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inhalación. Sabiendo que tenemos acceso a cuatro tesoros: la energía del sol y la luna, el
aliento del cielo, el aliento de la tierra, y la abundancia y decadencia de la marea.
Aquellos que practiquen el Arte de la Paz deben proteger el dominio de la Madre
Naturaleza, la divina reflexión de la creación, y mantenerlo con amor y fresco. El guerrero
de la nave le da nacimiento a la belleza natural. Las sutiles técnicas de un guerrero se
alzan tan naturalmente como la aparición de la primavera, verano, otoño, e invierno. El
guerrero de la nave no es otro más que la vitalidad que sostiene toda vida.
Cuando la vida es victoriosa, hay nacimiento; cuando es frustrada, hay muerte. Un
guerrero siempre está en la lucha de una pugna de vida o muerte por la paz.
Contempla los trabajos de este mundo, escucha las palabras de los sabios, y toma todo lo
que es bueno para ti. Con esto como tus fundamentos, abre tu propia puerta a la verdad.
No pases por alto la verdad que está enfrente de ti. Estudia como el agua fluye en un
arroyo en un valle, suave y libremente entre las rocas. También aprende de los libros
sagrados y de la gente sabia. Todo – hasta las montañas, los ríos, las plantas, y los arboles
– deben ser tus maestros.
Crea cada día nuevamente vistiéndote con el cielo y la tierra, bañándote con sabiduría y
amor, y situándote en el corazón de la Madre Naturaleza.
No falles al aprender de la voz pura del arroyo que nunca para de fluir de la montaña que
salpica con las rocas.
La Paz se origina con la fluidez de las cosas – su corazón es como el movimiento del viento y
las olas. La Vía es como las venas circulan sangre a través de nuestros cuerpos, siguiendo
la fluidez natural de la fuerza vital. Si eres separado en lo más leve de esa esencia divina,
tu estás muy lejos del camino.
Tu corazón está lleno de fértiles semillas, esperando a germinar. Tal como la flor de loto se
levanta del lodo a florecer espléndidamente, la interacción del aliento cósmico causa que la
flor del espíritu florezca y germine frutos a este mundo.
Estudia las enseñanzas del árbol del pino, del bambú, y del ciruelo en flor. El pino está
siempre verde, con las raíces firmes, y venerable. El bambú es fuerte, resistente,
irrompible. El cerezo en flor es duro, fragante, y elegante.
Siempre mantén tu mente tan brillante y clara como el vasto cielo, el gran océano, y el pico
más alto, vacío de todo pensamiento. Siempre mantén tu cuerpo lleno de luz y calor.
Llénate a ti mismo con el poder de la sabiduría y de iluminación.
Tan pronto como te inquietes con lo “bueno” y lo “malo” de tus compañeros, te creas una
abertura en tu corazón para que entre la malicia. Probar, competir, y criticar a otros te
debilita y te derrota.
El brillo penetrante de espadas esgrimidas por los seguidores de la Vía golpean al malvado
enemigo acechando profundamente dentro de sus propias almas y cuerpos.