En el original «underground». Se refiere Stowe al «underground railway» o «under-
ground railroad», es decir al «ferrocarril subterráneo» u organización clandestina antes-
clavista que ayudaba a escapar a los esclavos fugitivos desde el Sur hasta los estados
norteños o Canadá, territorio en el que la esclavitud había sido abolida en 1808. La im-
portancia de esta organización es quizás fruto más de la leyenda que de la realidad. El
Norte parece haber participado activamente en la construcción de la mitología sureña
para apaciguar sus sentimientos de culpa respecto a la esclavitud y a las relaciones ra-
ciales entre blancos y negros. El historiador C. van Woodward afirma que si el Sur uti-
lizó el mito proesclavista para aliviar sus heridas, aligerar su carga de culpabilidad y,
sobre todo, racionalizar y defender el sistema segregacionista que desarrolló en el pe-
ríodo de posguerra, el Norte, por su parte, también sintió la necesidad de servirse de un
mito antiesclavista en todo momento para mantener la leyenda viva y hacerla crecer
según cambiasen las exigencias. De esta manera, el Norte, adoptando u ofreciendo nue-
vas alternativas al Sur, no estaba haciendo otra cosa que confesar indirectamente su
adhesión a los postulados del credo sureño. Woodward analiza la posición norteña en la
construcción de la mitología sureña sobre este tema en su artículo «The Anti––slavery
Myth» (American Scholar, XXXI, Primavera de 1962, 312––327). Este investigador
pasa revista a la leyenda de la ruta del ferrocarril subterráneo y descubre que es casi
totalmente una creación de posguerra que hizo de la figura del abolicionista su héroe
principal, siendo sus logros exagerados para recalcar los nobles impulsos norteños. Un
segundo aspecto del mito antiesclavista es la leyenda de la estrella del Norte, que ase-
guraba que la linea de Mason y Dixon no sólo era la frontera divisoria entre la esclavi-
tud y la libertad en los Estados Unidos prebélicos, sino que también separaba la cruel-
dad racial del Sur de la benevolencia, liberalidad y tolerancia del Norte. Esta leyenda,
creación también del período de posguerra, declaraba que el Norte gozaba de todas
aquellas prerrogativas por las que se luchó en la guerra, es decir, no sólo unión y liber-
tad, sino también igualdad. Sin embargo, el Norte al que con suerte llegaba el esclavo
fugitivo distaba mucho de ser el paraíso imaginado y se acercaba más a un nuevo pur-
gatorio segregacionista. Las narraciones de esclavos fugitivos son el testimonio ilustra-
tivo más importante de este contraste entre el Norte imaginado como espacio de liber-
tad e igualdad y su realidad segregacionista. Estos hechos parecen conducir a una serie
de conclusiones sobre los motivos por los que el Norte tomó parte activa en la cons-
trucción de una sólida mitología sureña durante el período anterior a la Guerra Civil. El
Norte jugó a un doble juego que le aportó abundantes ventajas. Apoyó la imagen tradi-
cional de la plantación como paraíso pastoral para mitigar sus ansias materialistas y
como infierno racial para esconder su propia actitud hacia el negro con la fachada de
cartón piedra del mito esclavista. Al crear la impresión de espacio alternativo de liber-
tad e igualdad, hacía desaparecer la necesidad de auto––examinarse sobre cuál era en
realidad su comportamiento en la cuestión racial. Así, arrinconando el prejuicio racial
exclusivamente dentro de las cuatro esquinas sureñas, el Norte prebélico pudo conti-
nuar fomentando la discriminación racial al mismo tiempo que se redimía de esa culpa.
La superioridad moral del Norte se levantaba de forma proporcionalmente inversa a la
inferioridad moral del Sur.