en las artes, pithamarda; vita, vidusaka, fabricantes de guirnaldas, perfumeros, vendedores de licores,
lavanderos, barberos, religiosos mendicantes y otros parecidos, según el fin buscado.
Hombres con los que sólo hay que verse por las ganancias: el independiente, el joven, el rico, el que no
necesita que le mantengan otros; un funcionario, uno que ha conseguido una renta sin esfuerzo, está
movido por rencillas o dispone de ingresos continuos; el que se considera afortunado en amor, el
fanfarrón y el impotente que aspira al título de hombre; el que rivaliza con los de su nivel, el generoso por
naturaleza, el que tiene influencia en palacio o un ministro; uno que se entrega al destino, es indiferente a
su dinero, trasgrede la autoridad de sus padres, resulta muy importante para los familiares o es hijo único
rico; el que pertenece a una orden religiosa, ama en secreto, es un héroe o un médico.
Sin embargo, hay que frecuentar por sus buenas cualidades a todos los que pueden dispensar amor y
reputación. Así suelen ser estos amantes: de familia noble, erudito, experto en todos los saberes, poeta,
maestro en la narración y elocuente; decidido, conoce las distintas artes aplicadas, respeta a los ancianos,
tiene altos ideales, gran determinación y una inquebrantable fidelidad. No siente envidia, es generoso, fiel
a los amigos, le gusta asistir a las asambleas, a las tertulias, a los espectáculos, a las reuniones y juegos de
sociedad. Es sano, no está mutilado, se muestra fuerte, no bebe; es muy viril y educado, acompaña y
piropea a las mujeres, pero no se siente sometido por ellas. Tiene una vida independiente, no es zafio, ni
celoso, ni inseguro.
Veamos ahora las cualidades de una enamorada: guapa, joven, signos de buen augurio y se muestra
extremadamente dulce; le gustan los valores y no el dinero; desea los placeres del amor, tiene un ánimo
estable, no cambia de actitud; busca la distinción, vive siempre sin avaricia, le gustan las tertulias y las
artes.
Los valores generales son: inteligencia, buen carácter y educación; honestidad, gratitud, previsión,
provisión y fidelidad a la palabra dada; saber distinguir el momento y el lugar oportunos, vivir como
persona elegante; evitar la depresión, reír continuamente, la perversidad, la calumnia, la ira, la avidez, la
arrogancia y la volubilidad; corrección en la conversación y, por último, ser expertos en el Tratado del
Amor y en sus ciencias adicionales. Si se da la espalda a estas buenas cualidades, se queda uno con sus
defectos.
Hombres a los que no hay que ver: al tísico, al enfermo, al afectado de lombrices o con mal aliento; al
que ama a su mujer, es vulgar hablando, es avaro, despiadado, o ha sido abandonado por los padres; al
ladrón, al hipócrita, al que practica magia con raíces; al indiferente al honor o al deshonor, a se deja
corromper con el dinero incluso de sus enemigos y, por último, al hombre demasiado púdico.
Según los maestros, las razones para tener una relación son: pasión, miedo, ganancia, rivalidad,
venganza, curiosidad, una decisión, aflicción, escrúpulo moral, fama, compasión, el consejo de un amigo;