciones. La subnutri-
ción y las carencias de vitaminas y minera-
les esenciales suponen un coste de más de
5 millones de vidas de niños al año y, para
los hogares de los países en desarrollo,
de más de 220 millones de años de vida
productiva de los familiares que mueren
prematuramente o sufren discapacidades
por culpa de la malnutrición, así como un
coste de miles de millones de dólares en
pérdidas de productividad y consumo para
los países en desarrollo.
El círculo vicioso de las privaciones
Cada año, más de 20 millones de lactan-
tes nacen con insuficiencia ponderal en el
mundo en desarrollo. En algunos países,
incluidos la India y Bangladesh, más del
30 por ciento del total de recién nacidos
sufren dicho problema.
Desde el momento de su nacimiento,
la balanza se inclina en su contra. Los
lactantes con bajo peso al nacer corren
un riesgo mayor de morir durante sus
primeros años de vida, de padecer un re-
traso en su crecimiento físico y cognitivo
durante la infancia, de tener capacidades
reducidas para trabajar y obtener ingre-
sos en la etapa adulta y, si son mujeres,
de dar a luz ellas también a recién na-
cidos con insuficiencia ponderal (véase
el diagrama).
En comparación con los lactantes
normales, el riesgo de fallecimientos
neonatales es cuatro veces mayor en los
lactantes que pesan menos de 2,5 kilo-
gramos al nacer y 18 veces mayor en los
que pesan menos de 2 kilogramos. Los
lactantes con bajo peso al nacer también
sufren tasas notablemente más elevadas
de malnutrición y retraso del crecimiento
en la etapa superior de la infancia y en
la época adulta. Un estudio realizado en
Guatemala demostró que los niños de
sexo masculino medían 6,3 centímetros
menos y pesaban 3,8 kilogramos menos
que los niños de su edad cuando llegaban
a la adolescencia, mientras que las niñas
medían 3,8 centímetros menos y pesaban
5,6 kilogramos menos.
Casi una tercera parte del total de los
niños de los países en desarrollo sufre un
retraso del crecimiento y su estatura es
muy inferior al promedio normal de los
niños de su edad, lo que indica una sub-
nutrición crónica. El retraso del crecimien-
to, al igual que el bajo peso al nacer, ha
sido asociado a una mayor incidencia de
enfermedades y fallecimientos, así como
a una capacidad cognitiva más reducida,
a una menor asistencia escolar durante
la infancia y a una menor productividad
e ingresos más bajos a lo largo de la vida
en la etapa adulta.
Cuando se produce un retraso del cre-
cimiento durante los cinco primeros años
de vida, los daños en el desarrollo físico y
cognitivo del niño suelen ser irreversibles
(véase el gráfico). Los costes en cuanto a la
merma de la salud y de las oportunidades
no sólo se extienden a lo largo de toda la
vida de la persona afectada sino también a
la de sus generaciones futuras, ya que las
mujeres malnutridas dan a luz a recién na-
cidos con insuficiencia ponderal. El retraso
del crecimiento en las madres es uno de los
indicadores más seguros de que éstas darán
Repercusiones del hambre y de la malnutrición a lo largo del ciclo de la vida
Fuente: Seres, Subcomité de Nutrición del CAC
El coste humano del hambre: millones de vidas
destruidas por la muerte y las minusvalías
Merma del
desarrollo mental
Capacidad
mental
reducida
Capacidad física
reducida
y masa sin grasa
Alimentación,
salud
y cuidados
insufi cientes
LACTANTES
bajo peso al nacer
Mayor tasa
de mortalidad
NIÑOS
retraso del crecimiento
ADOLESCENTES
retraso del crecimiento
MUJERES
malnutrición
EMBARAZO
escaso aumento de peso
durante la gestación
ANCIANOS
malnutrición
Crecimiento
inicial
insufi ciente
Nutrición fetal
insufi ciente
Mayor riesgo de padecer
enfermedades crónicas
en la etapa adulta
Destete prematuro
o inadecuado
Infecciones frecuentes
Alimentación,
salud y cuidados
insufi cientes
Alimentación,
salud y cuidados
insufi cientes
Alimentación,
salud y cuidados
inadecuados
Mayor
mortalidad
materna
Capacidad reducida
para el cuidado
de los niños
El estado de la inseguridad alimentaria en el mundo 2004
9
a luz a un lactante con bajo peso al nacer,
junto con la insuficiencia ponderal y un bajo
aumento de peso durante la gestación.
La subnutrición y el retraso del creci-
miento coinciden a menudo con carencias
de vitaminas y minerales que aquejan a
casi 2 000 millones de personas en todo el
mundo. Estas carencias de micronutrien-
tes, incluso cuando son leves, aumentan
notablemente el riesgo de padecer graves
enfermedades o de morir. También pueden
causar déficits cognitivos irreversibles en
los niños y pérdidas de productividad en los
adultos. La carencia de hierro, por ejem-
plo, ha sido asociada con un aumento de
la mortalidad materna en el momento de
dar a luz, un menor desarrollo muscular y
cognitivo en los niños y una disminución de
la productividad en los adultos. Se estima
que la carencia de hierro aqueja a 1 700
millones de personas en todo el mundo,
la mitad de las cuales padecen anemia
ferropénica.
La subnutrición y la mortalidad infantil
Más de las tres cuartas partes del total de
los fallecimientos infantiles son debidas
a trastornos neonatales y a un puñado de
enfermedades infecciosas que tienen cu-
ración, entre ellas la diarrea, la neumonía,
el paludismo y el sarampión. Y en mucho
más de la mitad de esos fallecimientos
puede demostrarse que el origen está en
la mayor vulnerabilidad de los niños que
padecen subnutrición e insuficiencia pon-
deral (véase el gráfico). Las carencias de
micronutrientes también incrementan el
riesgo de fallecer por culpa de enferme-
dades infantiles. Una carencia de vitamina
A, por ejemplo, aumenta el riesgo de morir
de diarrea, sarampión o paludismo entre
un 20 y un 24 por ciento.
En conjunto, la Organización Mundial
de la Salud (OMS) estima que más de 3,7
millones de fallecimientos acaecidos en el
año 2000 podrían ser atribuibles a la insu-
ficiencia ponderal. Las carencias de tres
micronutrientes fundamentales (el hierro,
la vitamina A y el cinc) causaron, cada una,
entre 750 000 y 850 000 muertes más.
Un estudio sobre las tendencias de la
malnutrición y de la mortalidad infan-
til realizado en 59 países en desarrollo
entre los años 1966 y 1996 demostró que
un descenso en los niveles de insuficien-
cia ponderal producía un notable efecto
en la reducción de la mortalidad infantil,
independientemente de otros cambios
socioeconómicos y de políticas.
Una reducción del 60 por ciento en los
niveles de insuficiencia ponderal se tra-
dujo en un descenso del 16 por ciento en
la tasa de mortalidad infantil en América
Latina y del 27 por ciento en Asia, África
del Norte y el Cercano Oriente. En el África
subsahariana, las campañas de vacunación,
el uso de antibióticos y otras mejoras en
la asistencia médica ayudaron a reducir
la mortalidad infantil, a pesar de que
aumentaron los niveles de insuficiencia
ponderal. No obstante, si se hubiera re-
ducido la insuficiencia ponderal al ritmo
registrado en las otras regiones, la tasa
de mortalidad infantil en el África sub-
sahariana hubiera descendido mucho más
rápidamente, en un 60 por ciento en lugar
de un 39 por ciento. Si miramos hacia el
futuro, el estudio estima que si se redujera
la prevalencia de la insuficiencia ponderal
en 5 puntos porcentuales, la mortalidad
infantil descendería en aproximadamente
el 30 por ciento.
Otro estudio reciente ha demostrado
que las intervenciones posibles hoy en
día y que pueden llevarse a cabo de forma
generalizada en los países en desarrollo
podrían reducir la mortalidad infantil en
alrededor de dos tercios. En los 42 países
en los que se producen más del 90 por
ciento de los fallecimientos infantiles, unas
pocas intervenciones nutricionales efica-
ces y asequibles, tales como la lactancia
natural, la alimentación complementaria,
los complementos de vitamina A y cinc,
podrían reducir la mortalidad infantil en
un 25 por ciento y salvar la vida a unos 2,4
millones de niños cada año.
El coste del hambre en años de vida
ajustados en función de la discapacidad
Las personas malnutridas que logran su-
perar la etapa infantil sufren a menudo
discapacidades físicas y cognitivas de por
vida. Una medida que se ha estado utilizan-
do para cuantificar las repercusiones de la
malnutrición, tanto en la precarización de
la salud como en el aumento de las tasas
de mortalidad, se denomina «años de vida
ajustados en función de la discapacidad»
(AVAD), y es la suma de los años perdidos
como resultado de una muerte prematura
y de las discapacidades, adaptada en fun-
ción de la gravedad de éstas.
En el
Global Burden of Disease Study
(Estudio sobre la carga global de la mor-
bilidad), financiado por la OMS y el Banco
Mundial, se calculan los AVAD debidos a
una amplia gama de enfermedades y situa-
ciones, y se estima el porcentaje atribuible
a varios factores de riesgo, incluidas la
malnutrición infantil y materna. El último
informe sobre la carga de la morbilidad
Fuente: Black, Morris y Bryce
Fallecimientos infantiles
en el mundo,
clasifi cados según las causas
Trastornos
neonatales
Diarrea
Neumonía
Paludismo
Otros
SIDA
Sarampión
Desconocido
0 5 10 15 20 25 30 35
% de fallecimientos infantiles
Proporción debida
a la insufi ciencia ponderal
Fuente: Martorell, Khan y Schroeder
Persistencia del retraso
del crecimiento en el paso
de la infancia a la etapa adulta
Retraso del crecimiento
a los cinco años de edad
Leve Moderado Grave
0
-5
-10
-15
-20
-25
Guatemala
Hombres
Mujeres
India
Hombres
Mujeres
Centímetros por debajo de lo normal
a los 18 años de edad
El estado de la inseguridad alimentaria en el mundo 2004
10
La subnutrición en el mundo
clasifica la insuficiencia ponderal como el
factor de riesgo más importante para los
AVAD en todo el mundo (véase el gráfico) y
tanto para la tasa de fallecimientos como
para los AVAD en «los países en desarrollo
con una alta mortalidad» (un grupo que in-
cluye a casi 70 países que engloban a una
población total de más de 2 300 millones
de personas).
En total, seis de los diez principales
factores de riesgo para los AVAD en esos
países con una alta mortalidad están rela-
cionados con el hambre y la malnutrición,
entre los que se incluyen la insuficiencia
ponderal, las carencias de cinc (en el quin-
to lugar), de hierro (en sexto lugar) y de
vitamina A (en séptimo lugar), así como
el agua insalubre, el mal saneamiento y
la falta de higiene (en tercer lugar), los
cuales contribuyen a aumentar la malnu-
trición al provocar infecciones que impiden
la digestión y la absorción de nutrientes
(véase el gráfico).
Alrededor del 50 por ciento de los AVAD
debidos a diarreas, neumonías y paludis-
mo en los países en desarrollo con una
alta mortalidad puede ser atribuible a la
insuficiencia ponderal. Cuando se añaden
los efectos de las carencias de micronu-
trientes, la proporción de los AVAD por
culpa de estas enfermedades atribuibles
a la malnutrición asciende a entre el 60 y
el 80 por ciento (véase el gráfico).
Tal como puede esperarse, la insufi-
ciencia ponderal y las carencias de micro-
nutrientes están situadas en los puestos
más bajos entre los factores de riesgo
para las minusvalías y los fallecimientos
en los países en desarrollo más avanzados
con tasas de mortalidad más bajas. Sin
embargo, los aspectos relacionados con
la nutrición siguen dominando la lista de
los factores de riesgo. Entre los países en
desarrollo con una baja tasa de mortalidad
(un grupo en el que figura China, algunos
otros países asiáticos y la mayoría de los
países de América del Sur), la insuficiencia
ponderal y la carencia de hierro siguen
estando entre los diez principales factores
de riesgo. A ellos se unen el sobrepeso y
algunos otros riesgos relacionados con
la alimentación, los cuales contribuyen a
aumentar las enfermedades crónicas no
transmisibles como la cardiopatía isqué-
mica, la hipertensión y la diabetes.
Por lo general, estas enfermedades
crónicas no están asociadas con el ham-
bre, sino con la sobrealimentación. Sin
embargo, un conjunto de datos cada vez
mayor sugiere que el bajo peso al nacer
y la subnutrición en los primeros años de
vida aumentan el riesgo de padecer obe-
sidad y enfermedades relacionadas con
la alimentación en la etapa adulta (véase
también la página 23). Se estima que, en
China, más del 30 por ciento de las dia-
betes y alrededor del 10 por ciento de las
apoplejías y cardiopatías coronarias son
debidas a la subnutrición infantil (véase
el gráfico).
En total, se calcula que la subnutrición
infantil y materna cuestan, sin incluir su con-
tribución al aumento de las enfermedades
crónicas en la edad adulta, más de 220 millo-
nes de AVAD en los países en desarrollo. Si
se toman en consideración otros factores de
riesgo relacionados con la alimentación, el
coste asciende a casi 340 millones de AVAD,
exactamente la mitad del total de los AVAD
en el mundo en desarrollo.
Esa suma representa una pérdida de
productividad equivalente a si hubiera
habido una matanza catastrófica o a la
minusvalía de toda la población de un
país más grande que los Estados Unidos
de América. También pone de relieve el
inconmensurable sufrimiento que la actual
catástrofe del hambre inflige a millones de
hogares en el mundo y la aplastante carga
económica que impone a algunos países
del mundo en desarrollo.
Fuente: OMS
AVAD mundiales atribuibles a factores de riesgo relacionados
con la alimentación, en el año 2000
0 30 60 90 120 150
AVAD atribuibles (en millones)
Fuente: WHO
Factores nutricionales de riesgo durante los primeros años de vida
y durante la infancia en los países en desarrollo con altas tasas de mortalidad,
en el año 2000
Enfermedades
diarreicas
Infecciones
respiratorias leves
Paludismo
Sarampión
Mortalidad materna
0 20 40 60 80 100
% de AVAD atribuibles a la malnutrición
Insufi ciencia ponderal
Carencia de vitamina A
Carencia de cinc
Carencia de hierro
Enfermedades crónicas
y subnutrición infantil, en China
y Sri Lanka
Cardiopatía
coronaria
Diabetes
Apoplejía
0 10 20 30 40
% de enfermedades crónicas
debidas a la subnutrición infantil
Fuente: Popkin, Horton y Kim
China
Sri Lanka
Insufi ciencia ponderal (1, 1*)
Agua insalubre y
saneamiento defi ciente** (6, 3)
Carencia de hierro (9, 6)
Sobrepeso (10)
Carencia de cinc (11, 5)
Consumo insufi ciente
de frutas y hortalizas (12)
Carencia de vitamina A (13, 7)
Sedentarismo (14)
Países en desarrollo con una alta mortalidad
Países en desarrollo con una baja mortalidad
Países desarrollados
* clasifi cación de los factores de riesgo en todo el mundo
y en los países en desarrollo con una alta mortalidad
** incluye una higiene insufi ciente
El estado de la inseguridad alimentaria en el mundo 2004
11
Fuente: Alderman y Behrman; Horton y Ross; Horton
Repercusiones de distintos tipos de malnutrición en la productividad y en los ingresos a lo largo de la vida
0 5 10 15 20
Pérdida estimada de productividad o de ingresos (%)
S
i se estiman los millones de vidas
humanas que han quedado inte-
rrumpidas o marcadas por las mi-
nusvalías, no queda duda alguna de que el
hambre es moralmente inaceptable. Pero,
además, el cálculo del valor de las pérdidas
de productividad en dólares sugiere que
permitir que el hambre persista es sim-
plemente una carga imposible de asumir,
no sólo para las propias víctimas sino para
el desarrollo y prosperidad económicos de
las naciones en las que viven.
Los costes del hambre para la sociedad
toman muy distintas formas. Tal vez los
más obvios son los costes directos de tratar
los daños que causa. Ello incluye los costes
médicos de tratar los embarazos y partos
problemáticos de madres que padecen ane-
mia e insuficiencia ponderal, así como las
graves y frecuentes enfermedades de los
niños cuyas vidas están amenazadas por
el paludismo, la neumonía, las diarreas o
el sarampión, debido a que sus cuerpos
y sistemas inmunológicos han quedado
debilitados por el hambre.
Una estimación muy por encima, que dis-
tribuye los gastos médicos en los países en
desarrollo sobre la base de la proporción
de años de vida ajustados en función de la
discapacidad (AVAD) atribuibles a la sub-
nutrición infantil y materna, sugiere que
estos costes directos suman un total de
aproximadamente 30 000 millones de dó-
lares EE.UU. al año (más del quíntuplo de la
cantidad comprometida hasta la fecha para
financiar el Fondo Mundial de Lucha contra
el SIDA, la Tuberculosis y la Malaria).
Estos costes directos quedan eclipsados
ante la magnitud de los costes indirectos
de la pérdida de productividad e ingresos
debido a los fallecimientos prematuros, las
minusvalías, el absentismo y la reducción
de las oportunidades educativas y labora-
les. Las estimaciones provisionales sugie-
ren que dichos costes indirectos suponen
cientos de miles de millones de dólares.
Tanto los costes directos como indirectos
reflejan el precio de la complacencia, que
hace posible que el hambre generalizada
persista. Ambos costes son inaceptable-
mente elevados, no sólo en términos ab-
solutos sino también en comparación con
las estimaciones de un tercer tipo de costes:
los costes de las intervenciones que podrían
llevarse a cabo para prevenir y eliminar el
hambre y la malnutrición. Numerosos es-
tudios sugieren que cada dólar invertido en
intervenciones para reducir la subnutrición
y las carencias de micronutrientes con unos
objetivos bien definidos puede retornar con
beneficios entre cinco y veinte veces por
encima de dicha inversión.
Los costes de por vida del hambre
infantil
Las estimaciones de los costes indirectos
del hambre se basan, por lo general, en
estudios que han medido las repercusiones
de determinados tipos de malnutrición en
el desarrollo físico y mental de las perso-
nas, y han establecido correlaciones con
la reducción de la productividad y de los
ingresos (véase el diagrama). Dichos estu-
dios han mostrado, por ejemplo, que:
los adultos con un retraso del creci-
miento son menos productivos y perci-
ben salarios más bajos en los trabajos
manuales. Un bajo peso al nacer y la
malnutrición proteico-calórica (MPC)
provocan un retraso del crecimiento.
cada año de escolarización perdido du-
rante la infancia reduce notablemente
los ingresos a lo largo de toda la vida.
La insuficiencia ponderal de los recién
nacidos, el retraso del crecimiento y las
carencias de micronutrientes han sido,
todos ellos, asociados a una reducción
de la asistencia escolar. Un estudio que
supervisó muy de cerca a los niños afec-
tados por una sequía en Zimbabwe de-
mostró que la malnutrición, en meses
de vital importancia para el desarrollo
de los niños, les cuesta un promedio de
El coste económico del hambre: miles de millones
en pérdidas de productividad, ingresos y consumo
Tipo de malnutrición
Bajo peso al nacer
Malnutrición
proteico-calórica
(MPC)
Carencia de yodo
Carencia
de hierro
con un leve retraso
del crecimiento
con un grave retraso
del crecimiento
trabajos manuales pesados
trabajos manuales livianos
Pérdidas asociadas con las repercusiones en:
la productividad en el trabajo manual
el desarrollo cognitivo
El estado de la inseguridad alimentaria en el mundo 2004
12
La subnutrición en el mundo
4,6 centímetros de estatura y casi un año
escolar. Estas pérdidas aparentemente
menores en su estatura y educación se
traducen en una pérdida estimada del
12 por ciento de sus ingresos a lo largo
de toda la vida.
la disminución de la capacidad cogni-
tiva, que puede medirse por unos re-
sultados más bajos en los exámenes
del coeficiente intelectual, conlleva
una reducción de la productividad y de
los ingresos. La carencia de yodo, que
afecta a un 13 por ciento estimado de la
población mundial, ha sido asociada con
pérdidas de entre 10 y 15 puntos en los
exámenes del coeficiente intelectual y
del 10 por ciento en la productividad.
Si se combinan estos resultados con
los datos disponibles sobre la prevalencia
de varios tipos de malnutrición en la po-
blación, es posible extraer estimaciones
provisionales de los costes del hambre a
escala nacional y mundial.
Un examen minucioso de las pruebas
existentes, por ejemplo, muestra que el
hecho de que un lactante con bajo peso
al nacer pase a tener un peso normal po-
dría reportar casi 1 000 dólares EE.UU.
en beneficios a lo largo de su vida (véase
el gráfico). Teniendo en cuenta que cada
año nacen en los países en desarrollo unos
20 millones de lactantes con bajo peso al
nacer, los costes de no hacer nada durante
un año suman otros 20 000 millones de
dólares EE.UU.
Dichos beneficios incluyen las estima-
ciones de las reducciones en los costes
directos de la asistencia médica neonatal,
las dolencias y las enfermedades cróni-
cas, así como en los costes indirectos de la
pérdida de productividad, como resultado
de unas vidas laborales más cortas y de la
merma en el desarrollo físico y cognitivo.
Teniendo en cuenta que se han estimado
los beneficios según el valor actual del
aumento de la productividad a lo largo
de toda una vida, debe aplicarse un valor
actualizado a fin de reflejar la inflación y
la probabilidad de que algunos individuos
puedan no sobrevivir o trabajar durante el
lapso normal de años profesionales.
Estimación de las pérdidas
en el transcurso de una vida
La
Academy for Educational Develop-
ment
(AED) ha creado una metodología y
un programa informático para cuantificar
los costes de diversos tipos de malnutri-
ción, así como los beneficios de actuar para
reducirla o eliminarla. Los cálculos de la
FAO basados en los datos sobre 25 países
proporcionados por la AED muestran que el
valor actual neto de permitir que se man-
tengan la carencia de yodo y la malnutrición
proteico-calórica en los niveles actuales
durante otros diez años alcanza una cifra
tan alta como el 15 por ciento del PIB de
todo un año (véase el gráfico).
En un ejercicio similar, se estimaron
los costes que comportaría a largo plazo
que la carencia de yodo se mantuviera
cada año en los niveles actuales en un
conjunto distinto de diez países. El valor
actual neto de los costes asociados con
la anemia ferropénica osciló entre un 2
por ciento del PIB en Honduras hasta el 8
por ciento en Bangladesh (véase el gráfi-
co de la siguiente página). En un país de
la magnitud de la India, cuyo PIB para el
año 2002 superó los 500 000 millones de
dólares EE.UU., el valor actual estimado
del coste de la carencia de yodo suma más
de 30 000 millones de dólares EE.UU.
Al igual que con las estimaciones de la
AED, estas cifras representan los valores
actuales netos de los costes impuestos a lo
largo de toda una vida por un tipo concreto
de malnutrición. Si se estima que el coste
de la anemia en Bangladesh equivale al 8
por ciento de su PIB, por ejemplo, ello no
Costes de la malnutrición proteico-calórica y de la carencia de yodo
20
15
10
5
0
Benin
Bolivia
Botsw
ana
Burkina Faso
China
Côte d’Ivoire
Guatem
ala
Guinea
Kenya
Lesotho
Liberia
M
adagasc
ar
M
alí
Mozam
bique
Senegal
Uganda
% del PIB
Valor actual neto de los costes estimados a largo plazo de permitir que se mantengan en los niveles actuales la malnutrición proteico-calórica y la carencia de yodo
durante otros 10 años, como porcentaje del PIB anual, en determinados países.
Fuente: Alderman, Behrman y Hoddinott
Benefi cios estimados del cambio
de la situación de la insufi ciencia
ponderal de los recién nacidos
1 000
800
600
400
200
0
Valor actual neto utilizando
un tipo de actualización del 3% $ EE.UU.
Malnutrición proteico-calórica (MPC) Carencia de yodo
Fuente: FAO, con datos de la AED
Rep. Unida
de Tanzanía
Benefi cios para las
generaciones posteriores 122,26
Disminución de los costes
de las enfermedades crónicas 73,83
Aumento de la productividad
como consecuencia
de una mayor capacidad 434,06
Aumento de la productividad
como consecuencia de un
menor retraso del crecimiento 180,17
Reducción de las enfermedades 38,83
Menor asistencia médica neonatal 41,80
Menor tasa de mortalidad infantil 94,66
Total: 985,61
El estado de la inseguridad alimentaria en el mundo 2004
13
significa que la anemia reduce la produc-
ción en un 8 por ciento cada año; sino más
bien que para cada año que la prevalencia
de la anemia se mantiene invariable, el
valor actual de los costes que se extien-
den a lo largo de la vida de la generación
presente de cinco años de edad equivale
al 8 por ciento del PIB de un año.
Ninguna de estas estimaciones pre-
senta algo que pueda considerarse como
un recuento completo de los costes del
hambre. Entre otros puntos débiles, estos
cálculos:
sólo toman en consideración las activi-
dades mercantiles, sin prestar atención
al valor del trabajo realizado dentro del
hogar;
no tienen en cuenta el hecho de que los
salarios aumentarán probablemente a
lo largo del tiempo;
por lo general, no incluyen la transmi-
sión de la malnutrición de una gene-
ración a la siguiente, así por ejemplo
las madres subnutridas dan a luz a
lactantes con bajo peso al nacer;
dependen de tipos de actualización algo
arbitrarios para calcular el valor actual
de los costes que se distribuyen a lo
largo de una vida efectiva. La elección
de los tipos de actualización es difícil
de determinar, pero puede marcar una
gran diferencia en los beneficios esti-
mados.
A pesar de todo, incluso estas estima-
ciones parciales y provisionales evidencian
que los costes del hambre son extrema-
damente elevados. Incluso si se toman, de
forma prudente, las cifras inferiores de los
niveles de oscilación estimados para las
pérdidas de productividad y de ingresos
en cada tipo concreto de malnutrición, y
se ajustan los datos ante la posibilidad de
que haya considerables superposiciones
entre ellos, el valor actual neto de los cos-
tes combinados de la malnutrición pro-
teico-calórica, el bajo peso al nacer y las
carencias de micronutrientes equivaldría
al menos al 5-10 por ciento del PIB en el
mundo en desarrollo (aproximadamente
entre 500 000 millones y 1 billón de dó-
lares EE.UU.).
Unas pérdidas de tal magnitud supo-
nen claramente un pesado lastre para
los esfuerzos de desarrollo nacionales.
Las estimaciones de la AED a escala na-
cional demuestran que dichas pérdidas
eclipsan los costes de las intervenciones
para reducir o eliminar la malnutrición.
Con respecto a los 25 países para los que
se contó con datos de la AED, los bene-
ficios de las intervenciones para reducir
la malnutrición proteico-calórica pesaron
más que sus costes por una diferencia de
7,7 a 1, en promedio. Por lo que se refiere
a las intervenciones destinadas a reducir
las carencias de hierro y yodo, los bene-
ficios se calculan respectivamente en un
promedio de 9,8 y 22,7 veces sus costes
(véase el gráfico).
Los costes de no alcanzar el objetivo
de la CMA
Con respecto a los costes del hambre
desde otro punto de vista, la FAO llevó a
cabo un estudio macroeconómico a fin de
estimar los beneficios de reducir la subnu-
trición hasta unos niveles suficientes para
alcanzar el objetivo de la Cumbre Mundial
sobre la Alimentación (CMA). Dicho es-
tudio calculó el valor del aumento de la
producción que se obtendría mediante la
reducción del número de personas sub-
nutridas en los países en desarrollo hasta
unos 400 millones hacia el año 2015, en
lugar de los 600 millones previstos me-
diante un modelo estándar de la FAO de
no aplicarse medidas concertadas para
reducir el hambre.
Si nos basamos únicamente en la mayor
esperanza de vida asociada con los aumen-
tos de los niveles de disponibilidad de ali-
mentos que se requieren para alcanzar el
objetivo de la CMA, la estimación del valor
total actualizado del conjunto de los años
hasta el 2015 es aproximadamente de 3 bi-
llones de dólares EE.UU., lo que se traduce
en unos beneficios vitalicios de 120 000 mi-
llones de dólares EE.UU. al año.
Con toda probabilidad, estos cálculos
también subestiman los verdaderos costes
del hambre. No obstante, al igual que las
estimaciones de la AED, también demues-
tran claramente que los costes de permitir
que persista el hambre generalizada son
extremadamente elevados y sobrepasan
con creces los costes de las intervenciones
decisivas para eliminarla. El estudio que
realizó la FAO estimó que un aumento de
tan solo 24 000 millones de dólares EE.UU.
al año en inversiones públicas haría posible
que se alcanzara el objetivo de la CMA y
reportaría unos beneficios anuales de
120 000 millones de dólares EE.UU.
Fuente: Horton y Ross
Costes de la anemia ferropénica
Bangladesh
India
Pakistán
M
alí
Rep. Unida
de Tanzanía
Egipto
Om
án
Bolivia
Honduras
N
icaragua
% del PIB
Valor actual neto de los costes estimados a largo plazo de permitir que se mantenga en los niveles
actuales la anemia ferropénica durante otro año, como porcentaje del PIB anual, en determinados países.
8
6
4
2
0
Fuente: FAO, con datos de la AED
Costes y benefi cios de las
intervenciones destinadas a
reducir el hambre y la malnutrición
25
20
15
10
5
0
Yodo MPC** Hierro
Tipo de malnutrición que debe reducirse
Benefi cios como múltiplo
de los costes (costes = 1)*
* Promedios de 25 países, extraídos de cálculos de la AED
** Malnutrición proteico-calórica
Costes Benefi cios
Daños en el desarrollo cognitivo de los niños
Merma en el trabajo físico de los adultos
El estado de la inseguridad alimentaria en el mundo 2004
14
La subnutrición en el mundo
L
as estimaciones de la FAO sobre
el número de personas subnutri-
das en el mundo son los datos de
El estado de la inseguridad alimentaria
en el mundo
más ampliamente citados y
de los que se hace un seguimiento más
constante. Invariablemente las noticias in-
formativas anuncian en sus titulares las
últimas cifras, como una forma de medir
los avances en la consecución de los ob-
jetivos establecidos en la Cumbre Mundial
sobre la Alimentación y en los Objetivos de
Desarrollo del Milenio (reducir el hambre
a la mitad hacia el año 2015).
Teniendo en cuenta la atención que sus-
citan estas estimaciones anuales, no es de
extrañar que la metodología empleada para
calcularlas haya sido objeto de debate y
de un minucioso examen. Expertos, tanto
de la FAO como externos, han señalado la
existencia de algunos puntos débiles en
los datos subyacentes, así como en los
métodos de la FAO para analizarlos.
En el año 2002, la FAO acogió un
Simposio científico internacional con la
finalidad de examinar distintos métodos
de medición de la carencia de alimentos
y la desnutrición y estudiar formas para
mejorar las estimaciones de la FAO. Desde
entonces, la FAO ha adoptado diversas me-
didas para mejorar su propia metodología,
así como para dar validez a enfoques al-
ternativos y complementarios.
Medición de la carencia de alimentos
Las estimaciones de la FAO son esencial-
mente una forma de medir la carencia de
alimentos, sobre la base del cálculo de tres
parámetros fundamentales para cada país:
la cantidad media de alimentos disponibles
por persona, el nivel de desigualdad en el
acceso a dichos alimentos y el volumen
mínimo de calorías que necesita una per-
sona en promedio.
La disponibilidad media de alimentos se
calcula mediante las «hojas de balance de
alimentos» que la FAO compila cada año
haciendo un recuento, para cada producto
alimentario básico, de lo que cada país pro-
duce, importa y retira de sus existencias,
restando las cantidades exportadas, los
deshechos, los piensos para el ganado o
destinadas a otros fines no alimenticios,
y dividiendo el equivalente en calorías de
todos los alimentos disponibles para el
consumo humano por el total de la po-
blación, lo que se traduce en un consumo
medio de alimentos al día o en un sumi-
nistro de energía alimentaria (SEA).
Por otro lado, se utilizan los datos de las
encuestas en los hogares para extraer un
«coeficiente de variación», que representa
el grado de desigualdad en el acceso a los
alimentos. Igualmente, debido a que un
adulto corpulento necesita consumir casi
el doble de calorías que un niño de tres
años de edad, las necesidades mínimas por
persona para cada país toman en conside-
ración su combinación de edades, sexos y
tamaños corporales. La FAO considera que
la proporción de personas cuyo consumo
diario de alimentos se sitúa por debajo de
esas necesidades mínimas diarias padece
subnutrición.
El método de la FAO para estimar la ca-
rencia de alimentos ofrece varias ventajas.
En especial, se basa en datos que pueden
obtenerse para la mayoría de los países
de una forma más o menos similar y que
pueden actualizarse periódicamente. Ello
facilita las comparaciones entre países y
a lo largo del tiempo.
No obstante, la metodología de la FAO
también adolece de algunas limitaciones
obvias, por una razón: las estimaciones
que produce sólo son fiables y precisas
en la medida en que también lo sean los
datos que utiliza para calcular las hojas
de balance de alimentos, los niveles de
desigualdades y los límites de las nece-
sidades energéticas diarias. En el caso de
numerosos países, la fiabilidad de los datos
que sustentan las hojas de balance de ali-
mentos y las medidas sobre la desigualdad
es dudosa. Una variación relativamente pe-
queña en tan solo uno de estos parámetros
puede suponer una gran diferencia en la
estimación del nivel del hambre en un país
(véase el gráfico).
Además, las estimaciones basadas en
las cifras sobre el comercio y la producción
nacional no pueden utilizarse para deter-
minar esos niveles en los casos en que el
hambre se ha ido concentrando cada vez
más en áreas geográficas y grupos so-
cioeconómicos concretos.
Otros enfoques y aspectos
Muchas de las propuestas para mejorar las
estimaciones de la FAO, que se presentaron
en el citado Simposio, abogaban por una
mayor utilización de los datos obtenidos me-
diante las encuestas sobre el presupuesto
de los hogares. Dichas encuestas, que cada
vez pueden obtenerse en un mayor núme-
ro de países en desarrollo, proporcionan
datos que pueden utilizarse para calcular
dos de los parámetros empleados en las
estimaciones de la FAO (el consumo diario
de alimentos y el grado de desigualdad en
el acceso a los alimentos). También pue-
den utilizarse para medir otros aspectos
del hambre y de la inseguridad alimentaria,
incluidas la baja calidad de las dietas y la
vulnerabilidad frente a la carencia de ali-
mentos, así como para supervisar dichos
Calcular el hambre: mejorar las estimaciones
para poder fijar más eficazmente los objetivos
de las intervenciones
Fuente: FAO
Repercusiones del consumo medio
de alimentos y de la desigualdad
en el acceso a los alimentos en las
estimaciones de la subnutrición
70
60
50
40
30
20
10
0
1 700 2 040 2 450 2 940
Consumo medio de alimentos
(kcal/ persona/día)
% de personas subnutridas
Coefi ciente de variación para la distribución
del consumo de energía alimentaria
0,20 0,24 0,29 0,35
números más altos = mayor desigualdad
El estado de la inseguridad alimentaria en el mundo 2004
15
aspectos a lo largo del tiempo en distintas
zonas y grupos de población.
Las encuestas también adolecen de
algunos puntos débiles. Los datos no se
recogen de forma periódica en todos los
países e, incluso en aquellos en que sí se
hace, las encuestas sólo se actualizan
por lo general una vez cada tres, cuatro o
cinco años. Además, los resultados a me-
nudo no son comparables entre países o
incluso entre una encuesta y la siguiente.
Ello reduce su valor para utilizarlas en la
supervisión anual de las tendencias na-
cionales y mundiales.
El estado nutricional de una persona
puede verse dañado no sólo por una falta
de alimentación, sino también por frecuentes
enfermedades, un mal saneamiento y otras
situaciones que impiden que las personas
obtengan un beneficio nutricional completo
de los alimentos que ingieren. Las estima-
ciones de la FAO sobre la subnutrición sólo
miden la carencia de alimentos. Otros indi-
cadores, tales como la proporción de niños
que sufren un retraso del crecimiento (una
baja estatura para su edad) o que padecen
insuficiencia ponderal, reflejan todos los as-
pectos que afectan al estado nutricional de
una persona. La mayoría de países recogen
periódicamente ese tipo de datos antropo-
métricos, aunque sólo lo hacen una vez cada
dos o tres años y sólo para los niños.
Aunque la prevalencia del retraso del
crecimiento o de la insuficiencia ponderal
raramente se corresponden con el nivel de
subnutrición, la magnitud relativa y las ten-
dencias generales suelen coincidir (véase el
gráfico). Los datos antropométricos son su-
mamente valiosos para poner de relieve las
tendencias y evaluar las intervenciones entre
los grupos especialmente vulnerables, como
los niños y las mujeres embarazadas.
Fortalecimiento de los esfuerzos
de supervisión
Desde que se celebró el citado Simposio,
la FAO ha trabajado con más de 50 países
a fin de mejorar la capacidad de éstos para
aplicar la metodología de la FAO en la medi-
ción de la carencia de alimentos en el caso
de determinados grupos de población. El
promedio del consumo de alimentos, que
es uno de los parámetros fundamentales
en las estimaciones de la FAO, pueden ex-
traerse tanto de las hojas de balance de
alimentos nacionales como de las encues-
tas sobre el presupuesto de los hogares. Al
calcular las estimaciones que se ofrecen
en el presente informe, la FAO se basa en
las hojas de balance de alimentos por ser
la única fuente de donde puede obtenerse
información uniforme a escala regional y
mundial de forma periódica. No obstante,
cuando se trata de examinar determinadas
zonas geográficas o grupos de población
dentro de un mismo país, puede aplicarse la
metodología de la FAO utilizando cifras ex-
traídas de los datos de las encuestas sobre
el presupuesto de los hogares, tanto con
respecto al consumo de alimentos como a
la desigualdad del acceso.
Gracias al empleo de este enfoque, los
países han podido utilizar los datos de las
encuestas por hogares sobre los ingresos y
gastos para estimar los niveles de hambre
en determinadas zonas geográficas, como
por ejemplo áreas residenciales urbanas y
rurales o zonas ecológicas, o con respecto
a determinados grupos socioeconómicos,
definidos por factores como el nivel de in-
gresos de los hogares o la actividad econó-
mica u ocupacional (véase el gráfico).
Las estimaciones de la FAO siempre se
han basado en los datos de las encuestas
sobre el presupuesto de los hogares para
calcular el coeficiente de variación de la de-
sigualdad en el acceso a los alimentos. Sin
embargo, se ha aplicado un único coefi-
ciente a lo largo de toda la serie temporal
para cada país. Ello ha suscitado ciertas
críticas, en el sentido de que no se han
tomado en consideración los cambios de
las desigualdades a lo largo del tiempo.
Desde que se celebró el Simposio, la FAO
ha respondido a estas observaciones con la
realización de un examen de las tendencias
de las desigualdades en los países en de-
sarrollo. Los resultados muestran que las
desigualdades han disminuido en 28 de los
38 países de los que se pudieron obtener
datos de al menos dos encuestas fiables y
comparables. Cuando los datos sobre las
tendencias comparables estén disponibles,
se introducirán en las estimaciones de la
FAO sobre subnutrición.
El creciente consenso entre los expertos
es que no hay un solo indicador que, por sí
solo, pueda reflejar todos los aspectos del
hambre y de la inseguridad alimentaria. Por
el contrario, una variedad de métodos puede
proporcionar un conjunto de indicadores que
permitan medir los distintos aspectos de la
inseguridad alimentaria, tanto a escala mun-
dial como dentro de los propios países.
Se han obtenido importantes avances en
la creación de este conjunto de indicadores.
La FAO y el Banco Mundial han trabajado
conjuntamente para crear series de datos
que integren información sobre la caren-
cia de alimentos, los ingresos, el consumo
de alimentos y la antropometría. Cuantos
más frutos cosechen estos esfuerzos, más
aumentará la capacidad de supervisar los
avances en la consecución del objetivo de
la Cumbre Mundial sobre la Alimentación
y de los Objetivos de Desarrollo del Milenio,
y mejor se adaptarán y centrarán las inter-
venciones que se requieren con urgencia
para acelerar esos avances.
Fuente: FAO
Subnutrición en las zonas
urbanas y rurales de China
durante la década de los 90
% de personas subnutridas
30
25
20
15
10
5
0
En toda Zonas Zonas
la nación urbanas rurales
Proporción de la
población total
43%
57%
Urbana
Urbana
RuralRural
Fuente: FAO; UNICEF
Tendencias regionales
de la subnutrición y
de la insufi ciencia ponderal,
de 1990–1992 a 2000–2002
%
1990 2000 1990 2000 1990 2000 1990 2000
África Asia América Cercano
subsahariana y el Latina y Oriente
Pacífi co el Caribe y África
del Norte
40
30
20
10
0
Personas
subnutridas
Niños con
insufi ciencia
ponderal
74%
26%
Distribución del número
de personas subnutridas
El estado de la inseguridad alimentaria en el mundo 2004
16
La subnutrición en el mundo
Las zonas más gravemente afectadas por el hambre
E
n julio de 2004, 35 países sufrían
crisis alimentarias que requerían
asistencia urgente. Ni el número
de crisis ni los lugares en los que se
produjeron difieren notablemente de la
situación descrita en
El estado de la in-
seguridad alimentaria en el mundo, 2003
.
La mayoría de las crisis se concentraron
en África y se originaron debido a sequías,
conflictos armados o una combinación
de ambos (véase el mapa). Casi todas
ellas se han prolongado durante un
largo período, con una duración media
de nueve años.
Tan solo en la región del África orien-
tal, la seguridad alimentaria de más de 13
millones de personas se vio amenazada
por una combinación de precipitaciones
irregulares y de los efectos de conflictos
recientes o abiertos. La escalada del con-
flicto civil en la región sudanesa de Darfur
arrancó a más de un millón de personas de
sus hogares y tierras, lo que provocó una
crisis de gran alcance. En otros lugares de
dicha subregión, las sequías recurrentes
produjeron malas cosechas e importantes
pérdidas de ganado en zonas de Etiopía,
Eritrea, Somalia, Uganda y Kenya.
Tendencias en los emplazamientos
de los afectados y en las causas
El número de emergencias alimentarias
ha ido aumentando a lo largo de los últi-
mos veinte años y ha pasado de un pro-
medio anual de 15 en los años 80 a más
de 30 desde el cambio del milenio. Este
aumento se ha producido sobre todo en
África, donde el promedio de emergencias
alimentarias anuales casi se ha triplicado
(véase el gráfico).
El balance de las causas de las emer-
gencias alimentarias también ha variado
a lo largo del tiempo. Desde el año 1992,
la proporción de emergencias que pueden
atribuirse en gran parte a causas humanas,
como por ejemplo los conflictos o las crisis
económicas, se han duplicado con creces
y han pasado de aproximadamente el 15
por ciento a más del 35 por ciento (véase
el gráfico).
En muchos casos, los factores de origen
humano y natural se refuerzan mutuamen-
te. Esas crisis complejas tienden a ser las
más graves y prolongadas. Entre 1986 y
2004, 18 países estuvieron «en crisis» du-
rante más de la mitad de dicho período. Las
guerras o las perturbaciones económicas
y sociales causaron o agravaron las crisis
en la totalidad de esos 18 países (véase el
gráfico en la página opuesta). Dichos países
también muestran que las crisis frecuen-
tes y prolongadas causan la subnutrición
crónica generalizada. Las estimaciones
Las emergencias alimentarias y sus causas, 2003–2004
Fuente: FAO
Confl icto armado (13)
Antiguo confl icto armado (6)
Problemas económicos (2)
Refugiados (1)
Principalmente de origen humano (22)
Principalmente de origen natural (18)
Meteorología (sobre todo, sequías)
(18)
Nota: las zonas rayadas indican
una combinación de causas
Emergencias alimentarias por regiones
1986–1990
1991–1995
1996–2000
2001–2004
0 5 10 15 20 25 30 35
Promedio de emergencias alimentarias
América Latina y el Caribe
Cercano Oriente y Africa
del Norte
Fuente: FAO Fuente: FAO
Principales causas
de las crisis alimentarias
1986–1991
1992–2004
0 20 40 60 80 100
% de crisis
De origen humano
(sobre todo, confl ictos armados)
De origen natural (sobre todo, sequías)
Combinación de ambas
África subsahariana
Asia y el Pacífi co
Europa
El estado de la inseguridad alimentaria en el mundo 2004
17
más recientes de la FAO incluyen a 13 de
esos 18 países en la lista de países en los
que más del 35 por ciento de la población
padece hambre.
Seguimiento de las zonas
más gravemente afectadas por
el hambre
Para determinar las zonas más gravemente
afectadas por el hambre y realizar su se-
guimiento, deben tenerse en cuenta tanto
las particularidades de los emplazamientos
como las complejidades de las causas de
las emergencias alimentarias. Establecer
cuáles son las condiciones atmosféricas y
las previsiones de las cosechas en regiones
periódicamente azotadas por monzones,
sequías y otros fenómenos meteorológicos
recurrentes es relativamente sencillo. Por
el contrario, la tarea de determinar las po-
sibles emergencias complejas y de origen
humano es mucho más difícil y requiere
una evaluación continua de numerosos
indicadores ambientales, económicos,
sociales y políticos distintos. Una vez que
se ha determinado la existencia de una
emergencia alimentaria, la labor de se-
guimiento puede ofrecer la información
necesaria para confeccionar medidas de
socorro y de urgencia eficaces.
Muchos países afectados por condicio-
nes atmosféricas desfavorables, pero que
gozan de economías y gobiernos relativa-
mente estables, han llevado a cabo progra-
mas de prevención y mitigación de crisis
y han establecido canales eficaces para
las actividades de socorro y rehabilitación.
Sin embargo, cuando un país también se
ha visto asolado por un conflicto armado
o un colapso económico, los programas e
infraestructuras destinados a la preven-
ción, socorro y rehabilitación suelen quedar
interrumpidos o destruidos.
Al ser el continente con un mayor nú-
mero y proporción de países sumidos en
una crisis alimentaria, África proporciona
buenos ejemplos, sobre todo si se analizan
las diferencias entre las subregiones del
continente. El África oriental, por ejemplo,
no solo ha experimentado varias de las
crisis más graves del período 2003–2004,
sino que comprende además seis de los
países que han estado en crisis durante
más de la mitad del tiempo desde 1986.
Dicha subregión padece sequías frecuen-
tes e inundaciones y lluvias torrenciales
ocasionales.
No obstante, los países del África
oriental que han sufrido las crisis más
devastadoras y prolongadas han sido los
que se han visto azotados por conflictos
armados. La crisis humanitaria de Darfur,
por ejemplo, asoló una zona que ha disfru-
tado generalmente de buenas cosechas y
lluvias abundantes. La crisis estalló debi-
do a un conflicto armado que expulsó de
sus hogares a 1,2 millones de personas
aproximadamente y les impidió cuidar de
sus tierras y ganado.
El Sudán y otros países del África
oriental son menos vulnerables ante las
condiciones atmosféricas que el vecino
Sahel, donde el único período anual de
crecimiento de los cultivos recibe un pro-
medio de tan solo 575 milímetros de pre-
cipitaciones en los años buenos y padece
frecuentes sequías.
No obstante, los países del Sahel se han
visto relativamente a salvo de conflictos
armados y, tras una serie de sequías de-
vastadoras, han integrado la imprevisibi-
lidad y la volatilidad de las condiciones
atmosféricas en sus políticas agrícolas y
comerciales y en sus sistemas de cultivo.
Gracias a ello, estos países tienden a expe-
rimentar menos crisis que otros países del
continente. Además, cuando éstas se pro-
ducen, suelen ser menos graves y mucho
más breves. Desde mediados de los años
80, las situaciones de urgencia más largas
en el Sahel han durado un promedio de un
año. En el África oriental, el promedio era
de más de 11 años (véase el gráfico).
Es esencial tener en cuenta estas di-
ferencias en las causas subyacentes del
hambre y la pobreza y en la vulnerabilidad
de los países ante las catástrofes naturales
y las crisis de origen humano, tanto para
hacer un seguimiento de las posibles zonas
más gravemente afectadas por el hambre
como para poder intervenir eficazmente
cuando estalla una crisis.
Frecuencia y principales causas de las emergencias alimentarias crónicas,
1986–2004
Angola
Etiopía
Somalia
Sudán
Mozambique
Afganistán
Haití
Liberia
Sierra Leona
Iraq
Mongolia
Rep. Dem. del Congo
Burundi
Eritrea
Tayikistán
Rwanda
Georgia
Armenia
Países en crisis más del 50% del tiempo
Fuente: FAO
Fuente: FAO
Sahel África África África
central oriental austral
Duración de las crisis más largas
en los países africanos, 1986–2004
12
10
8
6
4
2
0
Promedio subregional (años)
Principales causas de las emergencias alimentarias
0 50 60 70 80 90 100
% de períodos declarados «en crisis»
Confl ictos
actuales
o anteriores
Problemas
económicos
Meteorología
(sobre todo,
sequías)
El estado de la inseguridad alimentaria en el mundo 2004
18
C
on más 800 millones de personas
que aún padecen subnutrición cró-
nica en los países en desarrollo, el
hambre y la seguridad alimentaria seguirán
siendo la prioridad número uno en las po-
líticas alimentarias de los próximos años.
Sin embargo, cambios demográficos y eco-
nómicos profundos están transformando
rápidamente los sistemas alimentarios y
el alcance y naturaleza de los desafíos
nutricionales.
Aunque el ritmo de estos cambios varía
considerablemente de una región a otra,
pueden observarse algunas tendencias
comunes en el conjunto de los países en
desarrollo: la población se concentra cada
vez más en las zonas urbanas; los ingresos
y aporte calórico medios están aumentan-
do; los precios de los alimentos y de los
productos básicos están disminuyendo; y,
por último, la creciente integración del en-
torno comercial mundial y la mejora de los
medios de transporte están estimulando
una mayor concentración de la industria
alimentaria y una convergencia de los mo-
delos y preferencias dietéticas.
El rápido crecimiento de las ciudades
y de los ingresos
De acuerdo con las estimaciones más re-
cientes de las Naciones Unidas, casi todo el
crecimiento de la población mundial entre
los años 2000 y 2030 se concentrará en las
zonas urbanas de los países en desarrollo.
Si se mantienen las tendencias actuales, el
volumen de población urbana igualará al
de la población rural alrededor del 2017.
Para el año 2030, casi el 60 por ciento de
la población de los países en desarrollo
vivirá en ciudades.
De la misma forma que el desarrollo
económico está espoleando el crecimien-
to de las zonas urbanas, también está fo-
mentando el aumento de los ingresos per
cápita. Además, la proporción de personas
que padecen hambre y viven en la extrema
pobreza se está reduciendo lentamente.
Las últimas previsiones del Banco Mundial
señalan que los ingresos per cápita en los
países en desarrollo crecerán a una tasa
anual del 3,4 por ciento durante el período
2006–2015, el doble con respecto al 1,7
por ciento registrado durante la década
de los noventa.
En ese mismo período de tiempo, el
aporte calórico medio al día en los países
en desarrollo aumentará previsiblemen-
te en casi 200 kilocalorías al día (véase
el gráfico). Se prevé que los aumentos
más importantes tendrán lugar en el
África subsahariana y en el Asia meridio-
nal, aunque es probable que el ritmo de
progreso en dichas regiones siga siendo
menor de lo necesario para poder alcanzar
el objetivo de la Cumbre Mundial sobre la
Alimentación.
Convergencia de las dietas
La combinación del crecimiento de las ciu-
dades con el aumento de los ingresos ha
contribuido a los notables cambios, no sólo
en el aporte calórico medio de las personas
en los países en desarrollo, sino en los
alimentos que componen sus dietas.
De la misma forma que el aporte calóri-
co total ha aumentado, también lo ha hecho
la proporción de las calorías procedentes
de los aceites vegetales, la carne, el azúcar
y el trigo. En gran medida, ello refleja las
preferencias de los consumidores, cuyos
mayores ingresos les permiten adquirir
alimentos más caros y apreciados.
Otros factores coadyuvantes incluyen el
fuerte descenso de los precios y el rápido
aumento de las importaciones de trigo y
de otros productos básicos producidos en
zonas templadas y exportados principal-
mente por los países industrializados. Las
importaciones netas de estos productos
por parte de los países en desarrollo se
han multiplicado por 13 en los últimos 40
Presentación especial
La globalización, la urbanización y la evolución
de los sistemas alimentarios en los países en desarrollo
Aporte diario de calorías,
por regiones, 1997–2030
3 500
3 000
2 500
2 000
1 500
1 000
500
0
África Cercano América Asia Asia
sub- Oriente/ Latina meridional oriental
sahariana África y el
del Norte Caribe
Kcal/per cápita
Fuente: FAO
Proceso de urbanización en los
países en desarrollo, 1960–2030
4,5
4,0
3,5
3,0
2,5
2,0
1,5
1,0
0
1960 1980 2000 2020
Población (en miles de millones)
Variación en el PIB per cápita
por regiones, 1980–2015
8
6
4
2
0
-2
África Cercano América Asia Asia
sub- Oriente/ Latina meridional oriental
sahariana África y el
del Norte Caribe
PIB/per cápita, variación anual media (%)
Fuente: Banco Mundial
Años 80
Años 90
2001–2005
2006–2015
Fuente: Naciones Unidas
Rural
Urbana
Previsión
1997–1999 2015 2030
El estado de la inseguridad alimentaria en el mundo 2004
19
años, y se espera que crezcan otro 345
por ciento para el año 2030, lo que aporta
una nueva prueba de los cambios en los
sistemas alimentarios y en las preferen-
cias dietéticas.
Los expertos en nutrición observan dos
tendencias distintas impulsadas por di-
chos cambios: la convergencia dietética
y la adaptación dietética. La primera se
refiere a la creciente similitud de las die-
tas de todo el mundo; y se caracteriza por
una mayor dependencia con respecto a
un menor número de cereales básicos (el
trigo y el arroz), así como por un mayor
consumo de carne, productos lácteos,
aceites comestibles, sal y azúcar, y un
menor aporte de fibras dietéticas (véase
el gráfico). La adaptación dietética, por su
parte, refleja el ritmo rápido y el apremio
del tiempo en los tipos de vida urbana. En
los hogares en los que ambos progeni-
tores suelen recorrer grandes distancias
para ir a trabajar y tienen horarios de
trabajo muy largos, se consumen más
comidas fuera de casa y se adquiere un
mayor número de alimentos elaborados
de marca.
Concentración del comercio y de la
venta al por menor de alimentos
Las tendencias hacia la convergencia y la
adaptación dietéticas se han estimulado
con la creciente concentración de la ela-
boración y del comercio al por menor de
los alimentos. América Latina y Asia, las
regiones que presentan tendencias más
pronunciadas en ese sentido, han experi-
mentado un crecimiento explosivo, tanto de
las inversiones por parte de las corpora-
ciones alimentarias multinacionales como
de la proporción de los alimentos vendidos
a través de los supermercados.
En el decenio que va de 1988 a 1997, la
inversión extranjera directa en la industria
alimentaria aumentó de 743 millones de
dólares EE.UU. a más de 2 100 millones
de dólares en Asia, y de 222 millones de
dólares a 3 300 millones en América Latina,
superando con creces el nivel de inversio-
nes en agricultura (véase el gráfico).
Durante aproximadamente el mismo
período, la proporción de las ventas de
alimentos a través de los supermercados
se duplicó con creces, tanto en América
Latina como en Asia oriental y sudorien-
tal (véase el gráfico de la página 18). En
América Latina, los supermercados au-
mentaron en diez años su cuota de ventas
de alimentos en un porcentaje casi tan alto
como el que Estados Unidos alcanzó en 50
años. En los países más grandes y ricos de
América Latina, que representan las tres
cuartas partes de la economía latinoame-
ricana, la cuota de ventas de los supermer-
cados pasó de un 15–20 por ciento en 1990
al 60 por ciento en 2000. En Asia, el auge
de los supermercados empezó más tarde,
pero despegó de forma todavía más rápida.
En tan solo dos años, de 1999 al 2001, la
proporción de alimentos elaborados y en-
vasados vendidos por los supermercados
en las zonas urbanas de China aumentó
en más del 50 por ciento.
Las empresas alimentarias trans-
nacionales también desempeñaron un
papel fundamental en este auge de los
supermercados. Entre los años 1980 y
2001, cada una de las cinco cadenas de
supermercados más grandes del mundo
(cuyas sedes centrales están todas ubi-
cadas en Europa o en los Estados Unidos
de América) amplió el número de países
en los que operaba en al menos un 270
por ciento (véase el gráfico). El rápido
aumento y la creciente concentración de
los supermercados son dos de las causas
y consecuencias más visibles de la trans-
formación y consolidación de los sistemas
alimentarios mundiales: desde la produc-
ción agrícola, pasando por el comercio, la
elaboración y venta al por menor, hasta
el consumo de alimentos. Estos cam-
bios tienen profundas repercusiones en
la seguridad alimentaria y en el bienes-
tar nutricional de las personas situadas a
ambos extremos de la cadena, desde los
agricultores que deben adaptarse a los
requisitos y normas impuestos por unos
mercados en continua evolución hasta los
consumidores de las zonas urbanas, que
cada vez dependen más de los alimentos
elaborados y de las comidas adquiridas
en los puestos ambulantes y en los res-
taurantes de comida rápida.
Inversión extranjera en la
agricultura y en la industria
alimentaria, 1988–1997
3 500
3 000
2 500
2 000
1 500
1 000
500
0
1988 1997 1988 1997 1988 1997
África
Asia
América Latina
subsahariana
y el Pacífi co
y el Caribe
$ EE.UU. (en millones)
Fuente: FAO
Expansión mundial de los
supermercados transnacionales,
1980–2001
35
30
25
20
15
10
5
0
Número de países en los que operan
Agricultura
Alimentos, bebidas
y tabaco
Variaciones en las dietas
de los países en desarrollo,
1964–1966 a 2030
1964–1966 1997–1999 2030
Kcal/per cápita/día
Fuente: FAO
3 000
2 500
2 000
1 500
1 000
500
0
Otros
Legumbres
Raíces y tubérculos
Carne
Azúcar
Aceites vegetales
Otros cereales
Arroz
Trigo
Carrefour
(Francia)
Ahold (Países
Bajos)
Walmart
(EE.UU.)
Tesco
(Reino Unido)
Metro
(Alemania)
Fuente: UK Food Group
1980 2001
El estado de la inseguridad alimentaria en el mundo 2004
20
L
os cambios en los mercados alimen-
tarios, estimulados por el rápido cre-
cimiento de las ciudades y de los
ingresos tienen fuertes repercusiones en
la seguridad alimentaria de millones de
personas que no forman parte de la po-
blación urbana ni tampoco son ricos, es
decir los pequeños agricultores y los tra-
bajadores sin tierra de las zonas rurales,
que componen el grueso de la población
crónicamente hambrienta del mundo. Para
esas personas, la globalización de las in-
dustrias de la alimentación y la expansión
de los supermercados presentan tanto una
oportunidad de acceder a nuevos y lucrati-
vos mercados como un importante riesgo
de aumentar su marginación e incluso de
extremar su pobreza.
Durante las últimas décadas, un puñado
de corporaciones transnacionales, vertical-
mente integradas, ha ganado un creciente
control sobre el comercio, la elaboración
y la venta mundiales de alimentos. En la
actualidad, las 30 mayores cadenas de
supermercados acumulan alrededor de
un tercio de las ventas de alimentos en
todo el mundo. En América del Sur y en
Asia oriental, la proporción de ventas de
alimentos al por menor de los supermer-
cados se ha disparado, pasando de menos
del 20 por ciento a más del 50 por ciento
durante este último decenio (véase el grá-
fico). Además, las cadenas más grandes
(que pertenecen en gran parte a empresas
multinacionales gigantes) controlan ahora
del 65 al 95 por ciento de las ventas que se
realizan en los supermercados en América
Latina (véase el gráfico).
Oportunidades y riesgos
El creciente predominio de los supermer-
cados ha ofrecido a los consumidores ur-
banos un mayor surtido y comodidad,
así como precios más bajos y una mayor
calidad e inocuidad de los alimentos.
Dicho predominio también ha llevado a la
creación de cadenas de suministro con-
solidadas, en las que los compradores, al
servicio de un puñado de enormes empre-
sas de elaboración y venta al por menor
de alimentos, ejercen un poder cada vez
mayor para establecer normas, precios y
plazos de entrega.
La globalización del abastecimiento de
los supermercados ha creado oportunidades
sin precedentes para algunos agricultores
en los países en desarrollo. En Kenya, por
ejemplo, las exportaciones de frutas frescas,
hortalizas y flores cortadas destinadas a
su venta en supermercados europeos au-
mentaron hasta superar los 300 millones
de dólares EE.UU. al año. Los pequeños
productores que se dedican al mercado
de la exportación obtienen ingresos signi-
ficativamente más altos que las unidades
familiares que no participan en este ne-
gocio. Un estudio reciente determinó que
si las unidades familiares rurales que no
participan pudieran dedicarse a los cultivos
hortícolas para la exportación, su tasa de
pobreza disminuiría en aproximadamente
un 25 por ciento (véase el gráfico).
No obstante, a medida que el volumen de
las exportaciones keniatas ha ido crecien-
do, la cuota de producción de los pequeños
productores ha ido menguando. Antes del
auge de las exportaciones hortícolas de la
década de los noventa, los pequeños cul-
tivadores producían el 70 por ciento de las
hortalizas y frutas que se expedían por vía
marítima desde Kenya. Sin embargo, a fi-
nales del decenio, el 40 por ciento de dicha
producción se cultivaba en explotaciones
agrícolas cuyos propietarios o arrendatarios
directos eran importadores de países desa-
rrollados, el otro 42 por ciento se cultivaba
en grandes explotaciones comerciales. Por
entonces, los pequeños productores sólo
producían el 18 por ciento.
El crecimiento de los supermercados
en los países en desarrollo ha creado un
sector interno caracterizado por un abas-
tecimiento centralizado y altos niveles de
calidad, que ha sobrepasado rápidamen-
te al mercado de las exportaciones en la
Presentación especial
Las repercusiones de los cambios de los sistemas
alimentarios en los pequeños agricultores
de los países en desarrollo
Exportaciones en el sector
de la horticultura y reducción
de la pobreza en Kenya
* Recuento de unidades familiares cuyos gastos
en alimentación son insufi cientes para satisfacer
la ingestión recomendada de alimentos al día
Fuente: McCulloch y Ota
Proporción de las ventas
de alimentos al por menor
de los supermercados
América Central
América del Sur
Asia sudoriental
Asia oriental*
Europa central
Sudáfrica
Kenya
Zimbabwe
China
(zonas urbanas)
0 20 40 60
Concentración del sector de los
supermercados en América Latina
0
20
40
60
80
00
100
80
60
40
20
0
% de ventas de las 10 principales cadenas
dentro del volumen de ventas totales
Fuente: Faigenbaum
* excl. China
M
éxic
o
Argentina
Colom
bia
Brasil
Chile
0 20 40 60 80 100
Pobreza alimentaria de una unidad familiar (%)*
Fuente: Reardon et al.
1992
2002
Unidades familiares que no participan
Simulación del cambio
en el caso de convertirse en un:
trabajador agrícola contratado
pequeño productor participante
El estado de la inseguridad alimentaria en el mundo 2004
21
mayoría de países. Los supermercados de
América Latina, por ejemplo, compran ac-
tualmente un volumen de frutas y hortali-
zas frescas a los agricultores locales que
es 2,5 veces mayor que el volumen regio-
nal de este tipo de exportaciones al resto
del mundo. Al igual que sus homólogos
en los países industrializados, las cade-
nas de supermercados nacionales están
orientándose hacia la contratación de un
número limitado de proveedores capaces
de satisfacer sus demandas.
Carrefour, la cadena de supermercados
más grande del mundo, ha creado su propio
y gigantesco centro de distribución en São
Paulo (Brasil), el cual abastece a un merca-
do de más de 50 millones de consumidores.
Carrefour adquiere los melones de tan sólo
tres explotaciones agrícolas, situadas en el
noreste del Brasil, para aprovisionar todos
sus establecimientos brasileños y despacha
el resto por vía marítima a los centros de
distribución que posee en 21 países.
En Brasil, también los pequeños produc-
tores lácteos han pagado el precio de la con-
solidación. Entre 1997 y 2001, más de 75 000
productores lácteos fueron «eliminados» del
mercado por las 12 principales empresas
elaboradoras de leche (véase el gráfico).
Presumiblemente la mayoría de ellos
quebraron. Un proceso de consolidación
similar está teniendo lugar de forma aún
más acelerada en Asia. En menos de cinco
años, la principal cadena de supermercados
de Tailandia redujo su lista de proveedores
de hortalizas de 250 a sólo 10.
Los pequeños productores afrontan nu-
merosos obstáculos para poder enrolarse
en las filas de los proveedores escogidos
por los supermercados. La consecución de
los niveles de calidad y fiabilidad requeridos
pueden precisar importantes inversiones
en sistemas de riego, invernaderos, camio-
nes, cámaras frigoríficas y tecnologías de
envasado. Además, para los supermerca-
dos, los costos de tramitación pueden ser
notablemente más altos en el caso de la
negociación y gestión de los contratos con
los pequeños productores.
Potenciar la autonomía
de los pequeños productores
Por lo general, los pequeños productores
que han logrado convertirse en proveedo-
res de supermercados han superado estos
obstáculos creando cooperativas o inscri-
biéndose en planes de producción por con-
trata. Con frecuencia se han beneficiado, en
sus inicios, de información, capacitación y
fondos concedidos mediante iniciativas de
desarrollo del sector público y privado.
En Zambia, por ejemplo, un consorcio de
organizaciones gubernamentales e indus-
triales prestó su ayuda para establecer una
asociación formada por varios ministerios
gubernamentales, la principal cadena de
supermercados del país, proveedores de
insumos agrícolas y la comunidad de agri-
cultores pobres de Luangeni. Este proyecto
hizo posible que los agricultores empezaran
a suministrar hortalizas de gran calidad
a Shoprite. Los participantes afirmaron
que no sólo sus ingresos habían aumen-
tado notablemente sino que su nutrición
había mejorado.
Algunas cooperativas de agricultores han
logrado penetrado en nichos de mercado
dinámicos y lucrativos al lograr que sus
productos obtuvieran la certificación de
«biológicos», «ecológicos» o de «comercio
leal». Estos productos obtienen un mejor
precio en el mercado y reportan mayores
beneficios. Para los pequeños productores,
la agricultura biológica ofrece otras venta-
jas: una menor dependencia con respecto
a los insumos agrícolas que deben com-
prarse, como plaguicidas y fertilizantes, y
una mayor utilización de la mano de obra
de bajo costo.
La cooperativa mexicana Del Cabo, por
ejemplo, ha prosperado abasteciendo de
tomates
cherry
orgánicos a los supermer-
cados de los Estados Unidos. Desde que se
fundó, a mediados de los años ochenta, ha
ido creciendo hasta englobar a 250 explo-
taciones agrícolas familiares, muchas de
las cuales ocupan menos de 2 hectáreas
de tierra. Los ingresos medios de la coo-
perativa han aumentado de 3 000 dólares
EE.UU. a más de 20 000 dólares EE.UU.
Los productos certificados suelen
lograr un mejor acceso a los mercados
de los países industrializados y podrían
lograr ventajas similares a nivel local, a
medida que los consumidores sean más
exigentes en cuanto a la calidad, inocui-
dad y sostenibilidad de los alimentos. No
obstante, el proceso de certificación es
caro y puede convertirse en un obstáculo
importante para los pequeños productores,
que a menudo carecen de la posibilidad de
acceder a los créditos, información y capa-
citación que necesitarían para introducirse
en esos nichos de mercado.
Debido a que los supermercados están
expandiendo sus negocios para abaste-
cer no sólo a las élites acomodadas de
las ciudades, sino también a las clases
medias y trabajadoras de los suburbios
y poblaciones a lo largo y ancho de los
países, una cadena de supermercados
centroamericana ha estimado que sólo
el 17 por ciento de la población está fuera
de su alcance. Ese 17 por ciento está con-
siderado el segmento de población más
pobre de las zonas rurales. Los pequeños
productores que no logren poner un pie en
este mercado globalizado corren el riesgo
de quedar confinados en el sector de una
minoría permanentemente marginada y de
quedar excluidos del sistema alimentario,
tanto en su función de productores como
de consumidores.
Número y tamaño de los
proveedores de los 12 mayores
elaboradores de leche en el Brasil
200
150
100
50
0
Fuente: www.terraviva.com.br
Número de proveedores (en miles)
Litros/día/agricultor
Fuentes de abastecimiento
de un supermercado en Kenya,
1997–2008
Pequeños Medianos/ Interme- Importa-
agricultores grandes diarios ciones
agricultores
% de suministros
80
60
40
20
0
Fuente: Neven y Reardon
1997
2003
2008
1997 1998 1999 2000 2001
El estado de la inseguridad alimentaria en el mundo 2004
22
P
or lo general, el aumento de los
ingresos y la reducción de los ni-
veles de hambre y malnutrición se
han asociado al rápido crecimiento de las
ciudades en el mundo en desarrollo. No
obstante, aunque normalmente la propor-
ción de la población que pasa hambre sigue
siendo más baja en las urbes, el número
de habitantes que padecen hambre y po-
breza en las ciudades está aumentando
rápidamente, a la par que el total de la
población urbana.
Un estudio del Instituto Internacional
de Investigaciones sobre Políticas
Alimentarias (IIPA) ha analizado las ten-
dencias de la pobreza y la malnutrición
urbanas en 14 países en desarrollo entre
los años 1985 y 1996. En la mayoría de
estos países, el número de niños con in-
suficiencia ponderal que viven en las zonas
urbanas está creciendo, y aumenta a un
ritmo más rápido que en las zonas rurales.
En 11 de estos 14 países, la proporción de
niños en edad preescolar con insuficiencia
ponderal que viven en las zonas urbanas
también ha aumentado con respecto al
total nacional (véase el gráfico).
Más del 40 por ciento del total de la
población urbana de los países en desarro-
llo vive en barriadas pobres. Ello significa
que alrededor de 950 millones de personas
carecen de uno o varios tipos de servicios
básicos, como disponer de un espacio vital
suficiente, agua potable o instalaciones de
saneamiento mejoradas. Muchas de ellas
tampoco tienen acceso a una alimenta-
ción adecuada, incluso a pesar de que
la población pobre de las zonas urbanas
de muchos países en desarrollo destina,
como mínimo, el 60 por ciento del total
de sus gastos a la compra de alimentos.
En la India, el 36 por ciento de los niños
de las zonas urbanas padece retraso del
crecimiento y el 38 por ciento sufre una
insuficiencia ponderal.
Un estudio reciente de la FAO comparó
los niveles de retraso del crecimiento en
las zonas urbanas y rurales en Angola,
la República Centroafricana y el Senegal.
Aunque en conjunto la prevalencia del re-
traso del crecimiento es mayor en las zonas
rurales, la prevalencia es básicamente la
misma en ambas zonas si se toman en
cuenta las condiciones económicas de la
población (véase el gráfico).
Evolución de los estilos de vida,
cambio en las dietas
El proceso de urbanización y la globaliza-
ción de los sistemas alimentarios no sólo
están rediseñando el mapa del hambre y
de la malnutrición en los países en desa-
rrollo, sino también su perfil.
El consumo per cápita de aceites ve-
getales y de alimentos de origen animal
como la carne, los lácteos, los huevos y el
pescado se duplicó en el conjunto de los
países en desarrollo entre los años 1961
y 2000. En aquellas zonas donde se han
acelerado los ritmos de crecimiento de
las ciudades y de los ingresos, también
se han acelerado los cambios dietéticos.
En China, por ejemplo, la proporción de
adultos de las zonas urbanas que siguen
dietas alimentarias ricas en grasas (en las
que más del 30 por ciento de las calorías
provienen de las grasas) pasó del 33 al
61 por ciento en tan solo seis años, entre
1991 y 1997.
Los cambios en la composición de las
dietas y el aumento del consumo de ali-
mentos elaborados son el resultado de la
evolución de los estilos de vida y la rápida
expansión de los establecimientos de comi-
da rápida y de las cadenas de supermerca-
dos. En 1987, Kentucky Fried Chicken abrió
el primer restaurante de comida rápida en
Beijing. Quince años más tarde la cadena
contaba con más de 600 establecimien-
tos en China, y el total de sus ventas de
comida rápida rebasa los 24 000 millones
de dólares EE.UU. al año.
Tal vez la población pobre de las zonas
urbanas no pueda permitirse comer en
los restaurantes de comida rápida, sin
Tendencias de la malnutrición en
las zonas urbanas, en determinados
países en desarrollo
1985 1987 1989 1991 1993 1995
Fuente: IIPA
100
80
60
40
20
0
retraso del crecimiento, %
Fuente: FAO
Presentación especial
El nuevo perfil del hambre y de la malnutrición
0
0
0
0
0
0
0
0
70
60
50
40
30
20
10
0
% del gasto total
Fuente: IIPA
niños con insufi ciencia ponderal
en las zonas urbanas % del total
60
50
40
30
20
10
0
Brasil
Filipinas
Mauritania
Perú
Zambia
Egipto
Nigeria
Honduras
Madagascar
Tanzanía*
Bangladesh
Uganda
China
Malawi
Q1 Q2 Q3 Q4 Q5
Índice de bienestar, quintiles
los más pobres los más ricos
Q1 Q2 Q3 Q4 Q5
Gasto, quintiles
los más pobres los más ricos
*República Unida de
Retraso del crecimiento por lugar
de residencia y nivel de riqueza,
en tres países africanos
Proporción de gasto en alimentación
y alimentos de venta callejera sobre
el total de gastos, Accra, Ghana
Zonas urbanas
Zonas rurales
Alimentos
Alimentos de
venta callejera
El estado de la inseguridad alimentaria en el mundo 2004
23
embargo comparten el estilo de vida y
los cambios dietéticos que ha comportado
el proceso de urbanización. En las ciuda-
des, desde Bangkok a Bamako, la pobla-
ción pobre suele adquirir más de la mitad
de sus comidas en los puestos de comida
ambulantes. Un estudio realizado en Accra,
Ghana, determinó que los habitantes más
pobres de la ciudad destinan el 40 por cien-
to de su presupuesto de alimentación y el
25 por ciento del total de sus gastos a com-
prar alimentos de venta callejera (véase el
gráfico de la página 20).
Cambio en las dietas,
problemas en aumento
Debido a que la gente consume una mayor
cantidad de aceites, carne y productos lác-
teos y menos fibras dietéticas, así como
más comidas rápidas y menos platos
caseros, muchos países en desarrollo se
enfrentan actualmente a un doble reto:
el hambre generalizada, por un lado, y
el rápido aumento de la diabetes, de las
enfermedades cardiovasculares y de otras
enfermedades no transmisibles relaciona-
das con la alimentación, por el otro.
Se estima que 84 millones de adultos en
los países en desarrollo padecen diabetes,
y que hacia el año 2025 ese número ascen-
derá a 228 millones, de los cuales el 40 por
ciento vivirá en los países superpoblados
de China y la India (véase el gráfico). Los
niveles de obesidad, cardiopatías y otras
dolencias relacionadas con la alimentación
también están aumentando rápidamente,
no sólo en las ciudades sino también en
las zonas rurales, influidos por los cambios
económicos y sociales que han impulsado
la «transición de la nutrición».
Un conjunto de datos cada vez mayor
sugiere que la población pobre es la que
corre mayor riesgo, no sólo de padecer
hambre y carencias de micronutrientes,
sino de sufrir diabetes, obesidad e hiper-
tensión. Un estudio reciente sobre las
tendencias en la nutrición y sus causas
subyacentes en América Latina determinó
que las tasas de obesidad son más altas
y aumentan con mayor rapidez en los
segmentos más pobres de la población.
Dicho estudio concluyó que probablemente
la obesidad y las enfermedades crónicas
afines aumentarán en los países en los que
la malnutrición materna e infantil coexis-
tan con la urbanización y el crecimiento
económico.
Hace tiempo que se sabe que los niños
nacidos de madres subnutridas tienen más
probabilidades de sufrir insuficiencia pon-
deral al nacer, y que tanto su desarrollo
físico como intelectual pueden estar daña-
dos. Cada vez hay más datos que demues-
tran que un peso muy bajo al nacer y un
retraso del crecimiento durante los prime-
ros años de vida intensifican los riesgos
de padecer diabetes, cardiopatías y otras
dolencias comúnmente asociadas con un
consumo excesivo de alimentos y la falta
de ejercicio físico en la etapa adulta.
Ello se conoce como «la hipótesis de
Barker», denominada así por el autor de
un estudio que demostró que los adultos
que habían padecido insuficiencia ponde-
ral al nacer sufrían una tasa más alta de
mortalidad debido a cardiopatías o ataques
al corazón. Se ha sugerido que ello puede
ser el resultado de la «programación fetal»,
en la que el cuerpo se adapta a la priva-
ción nutricional utilizando métodos que le
ayudan a sobrevivir a corto plazo, pero que
a largo plazo ponen en peligro su salud. A
pesar de que esta hipótesis sigue siendo
polémica, otros estudios han demostrado
correlaciones similares entre un peso muy
bajo al nacer y una mayor prevalencia de
la resistencia a la insulina y de la diabetes
de tipo 2 (véase el gráfico).
Varios estudios llevados a cabo en
Mysore, en el sur de la India, confir-
maron que los hombres y mujeres que
habían sufrido insuficiencia ponderal al
nacer corrían un riesgo mayor de padecer
enfermedades cardiovasculares y resis-
tencia a la insulina; aunque son los bebés
pequeños y gordos nacidos de madres con
sobrepeso los que se enfrentan al riesgo
más alto de padecer diabetes en su etapa
adulta. Estos resultados sugieren que la
epidemia de diabetes que amenaza a la
India puede ser debida a una combina-
ción del hambre y de la urbanización. De
acuerdo con esta teoría, muchas de esas
madres también nacieron con bajo peso
y, por tanto, tienen predisposición a pa-
decer obesidad y resistencia a la insulina.
Cuando emigran a las ciudades, modifican
sus regímenes alimentarios y disminuyen
la actividad física, por lo tanto aumentan
las probabilidades de convertirse en hi-
perglucémicas. Se sabe que la aparición
de la hiperglucemia durante el embarazo
está asociada al consecuente nacimiento
de bebés pequeños y gordos, que sufren
un mayor riesgo de padecer diabetes en
su etapa adulta, exactamente igual que
los bebés que estuvieron bajo observación
durante el estudio de Mysore.
Para hacer frente al doble desafío
del hambre crónica y del aumento de
las en-fermedades no transmisibles es
necesario contar con políticas alimen-
tarias y nutricionales específicas para
los grupos vulnerables de la población
urbana y rural pobre. Asegurar que los
niños y las mujeres en edad fértil tengan
acceso al aporte de energía y variedad
dietética adecuados es fundamental para
poder romper la cadena de transmisión
del hambre y la malnutrición de una ge-
neración a la siguiente y que aflige a los
pobres a lo largo de una vida carente de
oportunidades.
Prevalencia de la diabetes en
determinados países en desarrollo,
1995–2025
Prevalencia de la diabetes (%)
15
12
9
6
3
0
Fuente: OMS
Intolerancia a la glucosa,
diabetes y bajo peso al nacer
40
30
20
10
0
Fuente: Barker
2,5 2,5– 2,95– 3,41– 3,86– *4,31
2,94 3,40 3,85 4,30
Peso al nacer (kg)
Brasil
China
Colom
bia
Egipto
Fiji
India
M
éxic
o
Ta
nzanía*
Tailandia
% población con intolerancia
a la glucosa o que sufre de diabetes
*República Unida de
1995
2025
El estado de la inseguridad alimentaria en el mundo 2004
24
Hacia el logro de los compromisos de la Cumbre
La «revolución blanca» de la India
El rápido e ininterrumpido crecimiento del
sector lácteo en la India ha estimulado la
consecución de logros tan significativos en
la mitigación de la pobreza y en la mejora
de la nutrición que ha recibido el apodo
de la «revolución blanca». La producción
de leche en dicho país ha aumentado de
menos de 30 millones de toneladas en 1980
a alrededor de 87 millones de toneladas
en 2003 (véase el gráfico). La India es ac-
tualmente el mayor productor de leche del
mundo. A pesar del rápido crecimiento de
la población, la disponibilidad de leche por
persona pasó de menos de 50 kilocalorías
al día en 1980 a 80 kilocalorías al día en
2000.
El aumento de la disponibilidad de
leche representa una importante mejora
en materia de nutrición, sobre todo en un
país donde muchas personas son vegeta-
rianas y los productos lácteos son los que
introducen en sus dietas la mayor parte de
las proteínas animales.
Se estima que la producción de leche
ha elevado los ingresos de entre 80 y 100
millones de familias. La gran mayoría de
ellas están formadas por agricultores pe-
queños y marginales, cuyas parcelas de
tierra suelen ser demasiado reducidas para
mantener a sus familias, así como por tra-
bajadores sin tierra que dependen de los
bosques y tierras de pasto comunales para
obtener forraje. Más del 70 por ciento de la
leche que se produce en la India procede
de unidades familiares que sólo poseen
uno o dos animales lecheros.
La producción láctea proporciona, en
promedio, alrededor de un cuarto de los
ingresos de los hogares rurales. Sin em-
bargo, supone mucho más que eso para
la población pobre y para las mujeres, que
llevan a cabo más del 90 por ciento de las
actividades relacionadas con el cuidado
y control de los animales lecheros. Por
lo que respecta a las familias sin tierra,
la producción láctea representa más de
la mitad de sus ingresos, mientras que
para los grandes agricultores no llega al
20 por ciento.
La clave de la producción láctea de los
pequeños productores y de la revolución
blanca de la India ha sido la expansión de
una red de cooperativas lecheras a escala
nacional. El sistema de las cooperativas
comenzó como una iniciativa local que ob-
tuvo buenos resultados en Anand (Gujarat)
hace medio siglo. Desde el año 1970, este
método se ha ido reproduciendo en toda la
India mediante un programa en tres fases
conocido como la «Operación Abundancia»,
respaldado por el gobierno indio, la com-
pañía
Anand Milk Union Limited
, la FAO y
el Banco Mundial. En el año 2002, más de
11,2 millones de hogares participaban en
101 000 cooperativas lecheras comunales
(véase el gráfico).
La importancia de los productos lácteos
en las dietas indias ha crecido al mismo
ritmo que la producción de leche y los
ingresos. Entre los años 1970 y 2000, la
proporción del gasto en leche y productos
lácteos aumentó del 10 al 15 por ciento
sobre el total del gasto en alimentación
en las zonas rurales.
Aunque la Operación Abundancia ya
ha concluido, se espera que la produc-
ción láctea en la India se triplique hacia
el año 2020. Gracias a la ayuda de políticas
gubernamentales que facilitan créditos a
la población rural y prestan los servicios
de apoyo esenciales para promover la
producción de leche por parte de los ho-
gares rurales pobres, la revolución blanca
seguirá desempeñando un notable papel
en la reducción de la pobreza y del hambre
en la India.
El derecho a la alimentación obtiene
respaldos
Tras más de un año dedicado a ello, un
Grupo de Trabajo Intergubernamental
tiene previsto concluir la elaboración de
un conjunto de directrices voluntarias para
la realización progresiva del derecho a una
alimentación adecuada, con el tiempo su-
ficiente para someterlas al examen del
Comité de Seguridad Alimentaria Mundial
de la FAO, en su período de sesiones de
septiembre de 2004. Estas directrices
servirán como instrumento práctico en
los esfuerzos nacionales por hacer efec-
tivo el derecho a la alimentación.
Entretanto, numerosos países han
seguido avanzando en la elaboración de
medidas orientadas a que el derecho a
la alimentación pase de ser una mera
declaración de principios a un derecho
exigible.
Sudáfrica es el país que más ha pro-
gresado en ese sentido. El derecho a la
alimentación está consagrado en la cons-
titución adoptada en 1996 tras la abolición
del apartheid, y ésta obliga al Estado a ase-
gurar que todos sus ciudadanos tengan
acceso a una alimentación adecuada en
todo momento. El gobierno sudafricano
Medidas para luchar contra el hambre
Fuente: FAOSTAT
Millones de toneladas
100
80
60
40
20
0
Fuente: FAO
12
10
8
6
4
2
0
1970– 1980– 1990– 2000–
1971 1981 1991 2001
Expansión de las cooperativas
lácteas en la India, 1970–2002
Cooperativas (en diez miles)
Miembros (en millones)
Producción de leche en la India,
1980–2003
1980 1985 1990 1995 2000 2003
El estado de la inseguridad alimentaria en el mundo 2004
25
ha avanzado asimismo en la clarificación
y cumplimiento de dicha obligación con
la redacción de una legislación completa
sobre las cuestiones relacionadas con la
alimentación, que ha tomado la forma de
un Proyecto de ley nacional sobre la se-
guridad alimentaria. Tanto la India como
Uganda también han reforzado reciente-
mente el derecho a la alimentación, al
convertirlo de un principio directivo en
un derecho legalmente «justiciable».
En la India, las organizaciones no gu-
bernamentales han logrado llevar a juicio
diversos casos de vulneración del derecho
a la alimentación. La organización
People’s
Union for Civil Liberties
, por ejemplo, de-
nunció que el sistema público de distribu-
ción de alimentos no está funcionando en
algunos distritos y que no se ha hecho nada
para intentar prevenir las enfermedades
asociadas al hambre. Aunque el Tribunal
Supremo aún no ha dictado una sentencia
firme al respecto, ya ha emitido «apremios
provisionales» que compelen al gobierno a
ofrecer comidas al mediodía en todas las
escuelas primarias, así como a propor-
cionar 35 kilogramos de cereales al mes
a 15 millones de familias indigentes y a
duplicar los fondos del principal programa
de empleo rural de la India.
Los procesos judiciales pueden ser lar-
gos y costosos. Por ello, en algunos países,
se están utilizando mecanismos cuasiju-
diciales para reclamar el derecho a la ali-
mentación. En el Brasil, por ejemplo, la
fiscalía (el Ministerio Público) puede iniciar
un proceso civil contra cualquier persona
o entidad, incluidos los organismos guber-
namentales, «a fin de proteger el patrimo-
nio público y social, el medio ambiente u
otros intereses difusos y colectivos».Desde
que en la Constitución de 1988 se amplió
el ámbito de aplicación de estos «proce-
sos civiles públicos», la fiscalía los está
utilizado cada vez más para reclamar el
cumplimiento de derechos tales como
el derecho a la alimentación, que podría
derivarse del derecho constitucional a la
«educación, la sanidad, el trabajo, el ocio,
la seguridad, el bienestar social, la pro-
tección de la maternidad y la infancia».
De hecho, una encuesta de opinión entre
los fiscales reveló su convencimiento de
que el Ministerio Público puede contri-
buir más que cualquier otra institución
o sector a la ampliación y consolidación
de esos «derechos difusos y colectivos»
(véase el gráfico).
El Grupo de Trabajo sobre el Hambre
promueve la aplicación de medidas
Tanto los Objetivos de Desarrollo del
Milenio como la Declaración de Roma
de las Naciones Unidas, aprobados por
los Jefes de Estado y de Gobierno en la
Cumbre Mundial sobre la Alimentación,
fijaron el compromiso de reducir el hambre
a la mitad para el año 2015. El Proyecto
del Milenio de las Naciones Unidas ha es-
tablecido un «Grupo de Trabajo sobre el
Hambre» para trabajar específicamente
en la promoción de medidas inmediatas
a fin de lograr dicho objetivo. Dicho grupo
incluye a expertos en nutrición, agricul-
tura, sostenibilidad ambiental, investiga-
ción, creación de capacidades, negocios
y comunicaciones, que provienen de un
amplio abanico de instituciones públicas
y privadas.
Este Grupo de Trabajo ha llevado a cabo
una investigación para determinar con
mayor precisión quiénes padecen hambre
y dónde viven; tras lo cual se ha elaborado
un conjunto de mapas en los que se seña-
lan las zonas del mundo más gravemente
afectadas por el hambre, que han servido
para definir las tipologías generales del
hambre. De acuerdo con la información
disponible, el Grupo de Trabajo ha llegado
a la conclusión de que aproximadamente la
mitad de las personas que padecen hambre
en el mundo pertenecen a comunidades de
pequeños agricultores, mientras que otro
20 por ciento son campesinos sin tierra
y un 10 por ciento vive en comunidades
cuyos medios de subsistencia dependen
del pastoreo, la pesca o los recursos fo-
restales. El 20 por ciento restante vive en
ciudades (véase el gráfico).
Dentro de dichas comunidades, el ham-
bre afecta de forma desproporcionada a
los grupos más vulnerables, lo que inclu-
ye a los niños menores de cinco años, las
mujeres en edad fértil y las madres con
niños pequeños, así como los enfermos
y las personas más débiles. Por ello, el
Grupo de Trabajo ha solicitado que se
lleven a cabo programas urgentes con la
debida financiación para mejorar la salud
perinatal y los servicios de nutrición y para
proporcionar alimentos a los más necesita-
dos. También está haciendo hincapié en la
necesidad de renovar y aumentar el apoyo
a los pequeños agricultores, con especial
atención a la mejora de la fertilidad de los
suelos, el aprovechamiento de las aguas,
las semillas mejoradas y un restableci-
miento y revisión íntegros de los servicios
de extensión. Todas las recomendaciones
del Grupo de Trabajo sobre el Hambre se
centran en invertir en la población pobre y
en las infraestructuras y servicios que pre-
cisan para escapar del ciclo de la miseria
y del hambre extremas. Tras las primeras
medidas aplicadas en varios países afri-
canos, el Grupo de Trabajo intenta ahora
calcular la suma total de inversiones que se
requieren, a fin de solicitar a las Naciones
Unidas y a sus Estados Miembros que fa-
ciliten los fondos necesarios.
Fuente: Arantes
Ministerio Público
Sociedad
Otros organismos
Prensa
Abogados
Órganos judiciales
Sindicatos
Iglesias
Órganos legislativos
Órgano ejecutivo
0 20 40 60 80 100
Porcentaje de fi scales
que consideran que la contribución
es alta o muy alta (%)
Fuente: Grupo de Trabajo sobre el Hambre
Pequeños agricultores 50%
Población
pobre de
las zonas
urbanas
20%
Campesinos
sin tierra
20%
Pastores,
pescadores y personas
que dependen
de los bosques 10%
Quienes padecen hambre
Opiniones de los miembros
del Ministerio Público sobre
las contribuciones en favor de los
derechos colectivos en el Brasil
Organismos que
contribuyen en favor
de los derechos colectivos
El estado de la inseguridad alimentaria en el mundo 2004
26
Hacia el logro de los compromisos de la Cumbre
L
as 21 crisis humanitarias más gra-
ves del 2003 afectaron a más de 45
millones de personas. La mayoría
de esas crisis, a menudo originadas por
conflictos armados y agravadas por las
sequías, las inundaciones y los efectos
de la pandemia del SIDA, se han alar-
gado durante numerosos años (véase el
mapa). Las crisis prolongadas interrum-
pen la producción de alimentos y minan
la seguridad alimentaria, apartando a la
población de sus hogares, golpeando los
cimientos de sus medios de subsistencia y
corroyendo el tejido social de las familias,
comunidades y países.
No obstante, con frecuencia, los agri-
cultores y comunidades muestran una
extraordinaria capacidad de adaptación
ante tales catástrofes. Por ejemplo,
cuando Angola estaba llegando al fin de
casi treinta años de guerra civil, un amplio
examen sobre la recuperación agrícola y
las opciones de desarrollo constató que
en muchas áreas las instituciones comu-
nales tradicionales se habían mantenido
prácticamente intactas, demostrando una
capacidad ininterrumpida para gestionar
la asignación de tierras y los sistemas
de riego en pequeña escala. Un estudio
monográfico, realizado en un área de Sri
Lanka destrozada por la guerra, relató el
caso de los agricultores de un pueblo Tamil
que se habían visto forzados a abandonar
sus tradicionales cultivos de arroz en las
tierras húmedas, pero que lograron ganar
una considerable suma en metálico gracias
a cultivos de secano en las colinas cercanas
y convirtiéndose en trabajadores asalaria-
dos. Otros ejemplos similares en cuanto
a la destrucción y capacidad de adapta-
ción figuran en informes de otros países
destruidos por la guerra, las catástrofes
naturales y el VIH/SIDA.
En estos últimos años, ha ido aumentan-
do el convencimiento de que las respues-
tas a las crisis crónicas y prolongadas no
deben limitarse a la reiterada movilización
del apoyo de emergencia cuando las con-
diciones humanitarias se deterioran. Los
proyectos de socorro y rehabilitación son
mucho más efectivos si se construyen sobre
los cimientos de la capacidad de adaptación
que han mostrado algunas comunidades,
en lugar de depender exclusivamente de
las inyecciones de insumos externos, de
tecnología y de las instituciones.
Capacidad de adaptación, socorro
y rehabilitación
Gracias a diversos estudios, se han de-
terminado algunos factores fundamen-
tales de la capacidad de adaptación de
las comunidades y de los sistemas de
explotación agrícola. Los programas de
socorro de urgencia y rehabilitación han
obtenido éxitos notables trabajando sobre
estas bases:
Fortalecimiento de la diversidad: las
comunidades que se dedican a diversos
cultivos, crían ganado y realizan otras
actividades lucrativas relacionadas con la
alimentación normalmente pueden adap-
tarse y sobrevivir cuando se interrumpe
la producción alimentaria y desaparecen
las instituciones sociales. Así, en la región
occidental del Sudán, por ejemplo, muy
propensa a sufrir sequías, las comunidades
destinaban tradicionalmente gran parte de
sus tierras a la labranza y sólo dejaban una
pequeña porción para apacentar el ganado.
Los alimentos e ingresos que obtenían de
su ganado les ayudaban a sobrevivir duran-
te los años en que la sequía destruía sus
cultivos, lo que era cada vez más frecuente.
Con el objeto de fortalecer su capacidad de
adaptación a las continuas y recurrentes
crisis, se llevó a cabo un proyecto basado
en esa diversidad, alentando un cambio
importante en la orientación de sus recur-
sos de la labranza al pastoreo. Al final del
proyecto, la proporción de tierras destina-
das a apacentar el ganado había pasado
de menos del 30 por ciento a más del 80
por ciento (véase el gráfico de la página
siguiente). Este cambio de orientación en
la utilización del suelo estuvo acompañado
de una gran variedad de otras actividades,
incluidas la recuperación de terrenos de
pasto y la mejora de los servicios veterina-
rios y del acceso a los créditos, todo lo cual
fomentó una mayor diversidad, incrementó
la capacidad de adaptación de la población
y mejoró la seguridad alimentaria.
Apoyo a las instituciones locales:
cuando las crisis se prolongan, el gobier-
no y las instituciones del mercado suelen
hundirse, dejando que las comunidades
se las arreglen por sí solas. Su habilidad
Incluir la capacidad de adaptación de los sistemas
alimentarios y las comunidades en la respuesta
a las crisis prolongadas
Localización y duración de las emergencias alimentarias prolongadas, 2004
Fuente: FAO
Años consecutivos, incluido el 2004
5–8 años 12–14 años
9–11 años Más de 15 años
El estado de la inseguridad alimentaria en el mundo 2004
27
para lograrlo suele depender de la resis-
tencia y adaptabilidad de las comunida-
des y redes de apoyo tradicionales. Es
reconocido que los mercados de semillas
locales son instituciones con capacidad de
respuesta, que pueden estimular tanto la
capacidad de adaptación en situaciones
de crisis como la rehabilitación posterior.
Los organismos dedicados al socorro de
urgencia han comprobado que proporcio-
nar cupones canjeables en los mercados
de semillas locales suele ser mucho más
eficaz que distribuir semillas adquiridas en
los mercados oficiales. Las ferias de semi-
llas permiten que los agricultores puedan
acceder a una selección mucho más amplia
de variedades y cultivos que se adaptan a
las condiciones locales. En las ferias de
semillas organizadas por los Servicios
de Socorro Católico en cinco países del
África oriental, los agricultores pudieron
canjear sus cupones por un promedio de
siete cultivos distintos y de unas diez va-
riedades de cada cultivo. Además, ya que
los fondos del proyecto no se utilizan para
adquirir semillas, entre un 65 y un 80 por
ciento del dinero se queda en la comunidad;
y gran parte de él es para las mujeres. La
mitad de los comerciantes de semillas en
las ferias en Kenya, el Sudán y Uganda y
más del 80 por ciento en la República Unida
de Tanzanía son mujeres.
Facilitar la adaptación y trabajar sobre
la base de los conocimientos locales: las
instituciones y los conocimientos tradicio-
nales suelen proporcionar los cimientos
de la capacidad de adaptación; pero las
condiciones de las crisis también pueden
presentar desafíos sin precedentes que
exigen respuestas creativas. Una forma
de reforzar los conocimientos locales y
trabajar a partir de la capacidad de los
agricultores para adaptarse y reorganizar-
se, ha sido utilizar las Escuelas de campo
para agricultores en varios proyectos. Un
proyecto en Zimbabwe, por ejemplo, uti-
lizó clases participativas impartidas por
agricultores locales para enseñar a las
viudas infectadas de SIDA cómo producir
algodón biológico. Tradicionalmente el
algodón estaba considerado un «cultivo
de hombres». Además, muchas de esas
mujeres no podían sufragarse el alto costo
de los insumos necesarios para cultivar el
algodón tradicional. Sin embargo, el cultivo
del algodón biológico redujo considerable-
mente tanto el costo de los insumos como
las necesidades de mano de obra. A pesar
de que el rendimiento medio se situó por
debajo del obtenido por los agricultores
tradicionales, el ahorro en plaguicidas
(que les supuso economizar en promedio
48 dólares EE.UU. por hectárea) les per-
mitió obtener unos beneficios significati-
vamente más elevados (véase el gráfico).
Los componentes de la capacidad de
adaptación están sirviendo como piezas
clave en los esfuerzos para reconstruir la
economía rural de Sierra Leona, destruida
por más de diez años de guerra civil, y para
alcanzar el objetivo nacional de eliminar
el hambre hacia el año 2007. Cuando la
disponibilidad de cereales se redujo drás-
ticamente durante la guerra, por ejemplo,
los agricultores volvieron a los cultivos que
requerían menos insumos agrícolas y no
dependían del acceso a mercados remotos.
En consecuencia, la producción de yuca y
de otros tubérculos aumentó rápidamente
(véase el gráfico). Por ello, en la campaña
de reconstrucción se ha subrayado la im-
portancia de mantener esa diversidad y de
promover la producción de yuca como clave
para el progreso actual y la capacidad de
adaptación futura.
Los esfuerzos de reconstrucción también
han sacado partido de los conocimientos
locales y de la colaboración de los grupos de
trabajo tradicionales de las comunidades,
a fin de apoyar la selección, multiplicación
y distribución de las variedades de semi-
llas locales más apreciadas. Asimismo, se
están extendiendo las Escuelas de campo
para agricultores a todos los hogares de
las zonas rurales del país, como forma de
estimular la innovación y promover las ins-
tituciones comunitarias y participativas.
Un conjunto creciente de datos confirma
la importancia de fortalecer la capacidad de
adaptación de las sociedades y de los sis-
temas alimentarios antes de que irrumpan
las crisis, así como de introducir esa capa-
cidad de adaptación en las respuestas a las
crisis prolongadas, sobre la base de:
una comprensión dinámica de las opor-
tunidades y capacidades de las comu-
nidades;
un enfoque participativo para definir las
prioridades de las comunidades;
estrategias y políticas que traten los
intereses concretos a largo plazo de
las comunidades con respecto a la se-
guridad alimentaria; y
mecanismos que aseguren que las
evaluaciones sobre la situación de la
seguridad alimentaria, el seguimiento
de los programas y la evaluación de las
repercusiones tengan en consideración la
capacidad de adaptación de los sistemas
alimentarios y de las comunidades.
Fuente: Zakieldin, AIACC
Cambios en la utilización de
la tierra aumentan la resistencia
a las sequías en el Sudán
Utilización de la tierra (%)
Antes del proyecto Después del proyecto
Fuente: FAO
Disponibilidad de tubérculos y
cereales durante la guerra civil
en Sierra Leona
Fuente: LEISA
1 000
800
600
400
200
0
1998 1999 2000
Algodón biológico y tradicional en
la zona del bajo Guruve, Zimbabwe
1998 1999 2000
120
100
80
60
40
20
0
Rendimiento medio
(kg/ha)
Benefi cios medios
($ EE.UU./ha)
TradicionalOrgánico
100
80
60
40
20
0
1991 1992 1993 1994 1995 1996 1997 1998
Disponibilidad per cápita (kg/año)
Cereales
Tubérculos
Tierras de cultivo
Tierras de pasto
100
80
60
40
20
0
El estado de la inseguridad alimentaria en el mundo 2004
28
Hacia el logro de los compromisos de la Cumbre
L
a gran mayoría de los 852 millones
de personas que padecen subnu-
trición crónica en el mundo viven
en zonas rurales de países en desarrollo;
donde viven también gran parte de los
860 millones de adultos analfabetos (de
los cuales la mayoría son mujeres) y de los
130 millones de niños (sobre todo niñas)
que no van a la escuela. El hecho de que
el hambre, el analfabetismo y la falta de
escolarización afecten prácticamente a las
mismas zonas y personas no es una coinci-
dencia, ni tampoco se limita a reflejar que
tanto el hambre como la falta de educación
son aspectos de la extrema pobreza. El
hambre, la malnutrición y la inseguridad
alimentaria erosionan las capacidades
cognitivas y reducen la asistencia escolar;
y, a su vez, el analfabetismo y la falta de
educación reducen la capacidad de obte-
ner ingresos y contribuyen directamente
a generar hambre y pobreza.
Los índices de alfabetización y de
asistencia escolar son especialmente
bajos entre las mujeres y niñas de las
zonas rurales (véase el gráfico). En los 50
países en desarrollo de los que se tienen
datos, el promedio de la asistencia escolar
primaria de las niñas de las zonas rurales
es tan solo del 58 por ciento, en compara-
ción con el 63 por ciento de los niños de
las zonas rurales y más del 75 por ciento
de los niños y niñas de las zonas urbanas.
Por consiguiente, alrededor de dos tercios
de la población analfabeta de los países en
desarrollo son mujeres y la disparidad de
género es considerablemente más elevada
en las zonas rurales.
El hambre y la malnutrición impiden que
los niños vayan a la escuela y merman su
capacidad de aprendizaje cuando logran
asistir. Un estudio realizado en zonas rura-
les del Pakistán demostró que una mejora
relativamente leve en la nutrición aumen-
taría la probabilidad de escolarización en
un 4 por ciento para los niños y en un 19
por ciento para las niñas. Problemas tales
como el bajo peso al nacer, la malnutrición
proteico-calórica, la anemia ferropénica y
la carencia de yodo han sido, todos ellos,
vinculados con deficiencias cognitivas que
reducen la capacidad de aprendizaje infan-
til. Se estima, por ejemplo, que la carencia
de yodo afecta a 1 600 millones de personas
en todo el mundo y ha sido asociada con
una reducción media de 13,5 puntos en el
coeficiente intelectual de la población.
La falta de educación reduce la producti-
vidad y la capacidad de obtener ingresos, y
aumenta la vulnerabilidad frente al hambre
y la pobreza extrema. Las investigaciones
que se han llevado a cabo revelan que los
agricultores con cuatro años de educación
primaria son, en promedio, 8,7 por ciento
más productivos que los agricultores que
no han ido a la escuela. Si además disponen
de insumos adicionales como fertilizantes,
nuevas semillas o maquinaria agrícola, el
incremento de su productividad alcanza el
13 por ciento.
Mejorar la educación para alimentar
tanto el cuerpo como la mente
La mejora de la educación puede ser uno
de los métodos más eficaces para reducir
el hambre y la malnutrición. Las tasas de
Educación para la población rural
y seguridad alimentaria
Correlación entre los altos índices de analfabetismo y la subnutrición
100
80
60
40
20
0
Femenina Masculina Femenina Masculina
Urbana Rural
% de alfabetización
Alfabetización rural y urbana,
1990–1995
(22 países)
Analfabetismo de adultos 30%
Subnutrición 20%
Analfabetismo de adultos 30% y subnutrición 20%
Fuente: FAO
Fuente: FAO
80
60
40
20
0
0–19% 20–34% *35%
Niños menores de cinco años con
insufi ciencia ponderal en las zonas rurales
Femenina
Masculina
Alfabetización y prevalencia
de la subnutrición infantil
en las zonas rurales
% de alfabetización
Fuente: USAID DHS
El estado de la inseguridad alimentaria en el mundo 2004
29
malnutrición disminuyen cuando aumen-
ta la alfabetización, sobre todo entre las
mujeres. El aumento de los índices de
alfabetización femenina en las zonas ru-
rales también se asocia al aumento de la
escolarización de niñas en la educación
primaria y al descenso de las tasas de
malnutrición (véase el gráfico).
La educación también es básica para la
lucha contra el VIH/SIDA. Un estudio re-
ciente llevado a cabo en Uganda demostró
que los niños que finalizaban la educación
primaria tenían sólo la mitad de probabi-
lidades de contraer el VIH, y que aquellos
que acababan la educación secundaria
sólo un 15 por ciento de probabilidades
de contraerlo, en comparación con aquellos
niños que recibían muy poca educación o
ninguna en absoluto.
El Estado indio de Kerala suele citarse
como ejemplo perfecto de la virtuosa con-
junción de beneficios que proporcionan las
inversiones en educación y nutrición. Poco
después de obtener la independencia, los
sucesivos gobiernos de Kerala empezaron
a dar la máxima prioridad a la educación y
han dedicado una especial atención a las
mujeres y niñas de las zonas rurales.
Esta inversión ha merecido la pena.
Aunque el Estado de Kerala no es uno
de los más ricos de la India, se sitúa en
primer lugar en cuanto a la alfabetiza-
ción y escolarización femeninas con un
amplio margen. Kerala también puede
vanagloriarse de que su tasa de malnu-
trición infantil es la más baja y de que su
tasa de mortalidad infantil es una quinta
parte de la del país en su conjunto (véase
el gráfico).
Varios países han reconocido la impor-
tancia de la educación para la población
rural y han adoptado políticas destinadas
a aumentar su accesibilidad y pertinen-
cia. Casi la mitad de las escuelas de las
zonas rurales en Colombia, por ejemplo,
han adoptado el modelo de la «Escuela
Nueva». Estas escuelas priorizan los siste-
mas de aprendizaje participativo y utilizan
un programa de estudios que combina las
materias nacionales comunes con módu-
los locales pertinentes para la cultura y
necesidades de la población rural. Las
comunidades y los padres participan ac-
tivamente en las escuelas. Los índices de
abandono escolar son mucho más bajos y
los resultados en español y matemáticas
son considerablemente mejores que en las
escuelas tradicionales.
El Estado indio de Madhya Pradesh se
comprometió a construir una escuela pri-
maria en el plazo de 90 días para cualquier
comunidad rural que facilitara el terreno y
contratara a un profesor cualificado. Hoy
en día, todos los niños en edad de cursar
la educación primaria en ese Estado están
escolarizados.
Los programas que tratan simultá-
neamente y de forma directa la falta de
educación y la malnutrición han logrado
notables resultados en varios países.
En el marco del programa «Alimentos
por Educación» de Bangladesh, las fa-
milias reciben alimentos si envían a sus
hijos a la escuela, en lugar de ponerlos
a trabajar. Una evaluación del Instituto
Internacional de Investigaciones sobre
Políticas Alimentarias realizado al cabo
de ocho años constató buenos resultados,
tanto en materia de educación como de
nutrición. El índice de asistencia escolar
primaria aumentó, sobre todo entre las
niñas; los índices de ausencia escolar y de
abandono de los estudios descendieron;
y la ingestión de calorías y proteínas se
incrementó notablemente en las familias
que participaron en el programa.
Por su parte, el Programa de Educación,
Salud y Alimentación (PROGRESA) de México
proporciona dinero en efectivo a más de 2,6
millones de familias pobres de las zonas ru-
rales a cambio de que envíen a sus hijos a la
escuela. Los beneficios son más altos para
los niños más mayores y para las niñas, que
cuentan con más probabilidades de abando-
nar los estudios antes de empezar la edu-
cación secundaria. Este programa también
proporciona complementos nutricionales a
los lactantes y a los niños pequeños de las
familias que participan en él.
Después de los tres primeros años de
funcionamiento del programa, la escola-
rización en la etapa crítica de la transición
de la educación primaria a la secundaria
aumentó en un 20 por ciento para las niñas
y en un 10 por ciento para los niños. Una
simulación de las repercusiones a lo largo
de un periodo más largo muestra que, en
promedio, los niños completarían 0,6 cur-
sos escolares más y un 19 por ciento de
esos niños asistiría a algunos cursos de
secundaria (véase el gráfico).
Fuente: PNUD; Comisión
de Planifi cación del Gobierno de la India
Educación y nutrición
en las zonas rurales de Kerala
y del conjunto de la India
Alfabetización
femenina
Escolarización
femenina
Niños con
insufi ciencia
ponderal
Mortalidad
infantil*
0 20 40 60 80 100 %
* Mortalidad infantil = por cada 1000 nacimientos vivos
Kerala India
With PROGRESA
Without PROGRESA
Fuente: Behrman, Sengupta y Todd
Repercusiones del programa
PROGRESA en materia
de escolarización*
40
30
20
10
0
Sólo 10º
primaria año año año año
Proporción en
nivel del curso (%)
Sin PROGRESA
Con PROGRESA
%
Fuente: UNICEF; OMS; UNESCO y FAO
Niñas escolarizadas
Niños y niñas con insufi ciencia ponderal
100
80
60
40
20
0
50% 50–79% *80%
Alfabetización femenina
en las zonas rurales
%
* 18 países agrupados según la alfabetización femenina
Subnutrición infantil
y escolarización femenina
en las zonas rurales*
Zonas rurales
*Simulación de la distribución a la edad de 14 años
El estado de la inseguridad alimentaria en el mundo 2004
30
Hacia el logro de los compromisos de la Cumbre
E
l arroz es fundamental para la se-
guridad alimentaria en el mundo;
constituye la principal fuente de
aporte calórico para aproximadamente
la mitad de la población mundial y es el
alimento básico predominante en 34 países
de Asia, América Latina y África (véase el
mapa). En varios países asiáticos, la po-
blación depende del arroz, que aporta más
de dos tercios de las calorías de sus dietas
y el 60 por ciento de sus proteínas.
Se estima que el cultivo y elaboración
del arroz es también la fuente principal de
empleo e ingresos para unos 2 000 millones
de personas. Los pequeños agricultores de
los países en desarrollo producen y con-
sumen aproximadamente el 90 por ciento
del arroz mundial. En buena parte de los
países más pobres de Asia, el 60 por ciento
de las tierras de cultivo se dedican al arroz
y los segmentos más pobres de la pobla-
ción gastan entre el 20 y el 40 por ciento
de sus ingresos en dicho producto.
Rendimientos más altos,
precios más bajos
En los últimos 40 años, los avances tec-
nológicos y los cambios en las políticas
han estimulado un rápido aumento de
la producción y un brusco descenso de
los precios del arroz. Las variedades de
alto rendimiento introducidas durante
la Revolución verde dieron un fuerte im-
pulso a la producción de arroz. Entre los
años 1961 y 1990, la producción mundial
se duplicó con creces, pasando de 216 a
518 millones de toneladas. El rendimien-
to de las cosechas aumentó de menos de
1 900 kilogramos por hectárea a más de
3 500. Asimismo, los precios reales caye-
ron en más de un 50 por ciento (véase el
gráfico).
El aumento de la disponibilidad y
accesibilidad del arroz contribuyó a un
rápido descenso del número de personas
que padecen hambre en los países donde
el arroz es el alimento básico principal.
En Asia, el consumo anual per cápita de
arroz aumentó en más de 20 kilogramos
y la proporción de personas subnutridas
disminuyó desde casi el 40 por ciento hasta
el 16 por ciento.
Cambios en los hábitos de consumo
En los últimos cuarenta años, los hábitos de
consumo de arroz en las distintas regiones
han evolucionado y tienden a converger.
En Asia, donde el arroz ha sido la base
de las dietas alimentarias durante siglos,
su consumo anual per cápita aumentó
rápidamente durante los años sesenta y
setenta. Desde entonces, el consumo de
otros alimentos se ha incrementado y la
contribución relativa del arroz ha descen-
dido. En algunas zonas del África, Cercano
Oriente y América Latina y el Caribe, por
su parte, el consumo de este producto ha
aumentado notablemente, tanto en volu-
men como en proporción con respecto al
aporte calórico total (véase el gráfico de
la página 29). En la actualidad, el arroz es
la fuente de alimentación que más rápi-
damente está creciendo en el continente
africano.
Superar el desafío
El Instituto Internacional de Investigación
sobre el Arroz (IRRI) estima que, hacia el
año 2025, el número de personas que de-
penden del arroz como principal fuente
de alimentación aumentará en más del
40 por ciento, pasando de 2 700 millones
a 3 900 millones. Para satisfacer esa de-
manda será necesario que las políticas
gubernamentales y las prácticas agrí-
colas apoyen el aumento sostenible de la
producción de arroz.
El arroz y la seguridad alimentaria
Fuente: IRRI/FOB Bangkok
Precios mundiales del arroz,
1950–1998
2 000
1 600
1 200
800
400
0
1950 1958 1966 1974 1982 1990 1998
Contribución del arroz al aporte calórico, 1999–2001
40–50
* 50
20–30
30–40
5–10
10–20
Porcentaje de aporte calórico (%)
Fuente: FAO
1997 $ EE.UU.
Tendencia
1950–1981,
1985–1998
El estado de la inseguridad alimentaria en el mundo 2004
31
Los gobiernos deben procurar que las
políticas agrícolas y comerciales logren
mantener el arroz a un precio asequible
para los consumidores pobres, pero que
al mismo tiempo resulte rentable para los
pequeños agricultores. En Indonesia, por
ejemplo, el Organismo Estatal de Logística
(Bulog) establece un precio mínimo garan-
tizado para el arroz que compra a los agri-
cultores, y distribuye más de dos millones
de toneladas de arroz subvencionado entre
las familias pobres, mediante un programa
selectivo de redes de seguridad social.
En el África occidental, varios gobier-
nos han empezado a adoptar medidas
para incrementar la producción. En Malí,
el sector arrocero ha crecido rápidamente
durante el último decenio. La liberalización
de los precios ha animado a los agricul-
tores y comerciantes a invertir recursos
y a ampliar su producción. La prolifera-
ción de pequeños molinos en las aldeas
ha reducido notablemente los costos de
elaboración y el gobierno ha aumentado las
inversiones públicas en infraestructuras.
En la actualidad Malí, que se vanagloria
de contar con amplias zonas aptas para
la producción de arroz de riego, pretende
convertirse en «el granero de arroz del
Sahel» aumentando su producción de
735 000 toneladas a 4,5 millones de to-
neladas hacia el año 2010.
Cerrar la brecha de los niveles
de rendimiento
Debido a la limitación de áreas disponi-
bles para ampliar la producción de arroz,
la posibilidad de satisfacer la creciente
demanda dependerá de si se consigue
reducir la «brecha» entre el rendimiento
probado que se logra en los centros de in-
vestigación y el rendimiento obtenido en los
campos de cultivo de los agricultores. La
FAO estima que se precisará un aumento
del 1 por ciento anual en los rendimientos
de las cosechas para poder satisfacer la
demanda sin empujar los precios al alza.
Las variedades híbridas de arroz ofre-
cen un sistema probado de estimular la
producción. Dichas variedades suelen
producir entre un 15 y un 20 por ciento
más que incluso las mejores variedades
de alto rendimiento. China, desde que en
1974 logró producir con éxito su primer
híbrido, ha aumentado su producción en
casi un 50 por ciento, incluso a pesar de
que el área destinada al cultivo de arroz
se ha reducido en casi un cuarto.
Los grandes avances obtenidos en el
cultivo del arroz también han reportado
grandes beneficios en el África Occidental.
La Asociación para el Desarrollo del Cultivo
del Arroz en el África Occidental logró cru-
zar especies resistentes de arroz africano
con especies de alto rendimiento impor-
tadas de Asia y produjo lo que se conoce
como NERICA (Nuevo arroz para África).
Estas nuevas variedades, que sólo precisan
un mínimo incremento en el uso de plagui-
cidas, pueden aumentar los rendimientos
de las cosechas en un porcentaje tan alto
como el 150 por ciento en las zonas de
tierras altas y en las llanuras húmedas.
Nigeria ha puesto el acento en el uso del
NERICA, como elemento clave en su em-
peño por aumentar su producción de un
promedio de tres millones de toneladas en
el período 2000–2002 a unos 15 millones
de toneladas en 2007.
Potenciar la autonomía
de los pequeños agricultores
Los avances tecnológicos pueden estimular
el rendimiento de las cosechas y las polí-
ticas gubernamentales pueden ayudar a
crear un entorno favorable para producir y
comercializar el arroz; pero el éxito a largo
plazo, con respecto a la mejora de la segu-
ridad alimentaria, depende de la capacidad
de millones de pequeños agricultores para
beneficiarse de esos avances y aumentar
la producción de arroz mediante sistemas
agrícolas sostenibles y diversificados.
Un enfoque que ha logrado probada-
mente motivar y potenciar la autonomía
de los pequeños agricultores ha sido la
utilización de las Escuelas de campo para
agricultores. Entre los años 1990 y 2000,
más de 2 millones de productores asiáticos
de arroz participaron en dichas escuelas.
En ellas aprendieron cómo reducir el uso
de los plaguicidas y cómo utilizar mejor
y de forma más sostenible el agua y los
plaguicidas. Este aprendizaje se tradujo
en una disminución de los costos y en un
aumento del rendimiento y de los ingresos
(véase el gráfico).
En Sri Lanka, por ejemplo, los agri-
cultores que acudieron a las Escuelas de
campo para agricultores redujeron el uso
de plaguicidas en más del 80 por ciento,
mientras que aumentaron el rendimiento
de sus cultivos en más de un 20 por ciento.
Gracias a los considerables ahorros en pla-
guicidas y al aumento de los rendimientos,
sus ingresos procedentes de la producción
de arroz se duplicaron con creces.
Fuente: Van den Berg
Las Escuelas de campo
para agricultores reducen
el uso de los plaguicidas
y mejoran los rendimientos
40
20
0
-20
-40
-60
-80
-100
Rendimiento
Uso de
plaguicidas
Agricultores formados
en las Escuelas de
campo vs. control (%)
Asia y el Pacífi co Cercano Oriente/ África América Latina Países de bajos
África del Norte subsahariana y el Caribe ingresos y con
défi cit de alimentos
Kg/per cápita/año
1961 1971 1981 1991 2001
100
80
60
40
20
0
Consumo per cápita anual de arroz por regiones, 1961–2001
Fuente: FAO
Indonesia
Bangladesh
Cam
boy
a
Sri Lanka
El estado de la inseguridad alimentaria en el mundo 2004
32
Hacia el logro de los compromisos de la Cumbre
E
l tiempo que queda para alcanzar el
objetivo de la Cumbre Mundial sobre
la Alimentación es cada vez menor,
pero la distancia por recorrer sigue siendo
larga. Es hora de aligerar el paso y empezar
a actuar enérgicamente en lo que sabemos
que podemos y debemos hacer.
Aunque los progresos se han queda-
do hasta ahora algo rezagados, puede
alcanzarse y costearse el objetivo de la
Cumbre Mundial sobre la Alimentación.
Tenemos amplias pruebas de que es po-
sible lograr rápidos avances mediante la
aplicación de una estrategia de doble vía,
que ataque al mismo tiempo las causas y
las consecuencias del hambre y la pobreza
extrema (véase el diagrama). La primera
vía incluye las intervenciones destinadas
a mejorar la disponibilidad de alimentos
y los ingresos de la población pobre, for-
taleciendo sus actividades productivas. La
segunda vía engloba los programas se-
lectivos destinados a facilitar un acceso
directo e inmediato a los alimentos para
las familias más necesitadas.
A fin de alcanzar el objetivo de la CMA,
ahora debemos introducir este enfoque
de doble vía en programas a gran escala
que puedan aplicarse en países donde el
hambre está muy extendida y los recursos
son sumamente escasos.
Ello significa que, dentro del marco de
la doble vía, en los próximos diez años
debemos dar prioridad a las intervencio-
nes que obtengan las repercusiones más
inmediatas en la seguridad alimentaria
de millones de personas vulnerables. Allí
donde los recursos son escasos, debemos
centrarnos en enfoques de bajo coste que
permitan que los pequeños agricultores
logren aumentar su producción, de forma
que mejore el consumo alimentario de sus
familias y comunidades. Al mismo tiempo,
debemos ampliar rápidamente las redes
de seguridad seleccionadas.
La mejora de la productividad,
nutrición y medios de subsistencia
de la población pobre
La inmensa mayoría de las personas que
padecen hambre en el mundo viven en las
zonas rurales y dependen de la agricultura
como fuente de ingresos y de alimentos.
Incluso un modesto aumento en las cifras
de producción de un gran número de pe-
queños agricultores, si se traduce en una
mejora de la alimentación, tendría una gran
repercusión en la reducción del hambre y
de la pobreza en las zonas rurales.
La mejora de la productividad de los pe-
queños agricultores produce un efecto do-
minó que permite extender sus beneficios
a las comunidades rurales pobres. Cuando
los pequeños agricultores tienen más dinero
para gastar, tienden a gastarlo localmente
en bienes con elevado coeficiente de mano
de obra y en servicios que provienen del
sector rural no agrario, lo que estimula los
ingresos del conjunto de la población rural,
incluidos los trabajadores sin tierra que con-
forman una gran proporción de la población
pobre y hambrienta en muchos países.
Fortalecimiento de las redes
de seguridad y los programas
de transferencias
Con una necesidad tan urgente y un plazo
de tiempo tan corto, la forma más rápida
de reducir el hambre puede ser a menudo
el suministro de asistencia directa a los
hogares más necesitados para asegurar
que puedan poner un plato de comida sobre
El camino que queda por recorrer:
aumentar las intervenciones para reducir el hambre
Aceleración de una estrategia de doble vía para eliminar el hambre
Vía 1: fortalecimiento de la productividad
y de los ingresos
Tecnología sencilla de bajo coste
(aprovechamiento de aguas, utilización
de abonos verdes, rotación de los cultivos,
agrosilvicultura)
Infraestructuras rurales
(carreteras, electricidad, etc.)
Mejora de los sistemas de riego
y fertilidad del suelo
Ordenación de los recursos naturales
(incluidas la silvicultura y la pesca)
Desarrollo de los mercados y
del sector privado
Inocuidad y calidad de los alimentos
Investigación, extensión y capacitación agrarias
Vía 2: proporcionar un acceso directo
a los alimentos
Alimentación materna e infantil
(incluidos los complementos nutricionales)
Almuerzos escolares y huertos escolares
Ayudas al desempleo y prestaciones
de jubilación
Alimentos por trabajo y alimentos
por educación
Transferencias condicionales selectivas
en metálico
Comedores populares y cantinas
en las fábricas
Bancos de alimentos
Raciones de emergencia
Fuente: FAO
Vinculaciones:
potenciar al máximo las sinergias
Alianzas contra el hambre
Abastecimiento local de alimentos para las redes
de seguridad
Apoyo a las organizaciones rurales
Asistencia sanitaria primaria, salud reproductiva
y prevención del VIH/SIDA
Redistribución de los bienes
(incluida la reforma agraria)
Educación para la población rural,
especialmente para las mujeres
Agua potable
Reformas legales
(incluido el derecho a la alimentación)
Objetivo de la Cumbre Mundial sobre la
Alimentación
El estado de la inseguridad alimentaria en el mundo 2004
33
sus mesas. A fin de hincarle el diente al
hambre de forma larga y duradera, debe-
mos ampliar las redes de seguridad y los
programas de transferencias en metálico, y
asegurar que éstos se centran en los gru-
pos más vulnerables, incluidos las mujeres
lactantes y en estado de gestación, los lac-
tantes y los niños pequeños, los niños en
edad escolar, los jóvenes desempleados
en las zonas urbanas y los ancianos, los
discapacitados y los enfermos, incluidas
las personas con VIH/SIDA.
Las redes de seguridad también pueden
entretejerse con otros hilos que contribuyan
a los objetivos de desarrollo. Los bancos de
alimentos y los programas de alimentación
en las escuelas pueden establecerse a me-
nudo de forma que fomenten los ingresos,
mejoren la seguridad alimentaria y estimu-
len el desarrollo en las comunidades rura-
les vulnerables, comprando los alimentos
localmente a los pequeños agricultores.
Asimismo, los programas que proporcionan
alimentos a las personas que asisten a los
programas de formación y educación pue-
den mejorar a la vez su estado nutricional
y sus perspectivas ocupacionales.
Fomento de la autonomía
de las comunidades rurales
Las propias comunidades rurales son, a me-
nudo, las más capacitadas para diagnosticar
las causas locales primordiales del hambre
crónica y para determinar las soluciones
que más pueden beneficiar a los miembros
de la comunidad con la menor dependencia
posible de los recursos externos.
La experiencia ha demostrado que las
escuelas de campo para agricultores y
otros enfoques parecidos, con respecto a
la educación para adultos y el fomento de
la autonomía de las comunidades, pueden
ayudar a los agricultores a aumentar la
producción y mejorar la selección de los
objetivos de las redes de seguridad.
Sierra Leona ha convertido las escuelas
de campo para agricultores en un elemento
central en la movilización de una campaña
comunitaria para erradicar el hambre en
un plazo de cinco años. Se prevé que, en
septiembre de 2006, más de 200 000 de los
450 000 agricultores del país habrán par-
ticipado en algún curso sobre seguridad
alimentaria en las escuelas autofinancia-
das de campo para agricultores (véase el
gráfico).
Ampliar la financiación
y los compromisos
Para poder aumentar las intervenciones di-
rectas destinadas a alcanzar el objetivo de
la CMA e incrementar simultáneamente las
inversiones a largo plazo en la agricultura
sostenible y el desarrollo rural, también
será necesario ampliar los recursos y los
compromisos políticos. Afortunadamente
varios países han tomado la iniciativa en
la movilización de la voluntad política y
están presionando para instaurar nuevos
mecanismos de financiación.
El Presidente Luiz Inácio Lula da Silva,
del Brasil, que ha afirmado que el hambre
es «la peor de todas las armas de destruc-
ción masiva», ha propuesto que se fijen
impuestos para el comercio internacional
de armas y para algunas transacciones fi-
nancieras que se realizan en los «paraísos
fiscales».Los Presidentes de Chile, Francia
y España, así como el Secretario General
de las Naciones Unidas, Kofi Annan, se han
unido al Presidente Lula para fraguar el
«Quinteto contra el Hambre», el cual está
estudiando una variedad de mecanismos
alternativos de financiación.
El Reino Unido ha propuesto un tipo de
esos mecanismos: un servicio internacio-
nal de financiación destinado a «avanzar
ayudas para facilitar la consecución de
los Objetivos de Desarrollo del Milenio».
El Servicio internacional de financiación
utilizaría bonos garantizados mediante
compromisos a largo plazo de países
donantes a fin de proporcionar 50 000
millones de dólares EE.UU. al año en
asistencia al desarrollo para los países
más pobres del mundo hasta el año 2015
(véase el diagrama).
Más de 100 países participaron, el 20
de septiembre de 2004, en una Cumbre
Mundial de Dirigentes sobre el Hambre,
de un día de duración, que se celebró en
la Sede de las Naciones Unidas en Nueva
York. Al concluir, los dirigentes respal-
daron una campaña para recaudar otros
50 000 millones de dólares EE.UU. al
año para luchar contra el hambre. Éstos
afirmaron: «El mayor escándalo no es
que el hambre exista, sino que persista
teniendo los medios para eliminarla. Es
hora de actuar».
«El hambre no puede esperar
Aumento de las Escuelas de campo
para agricultores en Sierra Leona
Número de agricultores
que reciben formación (en miles)
200
150
100
50
0
* 100 formadores
Fin de Julio de Sept. de Sept. de
2003* 2004 2004 2006
(previsión)
Fuente: FAO
Estructura del Servicio de fi nanciación internacional
Fuente: HM Treasury/DFID
Países donantes
Mercados internacionales
de capitales
SERVICIO
DE FINANCIACIÓN
INTERNACIONAL
A
B
C
Donantes
Bonos
Países benefi ciarios
Mecanismo
de desembolsos aprobados
Países receptores
Mecanismo
de desembolsos aprobados
Países receptores
Mecanismo
de desembolsos aprobados
Países receptores
El estado de la inseguridad alimentaria en el mundo 2004
34
Cuadros
Cuadro 1. PREVALENCIA DE LA SUBNUTRICIÓN en los países en desarrollo y en los países
en transición
MUNDO EN DESARROLLO Población total Número de personas Proporción de personas subnutridas
Región/subregión/país subnutridas sobre el total de la población
[categoría de subnutrición]
1990–1992 1995–1997 2000–2002 1990–1992 1995–1997 2000–2002 1990–1992 1995–1997 2000–2002
en millones en millones %
MUNDO EN DESARROLLO 4 058,7 4 431,1 4 796,7 823,8 796,7 814,6 20 18 17
ASIA Y EL PACÍFICO* 2 815,2 3 039,5 3 256,1 569,2 509,5 519,0 20 17 16
A
SIA ORIENTAL 1 241,5 1 307,2 1 364,5 198,8 155,1 151,7 16 12 11
China [3] 1 175,7 1 237,8 1 292,5 193,5 145,6 142,1 16 12 11
Rep. Pop. Dem. de Corea [5] 20,3 21,6 22,4 3,7 7,6 8,1 18 35 36
Mongolia [4] 2,3 2,4 2,5 0,8 1,1 0,7 34 46 28
República de Corea [1] 43,3 45,4 47,1 0,8 0,8 0,7
A
SIA SUDORIENTAL 444,2 484,7 522,8 78,4 66,3 65,5 18 14 13
Camboya [4] 10,1 11,8 13,5 4,3 5,2 4,4 43 44 33
Indonesia [3] 185,2 200,1 214,3 16,4 11,2 12,6 9 6 6
Rép. Dém. Pop. Lao [4] 4,2 4,8 5,4 1,2 1,3 1,2 29 28 22
Malasia [1] 18,3 20,9 23,5 0,5 0,5 0,6 3
Myanmar [3] 41,2 44,8 48,2 4,0 3,2 2,8 10 7 6
Filipinas [4] 62,5 69,9 77,1 16,2 16,3 17,2 26 23 22
Tailandia [4] 55,1 58,5 61,6 15,2 12,0 12,2 28 20 20
Viet Nam [3] 67,5 74,0 79,2 20,6 16,7 14,7 31 23 19
A
SIA MERIDIONAL 1 125,3 1 242,7 1 363,3 291,3 287,3 301,1 26 23 22
Bangladesh [4] 112,1 126,3 140,9 39,2 50,4 42,5 35 40 30
India [4] 863,3 948,6 1 033,3 215,8 203,0 221,1 25 21 21
Nepal [3] 19,1 21,4 24,1 3,9 5,6 4,0 20 26 17
Pakistán [4] 113,7 128,4 146,3 27,7 23,8 29,3 24 19 20
Sri Lanka [4] 17,0 17,9 18,8 4,8 4,6 4,1 28 26 22
AMÉRICA LATINA Y EL CARIBE 443,4 482,5 521,2 59,5 54,8 52,9 13 11 10
A
MÉRICA DEL NORTE 84,8 92,7 100,5 4,6 5,0 5,2 5 5 5
México [3] 84,8 92,7 100,5 4,6 5,0 5,2 5 5 5
A
MÉRICA CENTRAL 28,8 32,7 36,9 5,0 6,5 7,4 17 20 20
Costa Rica [2] 3,2 3,6 4,0 0,2 0,2 0,2 6 5 4
El Salvador [3] 5,2 5,8 6,3 0,6 0,8 0,7 12 14 11
Guatemala [4] 9,0 10,3 11,7 1,4 2,2 2,8 16 21 24
Honduras [4] 5,0 5,8 6,6 1,1 1,2 1,5 23 21 22
Nicaragua [4] 3,9 4,6 5,2 1,2 1,5 1,4 30 33 27
Panamá [4] 2,5 2,7 3,0 0,5 0,6 0,8 21 23 26
E
L CARIBE 28,5 30,2 31,7 7,8 8,9 6,7 27 30 21
Cuba [2] 10,7 11,0 11,2 0,8 1,9 0,4 8 18 3
República Dominicana [4] 7,2 7,8 8,5 1,9 2,0 2,1 27 26 25
Haití [5] 7,0 7,6 8,1 4,6 4,5 3,8 65 59 47
Jamaica [3] 2,4 2,5 2,6 0,3 0,3 0,3 14 11 10
Trinidad y Tabago [3] 1,2 1,3 1,3 0,2 0,2 0,2 13 15 12
A
MÉRICA DEL SUR 301,3 327,0 352,2 42,0 34,4 33,6 14 11 10
Argentina [1] 33,0 35,2 37,5 0,7 0,4 0,6
Bolivia [4] 6,8 7,6 8,5 1,9 1,9 1,8 28 25 21
Brasil [3] 151,2 162,8 174,0 18,5 16,5 15,6 12 10 9
Chile [2] 13,3 14,4 15,4 1,1 0,7 0,6 8 5 4
Colombia [3] 35,7 39,3 42,8 6,1 5,1 5,7 17 13 13
Ecuador [2] 10,5 11,6 12,6 0,9 0,6 0,6 8 5 4
Guyana [3] 0,7 0,7 0,8 0,2 0,1 0,1 21 12 9
Paraguay [3] 4,3 5,0 5,6 0,8 0,7 0,8 18 13 14
Perú [3] 22,2 24,3 26,4 9,3 4,6 3,4 42 19 13
Suriname [3] 0,4 0,4 0,4 0,1 0,0 0,0 13 10 11
Uruguay [2] 3,1 3,2 3,4 0,2 0,1 0,1 6 4 4
Venezuela [3] 20,0 22,4 24,8 2,3 3,5 4,3 11 16 17
El estado de la inseguridad alimentaria en el mundo 2004
35
Cuadro 1 (cont.). PREVALENCIA DE LA SUBNUTRICIÓN en los países en desarrollo y en los países
en transición
MUNDO EN DESARROLLO Población total Número de personas Proporción de personas subnutridas
Región/subregión/país subnutridas sobre el total de la población
[categoría de subnutrición]
1990–1992 1995–1997 2000–2002 1990–1992 1995–1997 2000–2002 1990–1992 1995–1997 2000–2002
en millones en millones %
CERCANO ORIENTE Y ÁFRICA DEL NORTE* 322,8 362,6 399,4 24,8 34,9 39,2 8 10 10
C
ERCANO ORIENTE* 202,5 230,2 255,0 19,4 29,2 33,1 10 13 13
Irán, Rep. Islámica del [2] 58,0 63,3 67,3 2,1 2,1 2,7 4 3 4
Jordania [3] 3,4 4,4 5,2 0,1 0,3 0,4 4 7 7
Kuwait [3] 2,1 1,8 2,3 0,5 0,1 0,1 23 5 5
Líbano [2] 2,8 3,2 3,5 0,1 0,1 0,1 3 3
Arabia Saudita [2] 17,1 19,5 22,8 0,7 0,8 0,8 4 4 3
Rep. Árabe Siria [2] 13,1 15,0 17,0 0,7 0,6 0,6 5 4 4
Turquía [2] 58,7 64,1 69,3 1,0 1,5 1,8 3
Emiratos Árabes Unidos [1] 2,1 2,6 2,9 0,1 0,1 0,1 4
Yemen [5] 12,5 15,7 18,7 4,2 5,7 6,7 34 36 36
Á
FRICA DEL NORTE 120,4 132,4 144,4 5,4 5,7 6,1 4 4 4
Argelia [3] 25,6 28,4 30,8 1,3 1,7 1,7 5 6 5
Egipto [2] 57,0 62,8 69,1 2,5 2,2 2,4 4 3 3
Jamahiriya Árabe Libia [1] 4,4 4,8 5,3 0,0 0,0 0,0
Marruecos [3] 25,0 27,3 29,6 1,5 1,7 2,0 6 6 7
Túnez [1] 8,4 9,1 9,6 0,1 0,1 0,1
ÁFRICA SUBSAHARIANA* 477,3 546,4 620,0 170,4 197,4 203,5 36 36 33
Á
FRICA CENTRAL 63,4 73,6 82,0 22,7 38,8 45,2 36 53 55
Camerún [4] 12,0 13,8 15,4 4,0 4,6 3,9 33 33 25
Rep. Centroafricana [5] 3,0 3,4 3,8 1,5 1,7 1,6 50 51 43
Chad [4] 6,0 6,9 8,1 3,5 3,4 2,7 58 49 34
Congo [5] 2,6 3,0 3,5 1,4 1,8 1,3 54 59 37
Rep. Dem. del Congo [5] 38,8 45,3 49,9 12,2 27,2 35,5 32 60 71
Gabón [3] 1,0 1,1 1,3 0,1 0,1 0,1 10 8 6
Á
FRICA ORIENTAL* 167,8 190,8 217,7 76,4 88,7 86,2 46 46 40
Burundi [5] 5,7 6,1 6,4 2,7 3,8 4,4 48 63 68
Eritrea [5]** n.d. 3,3 3,9 n.d. 2,2 2,8 n.d. 68 73
Etiopía [5]** n.d. 59,0 67,3 n.d. 35,8 31,3 n.d. 61 46
Kenya [4] 24,4 28,1 31,1 10,7 10,8 10,3 44 38 33
Rwanda [5] 6,4 5,5 8,0 2,8 2,8 3,0 44 52 37
Sudán [4] 25,5 28,7 32,2 8,0 6,6 8,5 32 23 27
Uganda [3] 17,9 20,9 24,2 4,2 5,4 4,6 24 26 19
Rep. Unida de Tanzanía [5] 27,0 31,7 35,6 9,9 15,8 15,6 37 50 44
Á
FRICA AUSTRAL 71,0 80,6 90,1 34,1 36,5 35,7 48 45 40
Angola [5] 9,6 11,2 12,8 5,6 5,4 5,1 58 49 40
Botswana [4] 1,4 1,6 1,7 0,3 0,4 0,6 23 27 32
Lesotho [3] 1,6 1,7 1,8 0,3 0,2 0,2 17 14 12
Madagascar [5] 12,3 14,2 16,4 4,3 5,7 6,0 35 40 37
Malawi [4] 9,6 10,3 11,6 4,8 4,1 3,8 50 40 33
Mauricio [3] 1,1 1,1 1,2 0,1 0,1 0,1 6 6 6
Mozambique [5] 13,9 16,4 18,2 9,2 9,5 8,5 66 58 47
Namibia [4] 1,5 1,7 1,9 0,5 0,6 0,4 35 36 22
Swazilandia [3] 0,9 1,0 1,1 0,1 0,2 0,2 14 23 19
Zambia [5] 8,4 9,6 10,6 4,0 4,6 5,2 48 48 49
Zimbabwe [5] 10,7 11,9 12,7 4,9 5,6 5,6 45 47 44
Á
FRICA OCCIDENTAL 175,1 201,4 230,3 37,2 33,5 36,4 21 17 16
Benin [3] 4,8 5,6 6,4 1,0 0,9 0,9 20 17 15
Burkina Faso [3] 9,2 10,6 12,3 1,9 2,0 2,3 21 19 19
Côte d’Ivoire [3] 12,9 14,7 16,1 2,3 2,3 2,2 18 16 14
Gambia [4] 1,0 1,2 1,4 0,2 0,4 0,4 22 31 27
Ghana [3] 15,7 17,9 20,0 5,8 3,2 2,5 37 18 13
El estado de la inseguridad alimentaria en el mundo 2004
36
Cuadros
Guinea [4] 6,4 7,5 8,2 2,5 2,3 2,1 39 31 26
Liberia [5] 2,1 2,3 3,1 0,7 1,0 1,4 34 42 46
Malí [4] 9,3 10,6 12,3 2,7 3,4 3,6 29 32 29
Mauritania [3] 2,1 2,4 2,7 0,3 0,3 0,3 15 11 10
Níger [4] 7,9 9,4 11,1 3,2 3,9 3,8 41 42 34
Nigeria [3] 88,7 102,7 117,8 11,8 8,9 11,0 13 9 9
Senegal [4] 7,5 8,5 9,6 1,8 2,2 2,3 23 25 24
Sierra Leona [5] 4,1 4,1 4,6 1,9 1,8 2,3 46 44 50
Togo [4] 3,5 4,0 4,7 1,2 1,0 1,2 33 25 26
PAÍSES EN TRANSICIÓN 413,6 409,8 23,3 28,3 6 7
C
OMUNIDAD DE ESTADOS INDEPENDIENTES 284,5 281,7 19,0 24,1 7 9
Armenia [4] 3,4 3,1 1,8 1,1 52 34
Azerbaiyán [3] 7,7 8,2 2,6 1,2 34 15
Belarús [1] 10,3 10,0 0,1 0,2
Georgia [4] 5,4 5,2 2,1 1,4 39 27
Kazajstán [3] 16,7 15,5 0,2 2,0 13
Kirguistán [3] 4,5 5,0 0,9 0,3 21 6
Rep. de Moldova [3] 4,4 4,3 0,2 0,5 5 11
Federación de Rusia [2] 148,4 144,9 6,4 5,2 4 4
Tayikistán [5] 5,7 6,1 1,2 3,7 21 61
Turkmenistán [3] 4,1 4,7 0,5 0,4 13 9
Ucrania [2] 51,7 49,3 1,2 1,5 — 3
Uzbekistán [4] 22,3 25,3 1,7 6,6 8 26
E
STADOS BÁLTICOS 7,6 7,2 0,4 0,2 5 2
Estonia [3] 1,5 1,4 0,1 0,1 9 5
Letonia [2] 2,5 2,4 0,1 0,1 3 4
Lituania [1] 3,6 3,5 0,2 0,0 4
E
UROPA ORIENTAL 121,4 120,9 3,9 4,0 3 3
Albania [3] 3,2 3,1 0,2 0,2 5 6
Bosnia y Herzegovina [3] 3,6 4,1 0,3 0,3 9 8
Bulgaria [3] 8,5 8,0 0,7 0,8 8 11
Croacia [3] 4,5 4,4 0,7 0,3 16 7
Rep. Checa [1] 10,3 10,3 0,2 0,2
Hungría [1] 10,2 10,0 0,1 0,0
ex Rep. Yugoslava de Macedonia [3] 2,0 2,0 0,3 0,2 15 11
Polonia [1] 38,5 38,6 0,3 0,3
Rumania [1] 22,8 22,4 0,4 0,2
Serbia y Montenegro [3] 10,5 10,5 0,5 1,1 5 11
Eslovaquia [3] 5,3 5,4 0,2 0,3 4 5
Eslovenia [1] 2,0 2,0 0,1 0,0 3
Las notas del cuadro 1 se encuentran en la página 39.
PAÍSES EN TRANSICIÓN Población total Número de personas Proporción de personas subnutridas
Región/subregión/país subnutridas sobre el total de la población
[categoría de subnutrición]
1993-1995 2000-2002 1993-1995 2000-2002 1993-1995 2000-2002
en millones en millones %
Cuadro 1 (cont.). PREVALENCIA DE LA SUBNUTRICIÓN en los países en desarrollo y en los países
en transición
MUNDO EN DESARROLLO Población total Número de personas Proporción de personas subnutridas
Región/subregión/país subnutridas sobre el total de la población
[categoría de subnutrición]
1990–1992 1995–1997 2000–2002 1990–1992 1995–1997 2000–2002 1990–1992 1995–1997 2000–2002
en millones en millones %
El estado de la inseguridad alimentaria en el mundo 2004
37
Cuadro 2. DISPONIBILIDAD DE ALIMENTOS, DIVERSIFICACIÓN DE LA DIETA, MORTALIDAD INFANTIL,
ESTADO NUTRICIONAL DE LOS NIÑOS, EDUCACIÓN Y URBANIZACIÓN en los países en desarrollo,
clasificados según la categoría de prevalencia de la subnutrición
CATEGORÍA DE PREVALENCIA Disponibilidad Diversificación Mortalidad Estado nutricional Educación Urbanización
DE LA SUBNUTRICIÓN de alimentos de la dieta infantil de los niños
sobre el total de la población Suministro Proporción Tasa Menores Índice Proporción
en 2000–2002 de energía de alimentos mortalidad de cinco años de alfabetización de la población
País alimentaria no amiláceos de menores con insuficiencia urbana
(SEA) sobre el SEA total de cinco años ponderal
1990–1992 2000–2002 1979–1981 2000–2002 1990 2002 1990 2000 1990 2003 1990 2000
kcal /día/ persona % por cada 1000 % % %
nacimientos vivos
MENOS DEL 2,5% DE PERSONAS SUBNUTRIDAS
Argentina 2 990 3 070 67 65 28 19 2 5 98 99 87 89
Jamahiriya Árabe Libia 3 280 3 320 54 51 42 19 nd 5 91 97 80 85
Malasia 2 820 2 890 48 53 21 8 25 20 95 98 50 62
República. de Corea 3 000 3 060 32 51 9 5 nd nd 100 100 74 80
Túnez 3 150 3 270 42 47 52 26 10 4 84 95 58 63
Emiratos Árabes Unidos 2 930 3 200 70 62 14 9 nd nd 85 92 83 85
2,5 A 4% DE PERSONAS SUBNUTRIDAS
Chile 2 610 2 850 51 56 19 12 2 1 98 99 83 86
Costa Rica 2 710 2 860 62 65 17 11 3 nd 97 99 54 59
Cuba 2 720 3 000 58 63 13 9 nd 4 99 100 74 75
Ecuador 2 510 2 740 65 66 57 29 17 14 96 98 55 60
Egipto 3 200 3 340 36 35 104 39 10 11 61 72 43 42
Irán, Rep. Islámica del 2 980 3 070 39 38 72 41 nd 11 86 95 56 64
Líbano 3 160 3 160 58 62 37 32 nd 3 92 96 83 87
Arabia Saudita 2 770 2 840 52 50 44 28 nd nd 85 94 78 86
República Árabe Siria 2 830 3 040 51 54 44 28 12 7 80 89 49 50
Turquía 3 490 3 360 45 47 78 41 10 8 93 97 59 65
Uruguay 2 660 2 830 62 59 24 15 4 nd 99 99 89 92
5 A 19% DE PERSONAS SUBNUTRIDAS
Argelia 2 920 2 990 41 41 69 49 9 6 77 91 51 57
Benin 2 340 2 520 30 27 185 156 nd 23 40 57 34 42
Brasil 2 810 3 010 57 66 60 37 7 6 92 96 75 81
Burkina Faso 2 350 2 410 26 25 210 207 33 34 25 38 14 17
China 2 710 2 960 20 42 49 38 17 10 95 98 27 36
Colombia 2 440 2 580 59 59 36 23 10 7 95 97 69 75
Côte d’Ivoire 2 470 2 620 34 35 157 191 12 21 53 64 40 44
El Salvador 2 490 2 550 44 48 60 39 15 10 84 89 49 58
Gabón 2 450 2 610 58 51 92 91 nd 12 nd nd 68 81
Ghana 2 080 2 620 35 28 125 97 30 25 82 93 36 44
Guyana 2 350 2 710 50 50 90 72 18 14 100 100 33 36
Indonesia 2 700 2 910 25 30 91 43 38 25 95 98 31 42
Jamaica 2 500 2 670 58 60 20 20 7 4 91 95 51 52
Jordania 2 820 2 670 48 48 43 33 6 4 97 100 72 79
Kuwait 2 370 3 050 62 58 16 10 11 2 88 93 95 96
Lesotho 2 450 2 620 26 19 120 87 16 18 87 91 17 18
Mauritania 2 560 2 780 50 49 183 183 48 32 46 50 44 58
Mauricio 2 890 2 960 49 53 25 19 24 15 91 95 41 43
México 3 100 3 160 52 53 46 29 14 8 95 97 72 75
Marruecos 3 030 3 040 35 36 85 43 10 9 55 71 48 55
Myanmar 2 630 2 880 20 27 130 108 32 35 88 92 25 28
Nepal 2 350 2 440 19 23 145 87 nd 48 47 64 9 14
Nigeria 2 540 2 700 45 35 235 201 35 31 74 89 35 44
Paraguay 2 400 2 560 56 59 37 30 4 nd 96 97 49 55
Perú 1 960 2 550 46 46 80 39 11 7 95 97 69 73
Suriname 2 530 2 630 52 56 48 40 nd 13 nd nd 65 74
El estado de la inseguridad alimentaria en el mundo 2004
38
Cuadros
Cuadro 2 (cont.). DISPONIBILIDAD DE ALIMENTOS, DIVERSIFICACIÓN DE LA DIETA, MORTALIDAD INFANTIL,
ESTADO NUTRICIONAL DE LOS NIÑOS, EDUCACIÓN Y URBANIZACIÓN en los países en desarrollo,
clasificados según la categoría de prevalencia de la subnutrición
CATEGORÍA DE PREVALENCIA Disponibilidad Diversificación Mortalidad Estado nutricional Educación Urbanización
DE LA SUBNUTRICIÓN de alimentos de la dieta infantil de los niños
sobre el total de la población Suministro Proporción Tasa Menores Índice Proporción
en 2000–2002 de energía de alimentos mortalidad de cinco años de alfabetización de la población
País alimentaria no amiláceos de menores con insuficiencia urbana
(SEA) sobre el SEA total de cinco años ponderal
1990–1992 2000–2002 1979–1981 2000–2002 1990 2002 1990 2000 1990 2003 1990 2000
kcal /día/ persona % por cada 1000 % % %
nacimientos vivos
Swazilandia 2 460 2 360 45 53 110 149 nd 10 85 92 23 23
Trinidad y Tabago 2 640 2 730 59 62 24 20 7 6 100 100 69 74
Uganda 2 270 2 360 52 55 160 141 23 23 70 81 11 12
Venezuela 2 460 2 350 63 60 27 22 8 4 96 98 84 87
Viet Nam 2 180 2 530 16 28 53 26 41 34 94 96 20 24
20 A 34% DE PERSONAS SUBNUTRIDAS
Bangladesh 2 070 2 190 15 16 144 73 66 48 42 50 20 23
Bolivia 2 110 2 250 52 50 120 71 11 8 93 97 56 62
Botswana 2 260 2 160 45 51 58 110 nd 13 83 90 42 50
Camboya 1 870 2 060 12 22 115 138 nd 45 74 81 13 17
Camerún 2 110 2 260 45 43 139 166 15 23 81 92 40 49
Chad 1 780 2 150 34 42 203 200 nd 28 48 71 21 24
República Dominicana 2 260 2 320 65 67 65 38 10 5 88 92 55 58
Gambia 2 370 2 270 36 47 154 126 nd 17 42 62 25 26
Guatemala 2 350 2 190 40 48 82 49 33 24 73 81 41 45
Guinea 2 110 2 380 40 40 240 165 24 23 nd nd 25 33
Honduras 2 310 2 350 46 54 59 42 18 17 80 86 40 44
India 2 370 2 420 32 39 123 90 56 47 64 75 26 28
Kenya 1 920 2 110 36 46 97 122 23 21 90 96 25 36
Rep. Dem. Pop. Lao 2 110 2 290 14 23 163 100 44 40 70 80 15 19
Malawi 1 880 2 150 29 24 241 182 28 25 63 73 12 15
Malí 2 220 2 200 30 28 250 222 31 33 28 39 24 30
Mongolia 2 070 2 240 52 53 104 71 12 13 99 99 57 57
Namibia 2 060 2 270 42 40 84 67 26 nd 87 93 27 31
Nicaragua 2 220 2 280 52 49 68 41 11 10 68 73 53 56
Níger 2 020 2 130 28 26 320 264 43 40 17 25 16 21
Pakistán 2 300 2 430 42 47 130 104 40 38 47 60 31 33
Panamá 2 320 2 240 61 61 34 25 nd 8 95 97 54 56
Filipinas 2 260 2 380 41 44 63 37 34 32 97 99 49 59
Senegal 2 280 2 280 34 39 148 138 22 23 40 54 40 47
Sri Lanka 2 230 2 390 42 45 23 19 37 33 95 97 21 21
Sudán 2 160 2 260 50 47 120 94 34 41 65 80 27 36
Tailandia 2 250 2 450 33 50 40 28 25 18 98 99 29 31
Togo 2 150 2 300 22 23 152 141 25 25 64 78 29 33
35% O MÁS DE PERSONAS SUBNUTRIDAS
Angola 1 780 2 040 40 32 260 260 nd 31 nd nd 26 33
Burundi 1 900 1 640 56 48 190 190 38 45 52 67 6 9
Rep. Centroafricana 1 870 1 980 34 43 180 180 27 24 52 71 37 41
Congo 1 860 2 090 34 37 110 108 24 nd 93 98 48 52
Rep. Pop. Dem. de Corea 2 450 2 140 34 36 55 55 nd 28 nd nd 58 60
Rep. Dem. del Congo 2 170 1 630 28 24 205 205 nd 31 69 85 28 30
Eritrea nd 1 520 nd 25 147 89 41 40 61 73 16 19
Etiopía nd 1 840 nd 20 204 171 46 47 43 59 13 15
Haití 1 780 2 080 49 45 150 123 27 17 55 67 29 36
Liberia 2 210 1 990 27 36 235 235 nd 27 57 72 42 45
Madagascar 2 080 2 060 27 23 168 135 41 40 72 82 24 26
El estado de la inseguridad alimentaria en el mundo 2004
39
Cuadro 2 (cont.). DISPONIBILIDAD DE ALIMENTOS, DIVERSIFICACIÓN DE LA DIETA, MORTALIDAD INFANTIL,
ESTADO NUTRICIONAL DE LOS NIÑOS, EDUCACIÓN Y URBANIZACIÓN en los países en desarrollo,
clasificados según la categoría de prevalencia de la subnutrición
CATEGORÍA DE PREVALENCIA Disponibilidad Diversificación Mortalidad Estado nutricional Educación Urbanización
DE LA SUBNUTRICIÓN de alimentos de la dieta infantil de los niños
sobre el total de la población Suministro Proporción Tasa Menores Índice Proporción
en 2000–2002 de energía de alimentos mortalidad de cinco años de alfabetización de la población
País alimentaria no amiláceos de menores con insuficiencia urbana
(SEA) sobre el SEA total de cinco años ponderal
1990–1992 2000–2002 1979–1981 2000–2002 1990 2002 1990 2000 1990 2003 1990 2000
kcal /día/ persona % por cada 1000 % % %
nacimientos vivos
N
OTA DEL CUADRO 2
Alimentos no amiláceos: todas las fuentes de SEA, salvo cereales, raíces y
tubérculos.
Mortalidad de menores de cinco años: probabilidad de que un recién nacido
muera antes de cumplir los cinco años, si está expuesto a las tasas de mor-
talidad actuales por edades. La probabilidad se expresa como tasa por cada
1000 nacimientos vivos.
Menores de cinco años con insufi ciencia ponderal: proporción de niños
menores de cinco años cuyo peso en relación con su edad es inferior en dos
puntos porcentuales o más al promedio. Las fechas de las encuestas varían.
Para cada país, se han incluido los datos del año más próximo a 1990 del
decenio 1985-1994 y del año más reciente del decenio 1995–2004.
Índice de alfabetización: porcentaje de personas entre 15 y 24 años que
pueden leer, escribir y comprender una frase corta y sencilla de la vida
cotidiana.
Urbanización: porcentaje de población que reside en zonas urbanas a mitad
del período anual de referencia.
L
EYENDA
n.d. información no disponible
F
UENTES
Categorías de subnutrición, disponibilidad de alimentos y diversifi cación de
la dieta: FAO
Mortalidad infantil: UNICEF
Estado nutricional de los niños: OMS
Educación: UNESCO
Urbanización: División de Población de las Naciones Unidas,
Population
Prospects
, revisión de 2003
N
OTAS DEL CUADRO 1
Los países revisan periódicamente sus estadísticas ofi ciales, tanto pasadas
como actuales. Esto también es válido para los datos sobre población de las
Naciones Unidas. Siempre que eso ocurre, la FAO revisa sus estimaciones
con respecto a la subnutrición de acuerdo con los nuevos datos. Por ello
se aconseja a los lectores que hagan referencia a los cambios de las
estimaciones a lo largo del tiempo únicamente cuando éstos aparezcan
en el mismo número del SOFI y que eviten las comparaciones con datos
publicados en ediciones de años distintos.
Las cifras que siguen al nombre del país se refi eren a las categorías de
prevalencia (proporción de la población subnutrida en 2000–2002):
[1] 2,5% personas subnutridas
[2] 2,5-4% personas subnutridas
[3] 5-19% personas subnutridas
[4] 20-34% personas subnutridas
[5] * 35% personas subnutridas
En el cuadro no se incluyen los países de los que no se dispone de datos
sufi cientes.
* Aunque no constan por separado en el cuadro, se han incluido las
estimaciones provisionales del Afganistán, el Iraq, Papua Nueva Guinea y
Somalia en los correspondientes totales regionales.
** Eritrea y Etiopía no eran estados independientes en el período 1990–
1992, pero las estimaciones del número y de la proporción de personas
subnutridas en la antigua RDP de Etiopía están incluidas en los totales
regionales y subregionales de ese período.
L
EYENDA
proporción de personas subnutridas inferior al 2,5%
n.d. información no disponible
0,0 cero o menos de la mitad de la unidad indicada
F
UENTES
Población total: Naciones Unidas,
Population Prospects
, revisión de 2002
Subnutrición: estimaciones de la FAO
Mozambique 1 740 2 030 25 25 240 205 nd 26 49 64 21 32
Rwanda 1 950 2 050 50 44 173 203 29 24 73 86 5 14
Sierra Leona 1 990 1 930 40 36 302 284 29 27 nd nd 30 37
Rep. Unida de Tanzanía 2 050 1 960 31 29 163 165 29 29 83 92 22 32
Yemen 2 040 2 040 34 34 142 114 30 46 50 69 21 25
Zambia 1 930 1 900 23 23 180 182 21 28 81 90 39 35
Zimbabwe 1 970 2 020 34 44 80 123 12 13 94 98 29 34
El estado de la inseguridad alimentaria en el mundo 2004
40
Los datos y análisis en los cuales se basa
fundamentalmente
El estado de la inseguridad
alimentaria en el mundo, 2004
han sido
proporcionados por las direcciones técnicas
de la FAO. Las citas de artículos específi cos a
que se hace referencia en la presente edición
provienen de las siguientes publicaciones:
Páginas 8-13
Una nota técnica relativa a las estimaciones
preliminares de la FAO sobre los costes del
hambre está disponible en: www.fao.org/sof/sofi /
Alderman, H. y Behrman, J. 2003.
Estimated
economic benefi ts of reducing LBW in low-
income countries
. Filadelfi a. Universidad de
Pensilvania.
Alderman, H., Hoddinott, J., y Kinsey, B. 2003.
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carencia de alimentos y la desnutrición
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Learning to survive: how education for all would
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www.iacd.oas.org/LaEduca132/mcewan/
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Roma. FAO. 53 pp.
Fuentes
La sexta edición de
El Estado de la inseguridad alimentaria en el mundo
informa
de que el número de personas crónicamente hambrientas en los países en
desarrollo tan sólo se redujo en 9 millones desde que se fi jó el período de
referencia de 1990–1992 en la Cumbre Mundial sobre la Alimentación. La
conclusión es ineludible: debemos hacerlo mejor.
Al observar los impresionantes avances obtenidos en más de 30 países en todas
las regiones en desarrollo para reducir el hambre, este informe extrae otra
lección clara e irrefutable: podemos hacerlo mejor.
Además, por primera vez,
El Estado de la inseguridad alimentaria en el mundo,
2004
presenta estimaciones provisionales de los increíbles costes que conlleva
el hambre para los hogares y naciones (los millones de vidas destruidas por una
minusvalía o muerte prematuras, los miles de millones de dólares perdidos en
el ámbito de la productividad y de los ingresos). Tanto desde el punto de vista
moral como pragmático, estas estimaciones permiten extraer otra conclusión
ineludible: no podemos permitirnos no hacerlo mejor.
Este informe también incluye una presentación especial, que examina los efectos
que han tenido el rápido crecimiento de las ciudades y de los ingresos en los
países en desarrollo, así como la globalización de la industria alimentaria, en el
hambre, la seguridad alimentaria y la nutrición.
El Estado de la inseguridad alimentaria en el mundo, 2004
concluye apelando
urgentemente a ampliar las intervenciones, los recursos y los compromisos
para alcanzar el objetivo de la Cumbre Mundial sobre la Alimentación. Todavía
puede lograrse el objetivo de reducir a la mitad el número de personas que
padecen hambre hacia el año 2015 con solo centrar nuestros esfuerzos, durante
los próximos diez años, en intervenciones sencillas, selectivas y de bajo costo
que mejorarían rápidamente la seguridad alimentaria de un gran número de
personas.
El hambre no puede esperar.
El estado de la
inseguridad alimentaria en el mundo
TC/M/Y5650S/1/11.04/2500
ISBN 92-5-305178-7
9 7 8 9 2 5 3 0 5 1 7 8 6
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