o próprio autor. O personagem Don Ángel Ricón em uma conversa com seu ilustre visitante
Don Diego, usa o vocábulo quéchua lloqlla, para definir Chimbote:
- ¿Usted sabe lo que es una lloqlla?
- La avalancha de agua, de tierra, raíces de árboles, perros muertos, de piedra que
bajan bataneando debajo de la corriente cuando los ríos se cargan con las
primeras lluvias en estas bestias montañas.
- Así es Chimbote, oiga usted; y nadie nos conocemos. (LOS ZORROS, p.87)
O cenário que retrata fidedignamente esta realidade desordenada é o do mercado:
El mercado se extendía de la reja hacia arriba, em dirección de las montañas, por
toda la ancha calle Buenos Aires. La línea del ferrocarril partía en dos la calle y
el mercado. A un lado quedaba el suelo donde se vendían animales vivos,
granos, verduras, alfalfa; centenares de puestos. En la otra orilla, las barracas de
esteras, un hormiguero de puestos “privilegiados” con mostradores que daban a
la línea. La línea del ferrocarril era calle activa del mercado y sobre los rieles
había puestos de vendedores de limones, flores, lechugas, jaulitasde cuyes,
pequeños cajones de cartón llenos de pollos vivos. Decenas de restaurantes se
cobijaban en el laberinto techado. Allí tomaban el almuerzo-desauyno miles de
gentes. Cerca del mediodía chillaban de contento, se atrevían a salir algunas
ratas; perros mostrencos las perseguían gimiendo, alborotados. No las cazaban
jamás; agitando el rabo, echados, los perros olían huecos, las grietas del suelo.
Los compradores se empujaban en los pasadizos; los dueños de los comedores
les retorcían el pescuezo a las gallinas, haciéndolas girar en el aire, mientras
charlaban. A excremento, a frutas, a sudor, a yerbas medicinales, olían la parte
techada del mercado. Alcatraces tristes sobrevolaban en el aire, pajareando
sueltos, o miraban, con los picos colgantes, desde los techos bajos de las casas y
ramadas. Alguna, alguna mujer les arrojaba tripas de pescado o desperdicio de
chancho de mar. Si bajaban, los agarraban a patadas, los perseguían a trapazos, a
palos; los perros se banqueteaban con ellos. (LOS ZORROS, p. 58)
A dura miséria impediu a realização do ideal de harmonia social que Arguedas
sonhava – os imigrantes assumiram como própria, mas à sua maneira, uma modernidade já
existente. É possível afirmar que aconteceu transculturação, ressaltando que o imigrante
nunca deixará completamente de ser o que é mesmo se instalando num espaço que o
modifique, o porto no caso do romance, mas sempre terá sua experiência fundante.
À medida que pensamos que o boom da fabricação da farinha atraiu uma avalanche
humana até Chimbote, podemos comprovar que a metáfora usada por Don Ángel não é só
uma comparação inusitada. Negros, zambos, mestiços e índios procuram encontrar-se dentro
desta nova realidade que os rodeia. A mescla de culturas, de classes e tipos sociais fazem de
Chimbote um verdadeiro caos, um lugar cheio de contradições.
A baía também é comparada ao órgão sexual feminino de uma prostituta, pois tanto
uma como outra são vítimas do capitalismo, são usadas, tiram tudo que elas podem oferecer
todo seu proveito e benefício. Elas são desnudadas e exploradas: “Esa es la gran “zorra”