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HAGAKURE (hojas ocultas)
Anónimo
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Hagakure, que significa "oculto bajo las hojas", es un
antiguo breviario de caballería inspirado en el célebre código
Bushido. Nos expone la vía del guerrero, cuyos preceptos
filosóficos y ética trascendental presentan al Bushi.
Bushido es la aceptación total de la vida, vivir incluso
cuando ya no tenemos deseos de vivir. Esto se logra
sabiendo morir en cada instante de nuestra vida, viviendo el
instante, el aquí y ahora, sumido en el eterno presente, en vez
de abandonar el campo de batalla cotidiano. Para el Samurai,
la vida es un desafío, y la muerte es preferible a una vida
indigna o impura. Esta es la noble y espectacular lección del
HAGAKURE.
Mantenido en secreto durante siglos, el Hagakure fue el libro
de cabecera de Yukio Mishima. He descubierto que la vía
del Samurai reside en la muerte. Durante una crisis, cuando
existen tantas posibilidades de vida como de muerte,
debemos escoger la muerte. No hay en ello nada difícil; sólo
hay que armarse de valentía y actuar. Algunos dicen que
morir sin haber acabado su misión es morir en vano. Este
razonamiento es el que sostienen los mercaderes hinchados
de orgullo que merodean por Osaka; no es más que un
razonamiento sofisticado a la vez que una imitación
caricaturesca de la ética de los Samurais.
Hacer una elección juiciosa en una situación donde las
posibilidades de vivir o de morir se equilibran, es casi
imposible. Todos preferimos vivir y es muy natural que el
ser humano encuentre siempre buenas razones para continuar
viviendo.
El que escoge vivir habiendo fracasado en su empeño, será
despreciado y será a la vez un cobarde y un fracasado. El que
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muere después de haber fracasado, muere de una muerte
fanática, que puede parecer inútil. Pero en cambio, no será
deshonrado. Tal es la vía del Samurai.
Para ser un Samurai perfecto es necesario prepararse a la
muerte mañana y tarde e incluso durante todo el día. Cuando
un Samurai está constantemente dispuesto a morir, ha
alcanzado la maestría de la Vía y puede dedicar, sin cesar, la
vida entera al servicio de su señor.
La Rutina
Cuando Hotta Haga No Kami Masamori era paje del
Shogun, era tan obstinado que este último decidió someterlo
a prueba. Para hacerlo, hizo calentar a blanco un par de
sandalias y las colocó sobre un brasero. Masamori tenía por
costumbre coger las sandalias colocadas al lado del brasero
para ir a recibir a su Señor. Esta vez, en cuanto tocó las
sandalias notó la quemadura en las manos. Pero actuó de la
manera acostumbrada, así que el Shogun se las quitó
rápidamente de las manos.
Uno de los Samurai de Matsudaira Sagami No Kami estaba
en una pensión en Kyoto para recoger dinero. Un día que
estaba en el portal viendo pasar a la gente, oyó a un
transeúnte gritar: "Se dice que los hombres del Señor
Matsudaira están enzarzados en un combate." El samurai se
dijo: "Es muy lamentable que mis compañeros estén
implicados en un combate. Estos deben de ser los que tenían
que ir a relevar a los que estaban de servicio en Edo." Se
informó sobre el lugar del combate y cuando llegó jadeante,
sus compañeros habían sido heridos ya por sus adversarios,
que estaban a punto de darles el golpe de gracia.
Acompañando su ataque de un grito, golpeó a dos hombres y
regresó a Kyoto. Este asunto llegó a oídos del oficial del
Shogun que mandó llamar al Samurai para preguntarle:
"Habéis ayudado a vuestros compañeros, desobedeciendo
con ello al edicto del Gobierno. ¿Cómo es eso?" Él contestó:
"Vengo de la provincia y me es difícil entender lo que Su
Señoría me dice. ¿Podría volver a repetirlo?" El oficial
enfureció y dijo: "¿Está usted sordo? ¿Habéis estado
implicado en una pelea, derramado sangre y desobedecido el
decreto gubernativo, quebrantando las leyes, sí o no?" El
hombre contestó: "Ya había comprendido todo esto. Aunque
lo afirméis, yo no he desobedecido voluntariamente a las
leyes y no he tenido intención de desobedecer al gobierno.
La razón de ello es que todo ser viviente concede a la vida
cierto precio y desde luego lo mismo ocurre con los seres
humanos. Por mi parte, doy un gran valor a la vida humana.
Pero he oído que mis compañeros estaban en peligro y hacer
ver que uno no se ha enterado de nada no es digno de la Vía
del Samurai. Por ello he corrido para socorrer a mis
compañeros. Volver a mi casa, la vergüenza en el corazón,
sabiendo que mis amigos han sido asesinados, habría
prolongado desde luego mi vida, pero era desobedecer a la
Vía. Para seguir la Vía, uno debe sacrificar su preciosa vida.
Es debido a esto, a respetar a la Vía y no por despreciar el
reglamento, que decidí ir allí. Os ruego, ahora, que procedáis
a mi ejecución." El oficial quedó impresionado, archivó el
asunto y escribió al Señor Matsudaira: "Tenéis un valiente
Samurai a vuestro servicio. Espero que lo sabréis cuidar
como se merece."
Las Raíces
El árbol genealógico del Señor Soma, sobrenombrado el
Chiken Marokoshi, era el más elaborado del Japón. Un año
en el que su hacienda se incendió y estuvo a punto de ser
destruida, el Señor Soma dijo: "Incluso si la casa, los
muebles y todo el resto es destruido, no lo lamentaré porque
son cosas que se pueden reemplazar. Lo único que lamentaré
es no haber podido salvar mi árbol genealógico, que es un
tesoro de familia de lo más precioso." Allí estaba un Samurai
y dijo: "Voy a entrar en la casa y traerlo." El Señor y los
demás se pusieron a reír, diciendo: "La casa es ya pasto de
las llamas, ¿cómo lo conseguiréis?" Aquel hombre no había
sido jamás muy hablador y no había sido particularmente
diligente pero era alguien que iba hasta el final en todo lo
que hacía. Dijo también: "Hasta ahora no he sido de una gran
utilidad a mi amo, porque no he sido muy cuidadoso, pero he
vivido con la idea de que un día mi vida podría ser útil. Me
parece que este momento ha llegado." Entonces se lanzó a
las llamas. Cuando el incendio fue apagado, el amo ordenó:
"¡Que se encuentre su cadáver! ¡Qué gran pérdida!" Después
de haber buscado por todas partes, se descubrió su cuerpo en
el jardín próximo a los apartamentos; cuando se le dio la
vuelta, salió sangre de su vientre. El Samurai se había abierto
el vientre y en él había colocado el documento para que
permaneciera intacto. A partir de ese día, se sobrenombró
este documento "la genealogía de la sangre".En el
Koyogunkan, alguien dijo: "Cuando estoy frente al enemigo,
siempre tengo la impresión de que penetro en las tinieblas y
a causa de esto he sido herido gravemente... sin embargo,
vos que habéis combatido con tantos hombres valientes
jamás habéis sido herido. ¿Cómo es posible esto?" El otro
contestó: "Cuando me enfrento con el enemigo, es desde
luego como si penetrara en las tinieblas. Pero enseguida
tranquilizo mi mente, todo se vuelve como una noche
iluminada por la pálida Luna. Si ataco en este momento, sé
que no seré alcanzado." Esta es la situación en el momento
de la verdad.
Tácticas Militares
En las Notas sobre las Reglas Marciales, está escrito lo
siguiente: "Ganar primero, combatir después, lo que dicho en
dos palabras es ganar antes. La riqueza del tiempo de paz es
permitir la preparación marcial para el tiempo de guerra. Con
quinientos aliados, se puede derrotar a una fuerza enemiga
de diez mil hombres." Cuando uno intenta tomar el castillo
de un enemigo y es necesario retirarse, hay que replegarse,
no siguiendo la carretera principal sino las carreteras
secundarias. Se debe tender a sus muertos y heridos con el
rostro girado hacia el enemigo. Es evidente que el guerrero
tiene que estar en vanguardia durante el ataque y en la
retaguardia cuando la retirada. Cuando se ataca, no se ha de
despreciar esperar el buen momento. Esperando el buen
momento no se debe olvidar el ataque.
Entre los principios secretos de Yaygu Tajima No Kami
Munemori, hay un proverbio: "No existe táctica militar para
un hombre de gran fuerza moral." Instruido por esto, cierto
vasallo del Shogun fue a ver al Maestro Yagyu y le pidió que
lo aceptara como a su discípulo. El Maestro Yagyu dijo: "Me
parece que ya sois alumno de una escuela de Artes
Marciales. Decidme el nombre de vuestra escuela antes de
iniciar nuestras relaciones de maestro-discípulo." El hombre
contestó: "Yo no he practicado jamás un arte marcial." El
Maestro dijo: "¿No habéis jamás aprendido la disciplina de
la escuela Tajima Nokami? Tengo la impresión de que sois
uno de los maestros del Shogun. El hombre juró que no. El
Maestro le preguntó entonces: "¿Tenéis algún tipo de
convicción profunda?" El hombre contestó: "De niño tomé
conciencia de que el Bushi es un hombre que no debe
arrepentirse de su vida. He enterrado este pensamiento en mi
corazón durante muchos años y ello se ha vuelto una
convicción. Por ello, jamás pienso en la muerte. No tengo
ninguna otra concepción fuera de ésta." El Maestro Yagyu
quedó muy impresionado y dijo: "Mi intuición no me ha
engañado. El principio más profundo de la táctica marcial es
el que vos poseéis. Hasta ahora, de cientos de discípulos que
he tenido, ninguno ha alcanzado este principio. No es
necesario prepararos con el "sable de madera" (boken). Voy
a iniciaros inmediatamente." Enseguida le dio un pergamino.
Esta historia ha sido relatada por Muragawa Soden. Si
alcanzáis demasiado rápido la gloria, la gente se volverá
vuestro enemigo y no seréis de ninguna utilidad. Si os
eleváis progresivamente en el mundo, las personas serán
aliados vuestros y seréis felices. A la larga, que hayáis sido
rápido o lento, en cuanto hayáis adquirido la comprensión de
los otros, nada os amenaza. Se dice que la suerte que os es
dada por otros es la más segura.
Los Cuatro Votos
Algunos son capaces de actuar con sabiduría cuando la
ocasión lo requiere. Otros se ven obligados a permanecer
despiertos largas horas, presos de angustia, antes de
descubrir la solución correcta al problema planteado. Pero
aunque estas deferencias innatas sean en cierta medida
inevitables, cada uno puede alcanzar dones de sabiduría
insospechada adoptando "los cuatro votos". Parece que
cualesquiera que sean los dones personales, cualquiera que
sea la dificultad del problema, a una reflexión
suficientemente larga y profunda. En tanto uno funda su
razonamiento sobre el "Yo", puede ser muy prudente y
astuto pero no sabio. Los seres humanos son insensatos y les
es difícil abandonar su "Yo". A pesar de todo, un individuo
enfrentado a una situación complicada tiene grandes
posibilidades de encontrar una solución, si llega a abstraerse
momentáneamente del problema, concentrándose sobre los
"cuatro votos" y abandonando su "Yo".
Decisiones
Poseemos muy poca sabiduría; sin embargo, tenemos una
gran tendencia a referirnos a ella para resolver nuestras
dificultades. Debido a que nos preocupamos esencialmente
de nosotros mismos, nos desviamos de la Vía del Cielo y
nuestras acciones se vuelven malas. A los ojos de los demás,
somos despreciables, débiles, limitados y totalmente
ineficaces. Cuando nos sentimos incapaces de una
competencia verdadera es preferible apelar a alguien más
sabio. No estando personalmente implicado, tal vez pueda
revelarse como un juez preclaro -ya que no tiene un interés
propio-. Estará en medida de aconsejar la elección más
juiciosa. Si observamos a un hombre que toma sus
resoluciones de esta manera digna de notarse, sabemos que
está resuelto, autónomo, digno de fe y enraizado en la
realidad. Su sabiduría, alimentada por los consejos de los
demás, puede compararse a las raíces de un gran árbol de
follaje espeso y denso. Existen límites a la sabiduría del ser
humano, arbusto débil, sacudido por el viento.
La Critica a Los Demás
Reprender y corregir a alguien por sus errores es importante.
Este acto esencialmente caritativo es la primera obligación
del Samurai. Pero hay que esforzarse en hacerlo de la
manera conveniente. En efecto, es fácil encontrar cualidades
y defectos en la conducta del prójimo. También es
igualmente fácil criticarlo. La mayoría de las personas se
imagina que es por gentileza que dicen a los otros lo que no
desean oír y si alguna vez sus críticas son mal acogidas,
piensan que los otros son incurables. Tal manera de pensar
no es razonable. La misma da tan malos resultados como
colocar a alguien en una situación embarazosa o bien si
alguien nos insultara. Esto no es muchas veces más que una
mala manera de sacar lo que nos pesa en el corazón.
La crítica sólo debe intervenir después de haber discernido si
la persona la aceptará o no, después que uno se ha hecho
amigo de ella, de haber compartido sus intereses y de
haberse comportado de manera tal que nos concede su entera
confianza para que tenga fe en nuestras palabras. Luego
interviene el tacto. Hay que sentir el buen momento y la
buena manera de ejercer su crítica - por carta o al regresar de
una reunión particularmente agradable-. Hay que empezar
comentando sus propios fallos y luego llevar a su
interlocutor a comprender, sin pronunciar más palabras de
las necesarias. Hay que alabar sus méritos; esforzarse en
darle ánimos, en preparar su humor; volverlo tan receptivo a
las observaciones del mismo modo que el hombre sediento
lo es al agua. Es entonces cuando hay que corregir sus
errores. La crítica constructiva es delicada. Sé por
experiencia que las costumbres malas y antiguas, no ceden
sin fuerza. Me parece que la actitud más verdaderamente
caritativa consiste, para todos los Samurais al servicio de un
mismo Daimyo, en ser benevolentes y amistosos los unos
con lo otros, corregir mutuamente sus errores para servir
luego al Daimyo. Poniendo a alguien voluntariamente en una
situación embarazosa no se hace nada constructivo. ¿Cómo
podría ser de otro modo?
Previsión
El lenguaje militar emplea los términos de "Samurai
ilustrado" y de "Samurai ignorante". Un Samurai que ha
esperado tenerse que enfrentar con situaciones difíciles para
aprender a salir de ellas no es ilustrado. Un Samurai que se
preocupa por adelantado de todas las situaciones y
soluciones posibles, es sabio. Será por lo tanto capaz de
hacerle frente con brillantez cuando la ocasión se presente.
No importa lo que ocurra, un Samurai ilustrado es aquel que
se preocupa de los detalles de la acción, antes de la hora. Un
Samurai imprevisor, en cambio, da la penosa impresión de
arrastrase en una gran confusión y su éxito sólo proviene de
una suerte anormal. Sólo un Samurai negligente no considera
todas las eventualidades antes del momento de la acción.
No comparto la opinión de los que preconizan una autoridad
estricta y constante.
Como dice el proverbio: "El pez no vive en el agua clara".
Son las algas las que le permiten desarrollarse plenamente
hasta su madurez. Es cuando uno pasa de los detalles y no
cuida de las quejas menores cuando es capaz de procurar la
serenidad a los que nos sirven. La comprensión de este
principio es esencial para el que quiera comprender el
carácter y el comportamiento de los demás. Cuando el Señor
Mitsushige sólo era un niño, se le pidió leer un pasaje de un
libro del Monje Kaion; llamó a los otros niños y a los
acólitos para decirles: "Os ruego que os acerquéis y
escuchéis. Es muy difícil leer cuando no hay casi nadie que
escuche". El monje quedó impresionado y dijo a los fieles:
"Es con este espíritu que hay que hacer todas las cosas".
Como Ha de Ser el Samurai
Tengo la impresión de que los jóvenes Samurais de hoy en
día se han fijado objetivos lamentablemente bajos. Tienen la
mirada furtiva de los ladrones. La mayoría sólo busca su
interés personal o hacer gala de su inteligencia. Incluso los
que parecen tener el alma serena sólo muestran una fachada.
Esta actitud no es conveniente. Un Samurai sólo lo es
verdaderamente en la medida que no tiene otro deseo que
morir rápidamente -y de volverse puro espíritu- ofreciendo
su vida a su amo, en la medida donde su preocupación
constante es el bienestar de su Daimyo, al que rinde cuentas
continuamente, sin cesar, de la manera mediante la cual
resuelve los problemas para consolidar las estructuras del
dominio. De este modo, Daimyo y servidores deben estar
determinados de la misma manera. Es indispensable que
nadie, ni siquiera los dioses y los Budas, puedan haceros
desviar de la meta fijada.
La Pérdida de la Virilidad
He aquí lo que decía uno de mis amigos. Parece que un tal
Doctor Kyon afirma lo siguiente: "En medicina se distingue
a los hombres de las mujeres en virtud de los principios del
Yin y del Yang; por consiguiente, los tratamientos médicos
son fundamentalmente diferentes. Además, su pulso es
también diferente. Sin embargo, en el curso de estos últimos
cincuenta años, el pulso de los hombres se ha vuelto idéntico
al de las mujeres. Desde que me he fijado en este fenómeno,
he considerado bueno tratar las enfermedades oculares de los
hombres por los medios apropiados al pulso de las mujeres.
Cuando intento aplicar a mis pacientes varones los cuidados
previstos para ellos, no obtengo ningún resultado". En
efecto, el mundo está abordando un período de
degeneración; los hombres pierden su virilidad y se parecen
cada vez más a las mujeres. Es una convicción
inquebrantable que he adquirido en el curso de mi
experiencia personal y que he decidido no propalar. Desde
entonces, no olvidando nunca esta reflexión, cuando miro a
los hombres de hoy en día, me digo: "Mira, mira, he aquí un
pulso femenino". Ya no encuentro prácticamente nunca lo
que se llama un hombre verdadero. Debido a esto es por lo
que es posible hoy en día ser considerado excelente y
acceder a una posición importante con un esfuerzo mínimo.
Los hombres se vuelven cobardes y débiles, la prueba de ello
está en que, hoy en día, raros son los que tienen la
experiencia de haber cortado la cabeza de un criminal con las
manos atadas a la espalda. Cuando se les pide ser el asistente
del que va a suicidarse ritualmente, la mayoría considera que
es más hábil evadirse e invoca a excusas más o menos
válidas. Hace sólo cuarenta o cincuenta años, se consideraba
una herida combate como una marca de virilidad. Un muslo
sin cicatrices era un signo tan destacado de falta de
experiencia que nadie se hubiera atrevido a mostrarlo tal
cual, prefiriendo infligirse una herida voluntaria. Se esperaba
de los hombres que tuvieran la sangre ardiente y fueran
impetuosos. Hoy en día la impetuosidad es considerada
como una ineptitud. Los hombres de hoy en día utilizan la
impetuosidad de su lengua para rehuir sus responsabilidades
y no hacer nunca ningún esfuerzo. Desearía que los jóvenes
reflexionaran seriamente sobre esta situación actual.
Mushin
El Monje Tannen tenía costumbre de decir: "La gente ha
terminado por no entender nada porque los sacerdotes ya no
enseñan más que la doctrina de Mushin. Lo que se llama
Mushin es un espíritu sin mancha y sin complicación. Esto
es interesante". La Vía del Samurai El Señor Sanenori decía:
"En el seno de un espíritu en donde la perversidad no
encuentra su lugar, está la vía". Si esto es verdad, la Vía es
una. Pero nadie puede comprender esta evidencia en el
primer intento. La pureza no se consigue sin esfuerzo. El
carácter chino gen puede leerse en japonés maboroshi y
significa "ilusión". En japonés, los magos indios se llaman
Gen shu sushi o "ilusionistas". Los seres humanos son
marionetas aquí abajo. Es por ello que se utiliza el carácter
gen para sugerir la ilusión del libre arbitrio. Abominar del
mal y conducir su vida con rectitud se vuelve
extremadamente difícil. Ello es bastante sorprendente pero
muchos errores tienen por origen la creencia de que es
esencial ser estrictamente lógico y colocar la rectitud por
encima de cualquier otra cosa. Existe una vía más elevada
que la rectitud, pero su descubrimiento no es una cosa fácil e
impone una profunda sabiduría. Comparados con esta vía,
los principios lógicos son insignificante, en efecto. Aunque
para el que no tenga la experiencia de ella o no la conozca,
existe una manera de descubrir la verdad, incluso si uno no
ha sabido discernirla solo. Esta vía consiste en hablar con
otros. Ocurre a menudo que una persona, aunque imperfecta,
puede dar consejos juiciosos a otra, porque ella puede
dominar la situación exterior, del mismo que el que, en el
juego de Go, tiene "la ventaja de ser espectador". Se dice que
es igualmente posible discernir sus faltas por la "mirada en
uno mismo" y por la meditación, pero también en este caso
el resultado es igualmente mejor cuando uno habla con otros.
La razón de esto es que se puede superar su propia facultad
de discernimiento si uno aprende a escuchar con provecho a
los demás y leer libros. Uno siempre se enriquece de la
sabiduría de los Antiguos.
Entrenamiento
Me dijeron que un maestro de sable ya anciano había dicho
esto: "El Samurai debe entrenarse toda su vida", y para ello
hay una razón. Al principio, incluso en caso de práctica
regular, uno no tiene la sensación de progresar. Uno se sabe
poco hábil y ve a los demás a su propia imagen. En este
estadio es inútil precisar que no se es de ninguna utilidad al
servicio del Daimyo. Cuando se alcanza un estadio mediano,
uno no es todavía de gran utilidad pero toma conciencia de
sus deficiencias y empieza a notar las imperfecciones de los
otros. Cuando un Samurai alcanza un nivel superior, es
capaz de tomar, por propia iniciativa, decisiones en cualquier
situación, de tal manera que ya no necesita los consejos de
los otros. Un Samurai es, podemos decirlo, útil al Daimyo.
Luego, por encima de este nivel, están aquellos cuyo rostro
jamás revela lo que piensan, los que no hacen jamás gala de
su habilidad, que fingen ignorancia e incompetencia. Y lo
que es más: respetan la habilidad de los otros. Para muchos,
ésta es la ambición más alta. Pero a un nivel todavía más
elevado existe un dominio que supera la habilidad del común
de los mortales. El que se compromete a fondo en la Vía de
este campo, toma conciencia de que su entrenamiento será
ilimitado y que no podrá estar jamás satisfecho de su trabajo.
Por esto un Samurai debe conocer sus debilidades y pasar su
vida corrigiéndolas sin jamás tener el sentimiento de haber
hecho ya lo suficiente. No debe, naturalmente, tener
demasiada confianza pero tampoco sentirse inferior. Yagyu,
el maestro de la Vía del Sable, que enseñaba al Shogun
Tokugawa, decía: "Yo no sé cómo superar a los otros. Todo
lo que sé es cómo superarme a mí mismo". El se decía:
"Hoy, yo soy mejor que ayer, mañana todavía seré superior".
Un verdadero Samurai consagra todo su tiempo al
perfeccionamiento de sí mismo. Es por ello que el
entrenamiento es un proceso sin fin. Entre las
proclamaciones públicas que ha hecho el Señor Naoshige, se
encuentra la siguiente: "Las decisiones importantes deben ser
tomadas con calma". Ittei Ishida (sabio confucionista de Han
Sagan y maestro Jocho Yamamoto) explica: "Los asuntos
menores deben ser estudiados con seriedad. Hay pocos
problemas realmente importantes, solamente se presentan
más de dos o tres en toda una existencia. Una reflexión
cotidiana os convencerá. Es por ello que es indispensable
prever lo que conviene hacer en caso de crisis. Cuando ésta
se manifieste, habrá que acordarse de la solución, para
resolverla en consecuencia. Sin una preparación cotidiana,
cuando sobrevenga una crisis delicada, se será incapaz de
tomar una decisión rápida, lo que conlleva el riesgo de
consecuencias desastrosas". ¿No es entonces posible decir
que para poder tomar con calma decisiones importantes, hay
que prepararse cada día con resolución? En el curso de una
reunión cuya meta era examinar la oportunidad de conceder
una promoción a cierta persona, se tuvo noticia de que la
misma, anteriormente, era muy aficionada a la bebida. Por lo
tanto, los participantes estaban muy propensos a negarle su
adelanto. Sin embargo, uno de ello intervino: "No animar a
un hombre porque ha cometido un solo error, es impedir que
mejore. Si un hombre, que ha flaqueado una vez, muestra,
por una conducta irreprochable y conforme a las reglas, que
lamenta sinceramente su error, es eminentemente útil a su
Señor. Siendo así, animadlo". Entonces, uno de los presentes
dijo: ¿Asumís la responsabilidad de tal decisión?" Después
de que él hubo dado tal seguridad, la asistencia le rogó que
diera sus razones. Dio esta respuesta: "Lo avalo porque sé
que se ha equivocado una vez. No se puede conceder
confianza al que no ha cometido jamás errores". Fue de este
modo que el interesado consiguió su promoción.
Un día, un hombre cayó en desgracia porque había
descuidado reparar el insulto que le había sido hecho. La
única manera de vengarse era lanzarse sobre el campamento
enemigo y combatir hasta la muerte. Un Samurai que se
lanza desesperadamente al combate no puede caer en
desgracia. Es porque uno espera la victoria que la misma se
nos escapa. El tiempo corre cuando uno espera que el
enemigo no sea tan numeroso para no estar uno en
desventaja. A fuerza de esperar, incluso puede ser que uno
olvide la injuria y que abandone la venganza. Pero cuando
los enemigos son numerosos, si uno se agarra al terreno con
la determinación de diezmarlos a todos, la pelea se resolverá
deprisa. El curso de la acción transcurrirá probablemente de
buena manera. Incluso cuando los cuarenta y siete Ronins
del clan Asano, que acabaron por atacar a Kira una noche
para vengar la muerte de su Amo, ya habían fallado en su
salida. Deberían haberse suicidado ritual e inmediatamente
Sengakuji. Se tomaron tiempo para vengar la muerte de su
Señor. Kira habría podido caer mortalmente enfermo antes
de que hubieran ejecutado su plan. En este caso, habrían
perdido irremediablemente la ocasión. Por regla general, yo
no critico el comportamiento de los otros, pero puesto que
nosotros estudiamos la vía del Samurai, debo añadir esto: si
no se consideran con cuidado y por adelanto todas las
eventualidades, cuando ocurre el suceso no se está en medida
de contestar adecuadamente y uno es deshonrado. Escuchar
estos consejos e intentar comprender la esencia de las cosas,
constituye una preparación para tomar decisiones antes de
que sobrevenga la crisis. La vía del Samurai exige, entre
otras cosas, que se esté siempre dispuesto a someter a prueba
la firmeza de su resolución. Noche y día, el Samurai debe
seccionar sus pensamientos prepara una línea de acción.
Según las circunstancias, puede ganar o perder. Pero evitar el
deshonor es un hecho distinto de la victoria o de la derrota;
para evitar el deshonor tal vez le será necesario morir. Pero
si, desde el principio, las cosas no se desarrollan como había
previsto, debería intentarlo de nuevo. Para ello, ninguna
sabiduría ni habilidad particular son precisas. El Samurai
valiente no piensa en términos de victoria o derrota; combate
fanáticamente hasta la muerte. Sólo de este modo realiza su
destino. No es bueno tener fuertes convicciones personales.
Si, al perseverara y concentrarse, un Samurai adquiere
opiniones muy marcadas, podrá estar tentado a pensar con
precipitación que ya ha alcanzado un buen nivel de
realización. Esto debe ser desaconsejado formalmente. Un
Samurai debe, por asiduidad, llegar primeramente ala
maestría absoluta de los principios básicos y manera que sus
técnicas lleguen a la madurez. Un Samurai no debe jamás
relajar su esfuerzo sino que debe perseverar toda su vida en
el entrenamiento. Pensar que uno puede relajar la disciplina
del entrenamiento porque simplemente ha hecho algún
descubrimiento personal, es el colmo de la locura. Un
Samurai debe estar constantemente animado por el
pensamiento siguiente: "En tal o cual punto todavía disto
mucho de la perfección" y consagrar toda su vida más y más
al perfeccionamiento, buscando asiduamente la vía
verdadera. Es por una práctica así que se puede encontrar la
Vía. No hace aún cincuenta o sesenta años que los Samurais
hacían sus abluciones cada mañana, se afeitaban la cabeza y
perfumaban el moño. Luego se cortaban las uñas de las
manos y de los pies, las limaban con piedra pómez y luego
las pulían con hierba Kogane. No mostraban jamás señal
alguna de pereza en este asunto y se cuidaban con atención.
Después el Samurai verificaba su sable largo y su sable corto
para comprobar que el óxido no los deterioraba; les quitaba
el polvo y los limpiaba para cuidar su brillo. Tomar tal
cuidado de su apariencia puede parecer una manifestación de
fatuidad pero esta costumbre no provenía de una inclinación
para la elegancia o lo romancesco. Uno puede ser llamado en
cualquier momento a librar una dura batalla; si se muere
habiendo descuidado su pulcritud, se da muestra de una
relajación general de las buenas costumbres y uno se expone
al desprecio y al descuido del adversario. Esta es la razón por
la cual los viejos y jóvenes Samurais han aportado siempre
un gran cuidado en su presentación. Un escrúpulo tal puede
parecer una pérdida de tiempo y una ocupación muy fútil,
pero forma parte de la vida del Samurai. En realidad, ello
precisa menos esfuerzo y tiempo de lo que parece. Si quiere
estar dispuesto a morir, un Samurai debe considerarse ya
muerto; si es diligente en su servicio y se perfecciona en las
artes militares, no se cubrirá jamás de vergüenza. Pero si se
dedica a hacer egoístamente lo que le plazca, en caso de
crisis de deshonrará. Incluso, no será jamás consciente de su
deshonra. Si nada le importa, excepto el hecho de no estar en
peligro y de sentirse feliz, se descuidará de una manera
completamente lamentable. Es seguro que un Samurai que
no está preparado para morir, morirá de una muerte poco
honorable. En cambio, si consagra su vida a preparar su
muerte, ¿cómo podría tener un comportamiento
despreciable? Uno debería reflexionar seriamente al respecto
y armonizar su conducta en consecuencia. Los tiempos han
cambiado mucho en el transcurso de estos últimos treinta
años. En nuestros días, cuando los jóvenes Samurais se
reúnen, hablan de dinero, de provecho, de pérdidas, de la
manera de administrar su casa, de los criterios para juzgar el
valor de la vestimenta, e intercambian opiniones profanas. Si
otro tema es evocado, el ambiente se estropea y cada uno se
siente vagamente a disgusto. ¡Qué estado tan lamentable éste
al que hemos llegado! Antaño, hasta la edad de veinte o
treinta años, un hombre joven no tenía ningún pensamiento
para las cosas materiales o indelicadas, por lo tanto no
hablaba de ellas jamás. Si, por accidente, en su presencia, los
hombres de edad madura dejaban escapar de sus labios
alguna reflexión fuera de lugar, se sentía tan afectado como
si hubiera recibido una herida física. La tendencia nueva ha
penetrado aparentemente mediante lo que los tiempos
modernos aprecian al máximo: el lujo y la ostentación. Sólo
el dinero tiene importancia. Es manifiesto que si los hombres
jóvenes no tuvieran estos gustos de lujo, incompatibles con
su situación, esta actitud errónea desaparecería. Por otra
parte, alabar como ricos en recursos a jóvenes ahorrativos y
parcos, es completamente despreciable. La frugalidad
equivale a la ausencia del sentido del giri u obligaciones
sociales y personales. ¿Necesito añadir que un Samurai que
se olvida de sus obligaciones hacia los demás es
despreciable, cobarde e indigno?
Caligrafía
Cuando me dirigí a Yasaburo para tomar ejemplo de su arte
caligráfico, me dijo: "Se debería escribir en caracteres
suficientemente grandes como para que uno solo cubriera
toda la hoja, con suficiente vigor como para rasgarla. La
habilidad en la caligrafía depende del espíritu y de la energía
con la que se ejecuta. El Samurai debe obrar sin dudar, sin
confesar el más mínimo cansancio ni el más mínimo
desánimo hasta concluir su tarea. Eso es todo". Y continuó
escribiendo. Según el sabio confucionista Ittei Ishida, todo
calígrafo, incluso mediocre, puede aprender a escribir de una
manera correcta si sigue cuidadosamente las líneas de un
cuaderno. Se puede decir la misma cosa al servicio de un
Samurai. Si toma por modelo un buen Samurai, el éxito es
posible. Desgraciadamente, en el momento presente no hay
ningún Samurai que merezca realmente ser imitado, así que
uno debe crearse idealmente un modelo que imitar. El modo
de crear tal modelo es imaginar cuál de los que están en
torno a nosotros sabe cómo conformarse al protocolo, a la
rectitud y a las conveniencias; cuál demuestra la mayor
valentía; cuál es el más elocuente; cuál es aquél cuyo
comportamiento es el más irreprochable; cuál es el más
íntegro; cuál tiene el mayor espíritu de decisión en caso de
crisis. A partir de todos estos elementos, es necesario
imaginar un ser reuniendo todas estas cualidades. La síntesis
constituirá un excelente modelo, digno de ser imitado. Es
cierto que en todo arte es muy difícil aprender los puntos
fuertes del maestro, pero en cambio, sus puntos débiles son
imitados fácilmente. Estos no son, desde luego, de ninguna
utilidad para sus discípulos. Por ejemplo, algunos conocen
perfectamente la etiqueta pero no son íntegros. Cuando uno
intenta tomar por modelo este tipo de persona, siempre tiene
tendencia a descuidar la etiqueta y a no imitar más que la
ausencia de integridad. Cuando uno aprende a apreciar los
puntos fuertes de los demás, cada persona puede volverse un
maestro o en público. Si es negligente cuando está en
período de descanso, el público sólo lo percibirá bajo este
aspecto.
Imponer
Retirarse silenciosamente cuando el amo habla de uno, en
buenos o malos términos, indica perplejidad. Se debe poder
dar una respuesta apropiada y estar decidido previamente.
Cuando se os encargue una cierta función, la alegría o el
orgullo que vosotros sentiréis se reflejará en vuestro rostro y
eso es algo inconveniente. Algunos, conscientes de sus
fallos, piensan: "Soy torpe pero debo cumplir cueste lo que
cueste mi misión. ¿Cómo la voy a llevar a cabo? Esto puede
ocasionarme muchos motivos de ansiedad". Aunque estas
palabras no se pronuncien jamás, se reflejarán claramente en
vuestro rostro. Esto es una prueba de modestia. Es por
inconstancia y ligereza que nos apartamos de la Vía y que
nos comportamos como novicios. Entonces somos fuente de
molestias. El año pasado, en el curso de una reunión, un
hombre expuso su punto de vista y afirmó que estaba
dispuesto a matar al animador de la reunión si su opinión no
era adoptada. Su moción fue aceptada. Cuando todos los
procedimientos fueron terminados, dijo: "Han dado su
consentimiento demasiado rápidamente. Pienso que son
débiles y no son dignos de ser los consejeros de su amo".
Cuando una reunión oficial es extremadamente seria y
alguien introduce, con ligereza, temas diferentes los
participantes expresan su despecho y se enfadan. Esto no
está bien. En tales momentos la etiqueta de Samurai consiste
en permanecer calmado y tratar a la persona con
benevolencia. Maltratar a alguien es una conducta digna de
un lacayo. Hay momento en donde uno tiene realmente
necesidad de los demás. Si esto se repite a menudo, éstos
acaban por encontrarlo inoportuno y desplazado. Para ciertas
cosas, más vale no tener que tener que contar con los demás.
El Dragón
Había un hombre en China al que gustaban mucho las
imágenes representando a dragones. Todos sus muebles y
vestidos estaban decorados con este emblema. El dios de los
dragones se dio cuente de este amor profundo, así que un
día, un verdadero dragón se presentó en su ventana. Se dice
que el hombre se murió del susto... Era seguramente un
charlatán que se hubiera revelado como tal en el momento de
la acción.
Concentración
En cierta ocasión vivía un maestro del arte de la lanza. En el
momento de su muerte llamó a su mejor discípulo y le
declaró: "Te he transmitido todas las técnicas secretas de
nuestra escuela. Si piensas aceptar ahora a un discípulo,
debes practicar enseguida con diligencia, y cada día, con el
sable de madera. La superioridad no es una cuestión de
técnicas secretas". Del mismo modo, en la enseñanza de un
maestro de Renga, se dice que la víspera del concurso de
poesía debe calmar su espíritu y consultar una antología de
poesías. Es necesario saberse concentrar sobre una sola cosa.
Todos los oficios deben ser ejercidos con concentración.
Animar a un Amigo
Cuando se visita a un Samurai golpeado por la desgracia, lo
que se le dice para animarlo es siempre de una extremada
importancia. Él es, en efecto, capaz de discernir a través de
nuestras palabras los móviles verdaderos que animan a su
interlocutor. Para animar a un amigo en dificultades el
secreto a revelarse es el siguiente: un verdadero Samurai no
debe pavonearse ni perder confianza. Debe ir siempre hacia
delante, sino no avanzará y será totalmente inútil
Las Palabras
Se dice que no hay que dudar jamás en corregirse cuando
uno a cometido un error. La falta desaparece rápidamente si
uno se corrige sin demora. Cuando se intenta remediar un
error, ello se vuelve desplazado y doloroso. Cuando se dice
algo que no se debería haber dicho, si uno se autocritica
rápida y claramente, aquello se olvida pronto y ya no hay
necesidad de preocuparse. Pero si alguien os censura, hay
que saber contestar: "Os he dado las razones de mis
propósitos inconsiderados, yo no veo nada más que hacer si
no las aceptáis. Puesto que he dicho esto sin querer, deberá
pasar como si nadie lo hubiera oído. Nadie puede sustraerse
a una reprimenda.". Morooka Hikoemon fue requerido un
día para confirmar la verdad de sus palabras respecto a un
asunto. Pero él contestó: "La palabra de un Samurai es más
firme que el metal. Dado que estoy impregnado de este
principio, ¿qué más pueden aportar los dioses y los Budas?"
El juramento fue anulado. Esta historia ocurrió cuando él
tenía veintiséis años
La Actitud Durante la Tormenta
Existe lo que se llama la actitud durante la tormenta. Cuando
uno es sorprendido por una repentina tormenta, se puede o
bien correr lo más aprisa posible o bien colocarse
rápidamente bajo los aleros de las casas que bordean el
camino. De todos modos nos mojaremos. Si uno ya estuviera
preparado mentalmente a la idea de estar mojado, se estaría a
fin de cuentas muy poco contrariado con la llegada de la
lluvia. Se puede aplicar este principio con provecho en todas
las situaciones.
Ganar Desde el Principio
Cuando ya era anciano, Tetsuzan hizo un día la reflexión
siguiente: "Tenía tendencia a pensar que el combate a manos
desnudas difería del Sumo, debido a que no tenía
importancia ser tirado al suelo al principio, ya que lo
esencial era ganar al final del combate. Recientemente he
cambiado de punto de vista. Se me ha ocurrido que si un juez
tomaba la decisión de parar el combate en el momento en
que uno se encuentra en el suelo, os declararía vencido. Hay
que ganar desde el principio para salir victorioso siempre.
"
La Amistad Se Mide en la Adversidad
Se ha dicho: "Si queréis sondear el corazón de un amigo,
caed enfermo." Una persona a la que consideráis amiga
cuando todo te va bien, y que os da la espalda como un
extraño en caso de enfermedad o de infortunio, no es más
que un cobarde. Es mucho más correcto cundo un amigo
debe enfrentarse con el infortunio, estar cerca de él, visitarlo
y socorrerlo. Un Samurai no debe jamás, mientras viva,
permitirse distanciarse de aquellos de los que es deudor
espiritualmente. He aquí por lo tanto un medio para medir
los verdaderos sentimientos de un hombre. La mayor parte
del tiempo nosotros nos dirigimos a los demás para pedirles
ayuda y luego los olvidamos en cuanto la crisis ha pasado.
Alguien hizo un día el comentario siguiente: "Se piensa
generalmente que nada es más difícil que ser ronin; que
cuando este destino golpea a un hombre, se pierde confianza
en él y se le abandona. En verdad, ser ronin es algo muy
diferente de lo que yo me había imaginado y es un estado
menos desagradable de lo que parece. Me gustaría, en
verdad, volver a ser un ronin cierto." Coincido con esta
opinión. La misma actitud puede prevalecer en lo que
concierne a la muerte. Si un Samurai se acostumbra, día a
día, a la idea de la muerte, será capaz de morir con toda
tranquilidad cuando llegue el momento. Como todos los
desastres son difícilmente tan terribles como uno se los había
imaginado, es totalmente ridículo lamentarse por adelantado
y sin cesar. Más vale prepararse desde el principio a la idea
de que el destino final del Samurai dedicado al servicio de
un Señor es hacerse sepukku o terminar ronin.
Éxito y Fracaso
La bondad o la maldad del carácter de un individuo no se
reflejan en el éxito momentáneo o en el fracaso, aquí abajo.
El éxito o el fracaso no son, a fin de cuentas, más que
manifestaciones de la Naturaleza. El bien y el mal son, sin
embargo, naturalezas humanas. No obstante, es cómodo, por
razones didácticas, expresarse como si el éxito o el fracaso
en el mundo fueran el resultado directo de un buen o mal
carácter.
Quien Calcula es un Cobarde
Un hombre que no para de calcular es un cobarde. Digo esto
porque las suposiciones siempre tienen una relación con las
ideas de provecho y de pérdida; el individuo que las hace
está siempre preocupado por las nociones de ganancia o
pérdida. Morir es una pérdida, vivir una ganancia y es así
que se decide a menudo no morir. Esto es cobardía. Del
mismo modo, un hombre que ha recibido una buena
educación puede camuflar, con su inteligencia y su
elocuencia, su pusilanimidad o su estupidez, que son su
verdadera naturaleza. Mucha gente no se da cuenta
La Vía del Samurai
El Señor Naoshige tenía por costumbre decir: "La vía del
Samurai es la pasión de la muerte. Incluso diez hombres son
incapaces de desviar a un hombre animado de tal
convicción." No se pueden llevar a cabo grandes hazañas
cuando se está en una disposición anímica normal. Hay que
volverse fanático y desarrollar la pasión de la muerte. Si uno
cuenta sobre el tiempo para acrecentar su poder de
discernimiento, corre el riesgo de que sea demasiado tarde
para ponerlo en práctica. La lealtad y la piedad filial son algo
suplementario en la Vía del Samurai; Lo que uno necesita es
la pasión por la muerte. Todo el resto vendrá por añadidura
de esta pasión. El famoso Samurai KiranoSuke Shida ha
dicho: "Si sois totalmente desconocido, entre morir o vivir,
más vale escoger vivir". Shida era un Samurai fuera de lo
corriente. Los jóvenes han interpretado frecuentemente mal
lo que ha dicho, pensando equivocadamente que se hacía el
abogado de una conducta deshonrosa. En un postscriptum,
escribió: "Si uno duda entre comer y no comer, más vale
abstenerse. Cuando uno no puede decidirse entre vivir o
morir, entonces más vale morir." Hay una manera de educar
a los hijos de Samurais. En su infancia se ha de favorecer su
bravura y evitar darles miedo frívolamente o burlarse de
ellos. Si una persona se ve afectada por la cobardía cuando
niño, queda una cicatriz para toda la vida. Es un error de los
padres que, sin reflexionar, hagan temer a los niños los
relámpagos, los sitios oscuros, o contarles cosas terroríficas
para provocar sus lloros. Más aún, si un niño es reñido
severamente se volverá tímido. No debe tolerarse que se
formen malos hábitos. Después que se ha formado un mal
hábito, aunque se reprenda al niño, ya no mejorará. Para
cosas tales como el hablar correctamente o tener un buen
comportamiento hay que volver gradualmente al niño
consciente de ello. No dejéis que el niño conozca la avaricia.
Otra cosa más, si tiene una naturaleza normal, se desarrollará
siguiendo el camino que se le marque. Otro punto más a
tener en cuenta es que si los padres tienen una mala relación,
el niño no tendrá sentimientos filiales. Esto es natural.
Incluso los pájaros y las bestias se sienten afectados por lo
que ven en el momento de nacer. Por lo tanto, las relaciones
entre padre e hijo se pueden deteriorar debido a la
inconsciencia de la madre. Una madre quiere a su hijo por
encima de todas las cosas y será imparcial con él cuando es
corregido por el padre. Si se vuelve una aliada del niño, tal
cosa sembrará la discordia entre el padre y el hijo. Debido a
la estrechez de su mente, una mujer ve a su hijo como el
sostén de su vejez.
La Distracción
Seréis confundidos por la gente cuando vuestra resolución
sea débil. Más aún, si en una reunión estáis distraído cuando
otra persona esté hablando, por vuestro descuido podéis
pensar que coincidís con su opinión y le vais a seguir
diciendo: "De acuerdo, de acuerdo", incluso cuando esté
diciendo algo contrario a vuestros propios sentimientos, y los
demás pensarán que estáis de acuerdo con ellos. Por esto,
nunca debéis distraeros ni un instante cuando tengáis una
reunión con otras personas. Cuando estéis escuchando una
historia o estén hablando con vosotros, deberéis ser
cuidadosos para evitar veros confundidos; y si hay algo con
lo que no estéis de acuerdo, exponed vuestra opinión,
mostradle su error a vuestro oponente, esforzaos en resolver
la situación. Incluso en asuntos poco importantes los
malentendidos provienen de cosas pequeñas. Uno debe ser
cauteloso en este aspecto. Más aún, es mejor no colaborar
con gente de la que ya habéis tenido dudas anteriormente.
No importa lo que hagáis, será gente que siempre os
confundirá o absorberá. Para estar seguro en este tipo de
asuntos debéis tener mucha experiencia.
La Desgracia
No es suficiente evitar simplemente sentirse desanimado
cuando llega una prueba. Cuando llega una desgracia, el
Samurai debe alegrarse y coger la suerte que le es ofrecida
por poder emplear así su energía y su valentía. Tal actitud
difiere radicalmente de la simple resignación. Cuando la
marea sube, el barco flota...
Cuando se ha oído hablar de las hazañas de un Maestro,
pensar que cualquier cosa que uno haga no podrá jamás
igualarlo, es señal de un alma mezquina. Se debe pensar, al
contrario, que "si el Maestro es un hombre como yo, ¿por
qué yo he de ser inferior?" En cuanto un Samurai se decide
contestar a este desafío contra sí mismo, ya está en camino
de la mejoría. Ittei Ishida ha dicho: "Un hombre reconocido
como sabio por los otros, sólo adquiere esta reputación
porque ha comenzado a profundizar sus conocimientos desde
su más tierna edad. Nunca es el resultado de un aprendizaje
tardío, incluso si éste es difícil." En otras palabras, en cuanto
un ser toma la resolución de llegar a la perfección, puede
esperar un día experimentar la iluminación. Un Samurai
debe prestar atención a sus hechos y gestos para evitar
cometer errores de conducta, no importa lo pequeños que
aquellos sean. Ocurre que, por descuido, un Samurai no
controla su mente y llega a pensar reflexiones de este tipo:
"Decididamente, soy un cobarde" o "Si esto ocurre,
corramos para preservar nuestras vidas" o "Cuán terrorífico
es esto", "¡Ay!", Etcétera. Tales exclamaciones no deben ser
jamás proferidas por un Samurai aunque sea para mofarse o
reírse, ni por descuido, ni siquiera soñando, ni en ninguna
otra situación. Un ser perspicaz adivinaría rápidamente la
naturaleza verdadera de la persona que hubiera pronunciado
tales palabras. Uno debe estar siempre en guardia. Se ha
dicho que un hombre que acaba de ser decapitado todavía
puede hacer algunos gestos. Esta historia ha sido transmitida
por Nitta Yoshisada y Ono Moken. ¿Cómo un hombre puede
ser inferior a otro hombre? Mitani Joyku decía: "Incluso
cuando un hombre enferma mortalmente, puede sobrevivir
dos o tres días más." Las malas relaciones existentes entre
los actuales gobernantes y los procedentes, entre el padre y
el hijo, entre el hermano mayor y el pequeño están
motivadas por razones egoístas. La prueba es que no hay
tales relaciones entre maestro y servidor.
Las Decisiones
Un viejo proverbio dice: "Decidios en el espacio de siete
soplos." El Señor Takanobu Ryuzoti hizo un día este
comentario: "Si un hombre tarde demasiado en tomar una
decisión, se duerme." El Señor Naoshige dice también: "Si
uno se lanza sin vigor, siete de cada diez acciones no llegan
a término. Es verdaderamente difícil tomar decisiones en
estado de agitación. Por consiguiente, si sin ocuparse de las
consecuencias menores, uno se enfrenta a los problemas con
la mente afilada como una navaja, siempre se encuentra la
solución en menos tiempo del preciso para hacer siete
soplos."Hay que considerar los problemas con calma y
determinación.
El Orgullo
El que tiene pocos conocimientos se vuelve rápidamente
pretencioso y se deleita en la idea de ser considerado como
un hombre competente. Los que se enorgullecen de sus
talentos y se estiman superiores a sus contemporáneos serán
inevitablemente castigados por alguna manifestación del
Cielo. Un hombre que no sepa hacerse apreciar de los otros
no será de utilidad a nadie a pesar de su alta competencia. El
que trabaja arduamente y sabe permanecer modesto; el que
se alegra de la posición subordinada que ocupa al mismo
tiempo que respeta a sus iguales, será altamente estimado.
Levantaos a la Octava
Es el colmo de la locura para un Samurai perder el control de
sí mismo si por desgracia queda reducido al estado de ronin
o se encuentra enfrentado a algún revés de fortuna del mismo
tipo. En el tiempo del Señor Katsushige, los Samurais tenían
una divisa favorita: "Si no habéis sido ronin siete veces, no
podréis reivindicar efectivamente el título verdadero de
Samurai. Tropezad y caed siete veces, pero levantaos a la
octava." Manifiestamente, Hyogo Naritomi había sido, según
se dice, siete veces ronin. Un Samurai al servicio de un
daimio debe ser como un tentetieso que se levanta cada vez
que uno lo inclina. En verdad, sería una excelente idea para
el Daimyo devolver a sus discípulos la libertad para someter
a prueba su fuerza espiritual.
El Trato a los Subordinados
En un poema a la gloria de Yoshitune, se dice: "Un general
debe dirigirse frecuentemente a sus soldados." Las personas
que sirven a un amo estarán tanto más dispuestas a consagrar
su vida a su servicio cuando su amo le alabe en
circunstancias excepcionales, así como en la vida corriente,
del tipo: "Me habéis servido muy bien." "Debéis ser muy
cuidadoso con esto o lo otro." "Ahora tengo un servidor de
primera clase." Estos comentarios atentos son de una gran
importancia.
Auto-perfección
Si deseáis perfeccionaros, la mejor manera de hacer es
solicitar la opinión de los otros y buscar sus críticas. La
mayor parte de las personas intentan perfeccionarse fiándose
en su sola facultad de apreciación. El único resultado que
consiguen es que no hacen progresos significativos... Los
hombres que buscan las críticas de los demás son ya
superiores a ellos. La primera palabra pronunciada por un
Samurai, en cualquier circunstancia, es extremadamente
importante. Revela por esta palabra todo su valor. En
tiempos de paz, el lenguaje firma el valor. Pero, del mismo
modo, en tiempos de disturbios y destrucción, la gran
bravura puede revelarse por una única palabra. Se puede
decir entonces que esta palabra única es la flor del alma. Un
Samurai debe siempre evitar quejarse, incluso en la vida
corriente. Debe estar en guardia para no dejar escapar jamás
una palabra que demuestre su debilidad. Una indicación
anodina hecha por inadvertencia indica frecuentemente el
valor del que la ha hecho. Un hombre cuya reputación está
basada sobre su habilidad para una técnica precisa es
insignificante. Concentrando toda su energía en un solo
objeto, se ha vuelto desde luego excelente pero se ha
abstenido de interesarse en otras cosas. Un hombre así no es
de ninguna utilidad
Los Consejos
Son numerosas las personas que dan consejos, pero escasas
son las que los reciben con reconocimiento, y todavía más
raros los que los siguen. Después de los 30 años, el hombre
se vuelve, por lo general, impermeable a los consejos.
Cuando los consejos ya no le alcanzan se vuelve
rápidamente fatuo y egoísta. Añade, para el resto de sus días
la impudencia a la estupidez, lo que irremediablemente
causará su pérdida. Es por ello que es indispensable
descubrir a alguien capaz de discernir, ligándose fuertemente
a él para recibir su enseñanza. Un Samurai que no concede
ningún interés a la riqueza y al honor, acaba habitualmente
por volverse insignificante y envidioso. Este hombre es a la
vez vano e inútil, acaba por revelarse inferior a aquel mismo
cuyos únicos móviles son la ambición, el dinero y la fama.
No es de ninguna utilidad inmediata. Hasta la edad de
cuarenta años un Samurai debe vigilar de no dejarse seducir
por la sabiduría y el sentido del juicio. Debe depender
únicamente de sus capacidades y de su fuerza de carácter.
Cuanto mayor sea esta última, mejor será el samurai. Aun
habiendo superado los 40 años, pero esto depende del
individuo y de su posición social, un Samurai no es nada si
no tiene fuerza de carácter.
Determinación
Cualquiera que sea la meta, nada es imposible de hacer
cuando uno está determinado. Se puede entonces remover
cielo y tierra según convenga. Pero cuando el hombre no
tenga "el corazón en el vientre", no se puede persuadir de
ello. Remover cielo y tierra sin esfuerzos es una simple
cuestión de concentración. Es bueno desarrollar su potencia
hasta la edad de cuarenta años. En cambio es aconsejable
"calmarse" a partir de los cincuenta. Cuando alguien os da su
opinión, hay que saber aceptar con gratitud incluso si no es
de ningún interés. Solo con esta condición os comunicará lo
que ha oído decir de vosotros. Es bueno dar y recibir avisos
de una manera amistosa. Si en el campo de batalla no dejáis
a nadie al cuidado de conducir el asalto y sois vosotros
quienes tenéis la firme intención de penetrar en las filas
enemigas, no caeréis, vuestro espíritu será bravo y
manifestaréis vuestro valor marcial. Este consejo es
unaherencia de los antiguos. Por otro lado, si debéis ser
derribado en el curso de un combate, estad decidido a serlo
frente al enemigo.
El Fundamento de las Cosas
Conozco un sacerdote que pretende resolverlo todo gracias a
su extraordinaria inteligencia. No hay ningún otro en todo
Japón que le sea comparable. Esto no es muy sorprendente
ya que simplemente nadie percibe el fundamento de las
cosas.
Senilidad
La vejez llega cuando uno se limita a hacer las cosas a las
que se es proclive. Mientras el vigor persiste, uno puede ir en
contra de esta inclinación; cuando él se debilita, las
verdaderas tendencias aparecen y nos perturban. Existen
diferentes manifestaciones de este estado pero, alcanzados
los sesenta años, nadie escapa a ello.
Pensar que uno no será jamás senil, es serlo ya. Así uno
puede considerar la argumentación del maestro Ittei como la
de una persona senil, cuando quiso probar que él era el único
que podía ayudar a la Casa Nabeshima. Fue a hablar con los
poderosos de diferentes familias, pero mostraba ya señales
de senilidad. Todo el mundo pensó en su momento que era
un acto razonable; y si reflexiono mejor me doy cuenta que
era un acto de debilidad. Por mi parte, gracias a este ejemplo
y debido a la sensación que tengo de retornar a la infancia,
he rehusado la invitación a la ceremonia del templo por el
aniversario de la muerte el Señor Mitsushige y he decidido
permanece cada vez más recluido en mi casa. Uno debe tener
la clarividencia de lo que os va a ocurrir.
Errores
Según una historia de Ryutaji, había un experto en el I-Ching
en la región de Kamigata. Habría dicho que, incluso
tratándose de un sacerdote, es inútil dar una posición a un
hombre antes de los cuarenta años, por la buena razón de que
hasta entonces comete numerosos errores. Confucio no fue el
único que tuvo el espíritu sereno después de los cuarenta
años. Hasta esa edad, tanto el sabio como el insensato han
acumulado numerosas experiencias formadoras y luego
cesan de estar indecisos frente a la existencia. En lo que
concierne al valor marcial, es más meritorio morir por su
amo que matar a un enemigo. Es en este sentido que se
puede comprender la devoción de Sato Tsugunobu. Cuando
yo era joven, tenía un "diario de lamentaciones" en el cual
mencionaba día tras día mis errores. Pero no pasaba un solo
día sin que yo tuviera que abrirlo veinte o treinta veces. Es
así como acabé realizando que siempre sería así y decidí
abandonarlo. Hoy en día, cuando medito, antes de irme a
dormir, sobre la jornada transcurrida, no hay un día en el
cual yo no haya cometido algún fallo de palabra o de acción.
Vivir sin cometer errores es casi imposible, pero "los
intelectuales" distan mucho de admitirlo. Cuando se lee un
texto en voz alta, hay que hacerlo con el vientre. Cuando se
lee con la boca y la garganta, uno se cansa deprisa. Esto es
una enseñanza de Nakamo Shikibu.
Lo que se llama generosidad es realmente compasión. En el
"Shin´ei" está escrito: "Mirando con el ojo de la compasión,
no hay nadie que no merezca ser amado. El que ha pecado
debe despertar todavía más nuestra piedad". No hay límite
para la anchura y profundidad de nuestro corazón. Hay
espacio para todo. Por esto todavía adoramos a los sabios de
los tres antiguos reinos (India, China y Japón) debido a que
su compasión todavía nos alcanza a nosotros actualmente.
Cualquier cosa que hagáis, tenéis que hacerlo para el bien de
vuestro amo, vuestros parientes, la gente en general y la
posteridad. Esto es la gran compasión. El amor y la sabiduría
que vienen de esto son el real amor y la real sabiduría.
Cuando uno castiga o lucha con el corazón compasivo, todo
lo que haga será sin límites en la fuerza y la corrección.
Hacer una cosa sólo en el propio beneficio es superficial y se
vuelve negativo. Yo comprendí hace tiempo los temas de la
sabiduría y la bravura. Ahora estoy justamente empezando a
entender el tema de la compasión. El Señor Ieyasu decía: "El
fundamento para gobernar un país en paz es la compasión;
cuando uno considera al pueblo como a su propio hijo, el
pueblo lo considera como su propio padre." Además ¿no ha
de pensarse que los nombres del "padre del grupo" y "niño
del grupo" (es decir jefe del grupo y miembro) provienen de
lso armoniosos corazones de una relación padre-hijo? Es de
esta manera que ha de comprenderse que la frase del Señor
Naoshige: "Un buscador de faltas vendrá para ser castigado
por los otros" viene de su compasión. Su sentencia: "El
principio está más allá de la razón" también tiene que ser
considerado compasión. Él afirmó con entusiasmo que uno
tiene que probar lo ilimitado.
Caligrafía
El Maestro Ittei decía: "El progreso en caligrafía consiste en
crear la armonía entre el pergamino, el pincel y la
tinta."¡Tienen tanta tendencia a estar desunidas! El Monje
Tannen decía: "Podría ocurrir que un servidor inteligente no
ascendiera. Pero tampoco hay casos en donde un servidor
estúpido haya podido salir del montón."
Aceptar el Sufrimiento
El Maestro Ittei decía también: "Para actuar correctamente,
en una sola palabra: es necesario soportar el sufrimiento."
No aceptar sufrir es malo. Es un sufrimiento que no tiene
ninguna excepción.
Hacer Demasiado
Según los antiguos, un Samurai debe notarse por su excesiva
tenacidad. Una cosa hecha con moderación puede ser
juzgada insuficiente. Es necesario "hacer demasiado" para no
cometer errores. Es el tipo de principio que no es necesario
olvidar. Cuando uno ha decidido matar a alguien, incluso si
la empresa parece difícil de realizar, sin duda no sirve de
nada intentarlo hacer con medios desviados. El corazón
puede flaquear, la ocasión puede faltar y, a fin de cuentas,
todo puede fracasar. La Via del Samurai es la de la acción
inmediata y por ello es preferible "lanzarse la cabeza
primero". Una vez, un hombre iba de camino para ir a
escuchar los Sutras en el Jissoin en Kawakami. Uno de sus
pajes se emborrachó y buscó pelea con uno de los marinos.
Cuando se acercaron, el paje desenvainó su sable y el
marino, cogiendo una percha, lo golpeó en la cabeza. En el
mismo momento, los otros marinos cogieron remos y ya iban
a golpear al paje cuando el amo llegó. Hizo ver que no se
daba cuenta de nada y entonces otro paje fue a pedir excusas
a los marinos. Calmó a su compañero y lo acompañó hasta
su casa, pero entonces se dio cuenta de que le habían robado
su sable. La lección que es necesario extraer es la siguiente:
en primer lugar, no haber desaprobado y sancionado al paje
en el barco es una negligencia del amo; luego, incluso si el
paje había actuado sin consideración, en cuanto fue golpeado
en la cabeza ya no había lugar para excusarse. El Amo
debería haber ido hacia el paje borracho y el marino, como si
fuera a excusarse y luego haberlos matado a los dos. Es
evidente que este amo no tenía "Espíritu". El Señor Naoshige
decía: "El valor de un antepasado se mide por el
comportamiento de sus hijos. Un hijo debe actuar de modo
que honre a su antepasado y no de modo que lo deshonre.
Esto es realmente la piedad filial." Cuando Nakano Shogen
hizo Seppuku, los miembros de su clan, reunidos en casa de
Oki Hyobu, hicieron comentarios críticos sobre él. Hyobu les
dijo: "No se debe hablar mal de alguien que ha muerto y el
que ha sido condenado debe despertar particularmente
nuestra piedad. Es deber del Samurai elogiarle, aunque sólo
fuera un poco. No hay duda de que dentro de veinte años se
dirá de Shogen que era un servidor fiel." Estoso comentarios
son los de un hombre maduro. Cuando uno conoce a alguien,
debería captar rápidamente su carácter y reaccionar de
manera adecuada para cada una. Cuando uno se encuentra
con alguien a quien le gusta argumentar, es necesario
enfrentarse a él y ganarlo por la superioridad de la lógica,
pero sin ser demasiado severo, para evitar que quede un
resentimiento. Es a la vez algo del corazón y algo de
palabras. Este consejo fue dado por un sacerdote.
La Condición del Samurai
Si se debiera resumir en pocas palabras la condición del
Samurai, yo diría que en primer lugar es devoción en cuerpo
y alma a un amo. En segundo lugar yo diría que es necesario
cultivar la inteligencia, la compasión y la valentía. La
posición de estas tres virtudes reunidas puede parecer
imposible al ser común, pero es fácil. La inteligencia no es
más que saber conversar de unas cosas y otras con los
demás, consiguiendo con ello una sabiduría infinita. La
compasión cosiste en actuar en bien de los demás
comparándose con ellos y dándoles la preferencia. La
valentía es saber apretar los dientes. Es suficiente hacer esto
en cualquier circunstancia. Todo lo que está más allá de estas
tres virtudes no es útil conocerlo. En tercer lugar, en lo que
concierne al aspecto exterior, es necesario cuidar su
apariencia, su manera de expresarse y perfeccionarse en
caligrafía. Esto no es más que un asunto corriente que es
necesario mejorar con una práctica constante. En la base de
todo esto hace falta sentir en nosotros la presencia de una
fuerza tranquila. Cuando ella haya realizado todo esto, será
necesario aprender la historia de nuestra tierra y de sus
costumbres. Luego podremos estudiar algunas artes
recreativas. Ser un Samurai es, a fin de cuentas, muy simple.
Si miráis los que hoy en día son de alguna utilidad, os daréis
cuenta que han reunido estas tres condiciones. Los hombres
valientes del pasado eran, en su mayoría, ruidosos; su
exuberancia era signo de fortaleza y bravura. Como yo
dudaba de ello, Tsunetomo me contestó: "Sepuede
comprender que su vitalidad poderosa haya hecho de ellos
seres rudos y exuberantes. Hoy en día, los hombres han
perdido esta alegría ruidosa porque su vitalidad es menor. La
savia se ha agotado pero su carácter ha mejorado. El valor es
de otro orden. Que hayan perdido en vitalidad y ganado en
dulzura no significa que posean una menor pasión por la
muerte. Esto no tiene nada que ver con la vitalidad." Aunque
el Señor Ieyasu no haya ganado jamás una batalla, la
posteridad ha dicho de él. "Ieyasu era un general muy
valiente." Ninguno de sus Samurais murió en el campo de
batalla dando la espalda al enemigo. Todos yacían con la
cara vuelta hacia las filas adversarias.
El Fin de las Cosas
Yasuda Ukyo hazo el comentario siguiente a propósito de la
última copa de vino que se ofrece: "Sólo el fin de las cosas
es importante." Cada uno debería parecerse a esto. Cuando
los invitados se van, decirles adiós con pesar es importante.
Si este sentimiento está ausente, se corre el riesgo de parecer
harto y todo el placer de la jornada se difumina. Se debe dar
sin cesar la impresión de que uno hace algo importante. Esto
es posible con un mínimo de comprensión.
La Situación
Uesugi Kenshin decía: "Yo no he sabido jamás lo que era
ganar desde el principio al fin; yo solamente he comprendido
que no hay que ser jamás inferior a la situación y esto es
importante. Es molesto que un Samurai no esté a la altura. Si
no estuviéramos constantemente por debajo de la situación,
no nos sentiríamos embarazados jamás." Deberíamos
desconfiar de hablar de temas tales como el conocimiento, la
moralidad, las costumbres delante de los mayores o las
personas de alto rango. Es algo desagradable de oír. Incluso,
aun cuando uno acabara de ser decapitado, todavía
deberíamos ser capaces de hacer con seguridad una última
cosa. Los últimos instantes de Nitta Yoshisada lo prueban: si
hubiera tenido un espíritu débil, se haría caído en el
momento exacto en que su cabeza fue cortada. Este también
ha sido recientemente el caso de Ono Doken. Estos hechos
relevan de la determinación. Cuando uno posee valor marcial
y determinación, incluso teniendo la cabeza cortada, no
muere, siendo como un fantasma vengador.
El Mundo es Sueño
Que uno sea de alto linaje o de origen humilde, rico o pobre,
joven o anciano, ilustrado o no, todos estamos destinados a
morir. Nosotros sabemos que esto es ineludible pero nos
agarramos a las ramas diciéndonos que los otros morirán
antes que nosotros, que seremos el último. La muerte
siempre parece lejana. ¿Acaso no es esto una vista engañosa
y futil? ¿No es una ilusión, un sueño? No se deberían ver las
cosas de una manera que nos indujera a la negligencia. Se
debería ser valiente y actuar rápidamente ya que la muerte
vendrá tarde o temprano a golpear nuestra puerta. La
vergüenza y el arrepentimiento son comparables a hecho de
derramar un jarro de agua. Uno de mis amigos ha resentido
compasión escuchando la confesión de aquel que le había
robado su sable de gala. Cuando uno quiere reparar sus
faltas, sus huellas desaparecen rápidamente. Una persona de
poco conocimiento se da aires de sabio: es una cuestión de
inexperiencia. Cuando se domina bien algo, no se destaca en
nuestro comportamiento: una persona así es educada.
Fanatismo
El monje Keiho cuenta que el Señor Aki había dicho un día
que la virtud marcial por excelencia era el fanatismo. He
constatado que esto coincidía con mi propia convicción y
desde entonces soy cada vez más extremado en mi
fanatismo. Cuando hice la siguiente pregunta: "¿Qué es lo
que no debe hacer jamás un Samurai que esté al servicio de
daimyo?", Me fue contestado: "Un Samurai no debe ni beber
demasiado ni estar demasiado seguro de sí mismo ni darse a
la lujuria." En período de dificultad, estas debilidades sólo
tienen pocas ocasiones de ser satisfechas. Así, sólo tienen
consecuencias limitadas. Pero cuando los tiempos mejoran,
la vida se vuelve más fácil. Entonces estos tres defectos se
vuelven susceptibles de tener consecuencias nefastas.
Examinad de cerca la carrera de personas que conocéis. En
cuanto empiezan a palpar el triunfo, se vuelven arrogantes
sin medida, se entregan a un lujo imperdonable. Es bueno
enfrentarse con dificultades en la juventud porque el que no
ha sufrido jamás no ha templado plenamente su carácter. Un
Samurai que se desanima o abandona frente a las pruebas, no
es de ninguna utilidad.
Resolución
En un último análisis, la única cosa que cuenta es la
resolución del momento. Un Samurai toma una decisión tras
otra y el conjunto llena toda su vida. Una vez que ha
comprendido esta regla fundamental ya no tiene que
manifestar jamás impaciencia ni buscar otra cosa que el
momento presente. Su existencia fluye naturalmente, se
concentra en sus decisiones. Sin embargo, las personas
tienen tendencia a olvidar esta regla de conducta. Aprender a
conformarse a sus decisiones sin desviarse, no puede
realizarse sin alcanzar una cierta edad. Incluso cuando uno
ha alcanzado la iluminación y si el interesado no tiene
plenamente conciencia de ello su determinación está siempre
presente. Si alguien lleva a término aunque sólo sea una
resolución, bado: pues revela así un gesto de lealtad será
raramente perturbado: pues revela así un gesto de lealtad
respecto a su fe.
La Nostalgia del Pasado
No podemos cambiar nuestra época. En cuanto las
condiciones de vida se degradan regularmente es prueba de
que uno ha penetrado en la fase última del destino. En
efecto, no se puede estar constantemente en primavera o
verano, tampoco se puede disfrutar permanentemente; por
ello es obrar en vano empeñarse en cambiar la naturaleza de
los momentos actuales para reencontrar los felices días del
siglo pasado. El error de los que cultivan la nostalgia del
pasado viene de que no captan esta idea. Pero los que sólo
tienen consideración por el momento presente y afectan
detestar el pasado, parecen ser muy superficiales.
Examen Cotidiano
Se debe enseñar a los jóvenes Samurais las virtudes
marciales de manera que cada uno de ellos esté convencido
de ser el guerrero más bravo de Japón. Paralelamente, los
jóvenes Samurais deben evaluar cotidianamente sus
progresos con respecto a la Vía y deshacerse lo más
rápidamente posible de sus imperfecciones. Este examen
cotidiano es la condición para alcanzar la meta buscada.
Marionetas
Mientras yo iba reflexionando al caminar, se me ocurrió que
los seres humanos son unas extraordinarias e inteligentes
marionetas articuladas. Aunque estén suspendidos por hilos,
pueden saltar, caminar, hablar. ¡Cuán magníficamente están
concebidos! Pero de aquí al próximo festival budista, pueden
morir y venirnos a visitar bajo forma de espíritus. ¡Qué
existencia más vana! La gente siempre parece olvidarlo.
Cuando el Agua Sube...
Existe un proverbio que reza: "Cuando el agua sube, el barco
también." En otras palabras, frente a las dificultades, las
facultades se agudizan. Es cierto que los hombres valientes
cultivan seriamente sus talentos cuando las dificultades con
las que están enfrentados son importantes. Es un error
imperdonable dejarse abatir por las dificultades.
Ahora es la Hora
El maestro Jocho dijo un día a su yerno Gomojo esta
máxima: "Ahora es la hora y la hora es ahora." Tenemos
tendencia a pensar que la vida cotidiana difiera de un
momento de crisis; así cuando el momento de actuar llega,
no estamos nunca listos. Si nos convocan para hablar con el
Daimyo o somos enviados a una misión, no encontramos
palabras para expresarnos. Estas actitudes indican que
continuamente diferenciamos entre "el tiempo" en el sentido
amplio y "el momento presente". Comprender la expresión:
"La hora es ahora" significa prepararse constantemente para
un suceso imprevisto. Un Samurai debe siempre estar
dispuesto a expresarse claramente en público, a ser
convocado frente al Daimyo o incluso a entrevistarse con
personalidades oficiales, aun con el mismo Shogun en
persona. Poco importa que esto ocurra o no, uno debe de
estar dispuesto permanentemente. Esta disponibilidad para
actuar es el método a aplicar para llevar a cabo todas
nuestras acciones, tanto en las artes militares como en los
deberes cívicos. Si los dioses ignoran mis rezos debido ha
que he sido mancillado por la sangre del enemigo, no puedo
hacer nada si no es continuar mis actos de devoción sin
preocuparme de la mancha. Incluso, aunque los dioses no
aman las manchas de sangre, yo tengo mi propia manera de
ver las cosas. No me olvido jamás de mi hora cotidiana de
oración. E incluso si en el campo de batalla me salpica la
sangre o tropiezo en los cadáveres que yacen a mis pies,
tengo confianza en la eficacia de mis rezos dedicados a los
dioses para alcanzar el éxito militar o asegurarme una larga
vida.
Fugacidad
La vida humana sólo dura un instante, es necesario tener la
fuerza de vivirla haciendo lo que más nos gusta. En este
mundo fugaz como un sueño, vivir en el sufrimiento no
haciendo más que cosas que nos disgustan es una pura
locura. Sin embargo, este principio, mal entendido, puede ser
nocivo, por ello he decidido no enseñarlo a los jóvenes...
Adoro dormir. En contestación a la situación actual del
mundo, pienso que lo mejor que puedo hacer es volver a
dormir a mi casa. Ocurre a menudo que un hombre que goza
de grandes capacidades de juicio y que es consciente de su
valor, se vuelva cada vez más arrogante. Es difícil conocer
realmente sus cualidades pero todavía es más difícil admitir
sus cualidades. Es el maestro Zen Kaion quien ha hecho
estas reflexiones.
Dignidad y Sinceridad
La dignidad de un ser se mide por la impresión exterior que
da. Hay dignidad en el esfuerzo y la asiduidad; en la
serenidad y la discreción. Hay dignidad en la observación de
las reglas y en la rectitud. También hay dignidad para apretar
los dientes y mantener los ojos abiertos: todas estas actitudes
son visibles desde el exterior. Lo que es capital es actuar
siempre con dignidad y sinceridad. Kazuma Nakano ha
dicho: "Es un signo de mezquindad y falta de gusto utilizar
un juego de tazas ya gastado para la ceremonia del té." Los
utensilios nuevos son más convenientes. Algunas personas
pueden pensar que más vale emplear utensilios ya gastados
debido al carácter de su origen. Estas dos concepciones son
igualmente erróneas. Los objetos antiguos han sido
empleados por personas, ciertamente modestas, pero su gran
antigüedad les confiere una cierta nobleza. Os utensilios
viejos han dado prueba de su calidad en las manos de gente
de alto rango. Es por haber sido detentadas y usadas por su
propietario que ha acrecentado su valor. Uno puede tener un
razonamiento semejante sobre el deber del Samurai. Un
hombre de origen modesto que logra cierto renombre y
alcanza una posición social elevada, está dotado
manifiestamente de cualidades sobresalientes. Sin embargo,
habrá gente que siempre encontrará desagradable codearse
con un hombre de genealogía dudosa, que rehúsa siempre
considerar como un oficial superior al que no era hasta ahora
más que un simple soldado. Fundamentalmente, un hombre
que ha descollado del montón, sólo ha podido hacerlo debido
a que poseía más habilidad y mérito que los que están
colocaos inicialmente en un escalón elevado. Por ello
debemos siempre testimoniarles un mayor respeto. Cuando
uno busca algo esencial que realizar, hay que saberse
mantener lejos del Señor de un feudo, de las personalidades
oficiales y de los consejeros. Cuando uno pasa el tiempo
"girando en torno" a sus superiores y a estar suspendido de
sus labios, se hace difícil llevar a cabo los proyectos. Es una
máxima que no ha de ser olvidada. Está mal murmurar, sin
embargo, tampoco es mejor alabar a alguien en todo
momento. Un Samurai debe conocer su talla, observar la
disciplina sin distraerse y hablar lo menos posible. Un
hombre valeroso debe permanecer impávido y jamás dar la
impresión de estar desbordado. Sólo las personas
insignificantes, cuyo carácter se revela agresivo, buscan la
fama a cualquier precio y chocan con todos los que
frecuentan. En un debate o una discusión algunas veces hay
que saber perder pronto para hacerlo con elegancia. Del
mismo modo, si en la lucha Sumo, para ganar a cualquier
precio, uno se pone a hacer trampas, se vuelve peor que un
vencido y es, al mismo tiempo, derrotado y carente de
elegancia.
El Orgullo(2)
Alguien dijo un día: "Hay dos tipos de orgullo, el interno y el
externo. Un Samurai que no posee los dos es de una utilidad
dudosa." El orgullo puede ser comparado con la hoja de un
sable. Debe afilarse y luego volverse a colocar en la vaina.
De vez en cuando, es desenvainada, sostenida y limpiada
para volverla a envainar. Si el sable de un Samurai siempre
está desenvainado, si está siempre levantado, la gente le
temerá y le será difícil tener amigos. Si por el contrario, no
lo saca jamás de su vaina, la hoja se enmohecerá y la gente
ya no temerá al que lo lleva.
Intuición Súbita
Deberían escucharse con respeto y gratitud las palabras de
un hombre de gran experiencia, incluso si habla de cosas que
ya sabemos. Ocurre, a veces, que después de haber oído diez
o veinte veces la misma cosa, uno tenga una intuición súbita
y que esta intuición trascienda la significación habitual. Hay
una tendencia a mirar desde lo alto a la gente anciana y a no
tomar en serio sus comentarios. Pero deberíamos hacer lo
contrario, acordándonos que han tenido el beneficio de una
larga y real experiencia.
Nuestra Opinión
Como ya lo he subrayado en mis Reflexiones locas (un
manual de comportamiento del Samurai redactado para mi
yerno Gonojo), el non plus ultra del servicio de un Samurai
es saber expresar con inteligencia su propia opinión, como
los hombres cualificados el feudo, que son los consejeros
experimentados del Daimyo. Cuando uno ha comprendido
esto, poco importa lo que uno piensa o lo que hace. Pero
nadie lo ha comprendido hasta ahora. Hay pocas personas
cuya inteligencia sea suficiente para conformarse a este
principio. Algunos, más preocupados de su avance personal,
usan de la adulación y de la zalamería para mejorar su
situación. Tales personas sólo alimentan bajas ambiciones y
no podrán alcanzar el nivel de hombre de estado
experimentado. Algunos, más calculadores todavía que estos
últimos, no ven ningún interés en volverse buenos Samurais
y pasan el tiempo deleitándose con los "Ensayos sobre la
pereza" o la poesía de Sagyo. Sin embargo, desde mi punto
de vista, Kenko y Sagyo no son más que cobardes, y es
porque eran incapaces de asumir las funciones de Samurai
que tratan con desdén estos problemas, prevaleciéndose del
título de religiosos retirados del mundo. Aún hoy en día, si
bien yo pienso que es bueno para estos bonzos y las personas
ancianas consagrarse a esta literatura, es preferible para el
que tenga la ambición de ser un verdadero Samurai, que
aunque acaparado por su combate para penetrar en el mundo,
se esfuerce en servir perfecta y lealmente a su amo. Incluso
si para conseguirlo tiene que estar hundido en el seno del
infierno.
Longevidad
Cuando el Señor Naoshige pasó por un lugar llamado
Chiriki, se le dijo: "Por aquí vive un hombre anciano, cuya
edad supera los noventa años. Este hombre es tan afortunado
que deberías deteneros para saludarle." Naoshige escuchó y
contestó: "¿Quién puede ser más desgraciado que este
hombre? ¿Cuántos hijos y nietos ha visto ya desaparecer?
¿Dónde se encuentra su suerte?" No se detuvo para saludar
al anciano.
Relajación
Me han contado que el señor Naoshige había dicho un día:
"Hay un momento en el que todo el mundo está alegre y
amistoso y es el momento en donde uno se relaja. Sin
embargo, también hay cosas que uno lamenta siempre
después de haberlos hecho o dicho."
Confusión
Durante una cacería en un lugar llamado Shiroishi, el amo
Katsushige mató a un enorme jabalí. Todos le rodeaban
admirándolo por la bestia extraordinaria que acababa de
abatir. De repente, el jabalí dejado por muerto se levantó y
cargó. Los miembros del cortejo del amo, sorprendidos, se
asustaron y huyeron. En aquel momento, Matabei
Nabeshima, rápido como el rayo, disparó sobre el jabalí y lo
alcanzó. El amo Katsushige se cubrió el rostro con su manga
y exclamó: "El aire está lleno de polvo." Evidentemente,
hizo este gesto para evitar ver la confusión de los aduladores.
Un hombre, Hyogo Naritomi, dijo un día: "La verdadera
victoria significa la derrota de tu amigo. Ganar a tu aliado
significa alcanzar la victoria sobre ti mismo; es la victoria
del espíritu sobre el cuerpo." Un Samurai tiene el deber
cotidiano e cultivar su espíritu y de ejercitar su cuerpo de tal
manera que ninguno -entre mil aliados- pueda alcanzarlo.
Sin esto, será ciertamente incapaz de derrotar a un enemigo.
Un Método Secreto
Cuando vayáis a salir para una misión importante antes de
hacerlo, colocad saliva sobre los lóbulos de vuestras orejas,
respirad profundamente, tirad y romped un objeto entre
vuestras manos. Es un método secreto. Del mismo modo, si
sentís que la sangre se os sube a la cabeza, colocad saliva
sobre vuestros lóbulos de la oreja y os sentiréis mejor
inmediatamente. Se considerará siempre como algo natural
la cualificación y la competencia de un Samurai, cualquiera
que sea la manera extraordinaria en que realiza sus hazañas.
Si sus resultados son semejantes a los de sus
contemporáneos, se considera que es de pocavalía. En
cambio, si una persona despreocupada cualquiera realiza
algo de manera ligeramente superior al promedio, será
alabado grandemente.
Las Palabras (2)
La mejor actitud respecto a las palabras es no usarlas. Si
pensáis que podéis pasar sin usarlas, no habléis. Lo que debe
ser dicho debería serlo siempre de la manera más concisa,
lógica y clara posible. Una cantidad sorprendente de
personas se ridiculizan hablando sin reflexionar y se
desconsideran otra tanto.
Lealtad a la Muerte
La absoluta lealtad respecto de la muerte debe ser puesta en
práctica todos los días. Debemos comenzar cada amanecer
meditando tranquilamente, pensando en el último momento e
imaginando las diferente maneras de morir: muerto por una
flecha, por un cañonazo, atravesado por un sable, sumergido
por las olas, saltando en un incendio, golpeado por el rayo,
aplastado por un terremoto, cayéndonos desde un risco,
víctima de una enfermedad o súbitamente. Debemos
comenzar la jornada pensando en la muerte. Como decía un
anciano: "Cuando abandonáis vuestro tejado, entráis en el
reino de los muertos; cuando abandonáis vuestro umbral,
encontráis al enemigo." Esta sentencia no preconiza la
prudencia sino la firme resolución de morir.
Los Pequeños Fallos
Si os lanzáis a una empresa, no os preocupéis de los
problemas de poca importancia. No es grave que un Samurai
se manifieste egoísta de tiempo en tiempo, si por lo demás es
perfectamente leal y devoto a su amo, si es bravo y generoso
por regla general. De hecho, es más bien malo ser siempre
perfecto en todas las cosas, porque entonces se tiene
tendencia a olvidar que podemos cometer errores. Un
hombre que se lanza a la aventura no puede cometer fallos.
En efecto, ¿qué importancia tiene, en un hombre que cultiva
el honor y la integridad, cometer un fallo mínimo? Cuando
Nabeshima Tadanao tenía sólo quince años, un criado de las
cocinas cometió una mala acción y uno de los guardias quiso
matarlo; pero lo que ocurrió es que al final fue el criado
quien lo mató. Los Ancianos del clan reclamaron su muerte
argumentando que aquel hombre se había salido de su
posición y que había vertido la sangre de su adversario.
Tadanao, al oír esto dijo: ¿Qué es la cosa más condenable,
salir de su rango o apartarse de la vía del Samurai? Los
Ancianos no supieron qué contestar. Entonces Tadanao dijo:
"He leído que cuando el delito no es verdaderamente
evidente, el castigo debe ser ligero. Arrestadlo por un
tiempo."Cuando el Señor Katsusuhige era joven, el Señor
Naoshige, su padre, le enseñó esto: "Para entrenarte a cortar
con el sable, ve a cortar la cabeza de algunos condenados a
muerte." Así se hizo. En la plaza, que se encuentra en el
interior de la muralla de la Puerta Oeste, había unos hombres
alineados y Katsushige los decapitó uno tras otro. Cuando
llegó al décimo, se dio cuenta que era joven y fuerte y dijo:
"Estoy cansado, perdono la vida de este hombre." Aquel
hombre fue indultado. Cuando el Señor Takanobu estaba en
el campo de batalla de Bungo, un mensajero del campo
adversario vino a traerle un regalo, sake y comida. Takanobu
iba a hacer el reparto cuando sus hombres se lo impidieron
diciendo: "Los regalos del enemigo están verosímilmente
envenenados, General; no deberíais ni siquiera
tocarlos."Takanobu los escuchó y dijo: "Incluso si la comida
está envenenada, ¿en qué puedecambiar el destino? ¡Haced
venir al mensajero!, Bebió tres grandes copas, ofreció una a
aquél, le dio su respuesta y lo mandó de vuelta a su
campamento.
Hierba de Cobardía
Cuando la caída del castillo de Arima, el día 28 en la
vecindad de la ciudadela, Mitsuse Genbei se sentó sobre un
dique, en medio de los campos. Cuando Nakano pasó por allí
y le preguntó por qué estaba allí, Mitsuse le contestó: "Tengo
dolores de vientre y no puedo dar un paso más. He enviado a
mis hombres al asalto os ruego que toméis el mando. Este
hecho fue repetido por un testigo. Se juzgó que era cobarde y
fue condenado a hacerse Seppuku. Ya hace mucho tiempo,
los dolores abdominales eran llamados "Hierba de cobardía".
Vienen sin avisar e inmovilizan al hombre. Nakamo
Uemonnosuke Taaki fue matado el duodécimo día del octavo
mes del año Eiroku durante la guerra entre los Señores Goto
e Hirai de Suko, en la isla de Kabashima, en la región de
Kishima. Antes de ir hacia las líneas enemigas, abrazó a su
hijo Shihibu (sobrenombrado más tarde Jin´emon) en el
jardín y le dijo: "Cuando seas mayor consigue el honor por la
Vía del Samurai." Desde entonces, incluso cuando loshijos
de su familia eran muy jóvenes, Yamamoto Jin´emon los
reunía y les decía: "Creced y sed guerreros valerosos, sed
diligentes hacia vuestro Señor." Y añadía. "Es bueno
murmurar estas cosas a sus oídos incluso si son demasiado
jóvenes para comprender." Cuando Sahei Kiyoji, hijo
legítimo de Ogawa Toshikiyo, murió, era muy joven. Entre
los Samurais hubo un hombre que fue al templo corriendo a
hacerse Seppuku.
Asir la Ocasión
Cuando Taku Nagato No kami Yasuyori murió, Koga
Yataemon dijo que, al no haber podido devolver a su amo
todos los beneficios que le había dado, iba a hacerse el
Sepukku. Kenshin Uesugi hizo un día el comentario
siguiente: "Yo no conozco recetas para asegurar la victoria.
Lo que yo sé es que hay que asir toda ocasión y no dejarla
escapar jamás." Este comentario no carece de interés.
Dominar a sus Aliados
"Lo que es llamado vencer es, en primer lugar, dominar a sus
aliados", decía Narutomi Hyogo. "Dominar a sus aliados es
dominarse y dominarse es controlar rigurosamente el cuerpo.
Si uno se encuentra en una situación comparable a un
hombre rodeado de diez mil aliados, ninguno de los cuales le
seguiría. Si no se ha sabido previamente dominar el espíritu
y el cuerpo uno no puede vencer a su enemigo" Cuando la
rebelión de Shibamara, aunque su armadura se había
quedado en el campamento, Shugo Echigen No Kami
Tanenao se lanzó a la batalla vestido solamente con un
Hakama y una blusa (haori). Se dice que fue encontrado
vestido así. Cuando tuvo lugar el ataque al castillo de
Shibamara, Tazaki Geki revistió una armadura,
espléndidamente vistosa. El Señor Katsushige se vio
contrariado por ello ydesde entonces, cada vez que notaba
algo excesivo, decía: "Es la misma cosa que la armadura de
Geki". Teniendo en cuenta esta anécdota, las armaduras y los
equipos militares demasiado vistosos pueden ser
considerados como señales de debilidad y de falta de fuerza.
Revelan la verdadera naturaleza del que los lleva. Cuando
Nabeshima Hizen no Kami Tadanao murió, el Samurai Ezoe
Kimbei tomó sus restos mortales y los hizo consagrar en el
monte Koya. Luego se retiró a un lugar apartado, esculpió
una estatua de su amo y otra representándole a él haciendo
una reverencia ante su amo. A raíz del primer aniversario de
la muerte de Tadanao, volvió a su casa y se hizo Sepukku.
La estatua fue trasladada más tarde del monte Koya al
Koenji. El Señor Mitsushige tenía en su guardia personal un
Samurai llamado Oishi Kosuge. Cuando el Señor iba a su
otra residencia de Edo, Kosuge tenía la costumbre de dar
vueltas constantemente por sus apartamentos. Cuando
consideraba que una zona era peligrosa, desenrollaba allí una
estera y pasaba la noche velando. Si llovía, tenía por abrigo
solamente un gran sombrero de bambú y un vestido aceitado;
protegido de esta manera, permanecía de pie y vigilaba el
lugar a pesar de la lluvia que lo calaba. Hasta que murió no
faltó una sola noche a esta regla de prudencia. A la edad de
cinco años, a petición de Jin´emon, su padre, Yamanoto
Kichizaemon mató a un perro con un sable; a la edad de
quince años tuvo que ejecutar del mismo modo a un
criminal. Era la costumbre de la época. Es así cómo el
SeñorKatsushige, todavía muy joven, mandado por el Señor
Katsushige, todavía muy joven, mandado por el Seor
Naoshige ejecutó a más de diez condenados sucesivamente.
Esta práctica era muy corriente en las clases altas desde
hacía mucho tiempo pero ahora ni siquiera los hijos de las
clases inferiores proceden a este tipo de ejecución y ello es
una negligencia grave. Decir que se puede vivir sin haber
tenido el mérito de matar a un condenado, pues se trata de un
crimen, de una vileza y de una mancilla, no es más que una
excusa. Más bien deberíamos pensar que son los que tienen
una débil virtud marcial los que cuidan de no mancharse las
manos. Si uno sondea la mente de los que consideran
desagradables estas prácticas, se da cuenta que busca
excusas que invocan la razón, pues es demasiado sensible
para hacerlo. Sin embargo, Naoshige lo había ordenado
porque era una práctica conveniente. El año pasado, fui a un
lugar de ejecuciones llamado Kase para comprobar la
firmeza de mi mano y he encontrado que era una buena cosa.
Me encontré muy bien. Pensar que es impresionante es señal
de cobardía.
Vencer la Enfermedad
Las enfermedades y cosas semejante se vuelven graves
debido a nuestros propios sentimientos. Yo nací cuando mi
padre tenía setenta y un años y por eso yo era un chico
enfermizo. Pero debido a que tenía el deseo de ser útil,
incluso en una edad avanzada, probé la suerte cuando llegó
el momento y desde entonces nunca he estado enfermo. Me
he abstenido de sexo y he empleado cauterios de moxa. Esto
son cosas que indiscutiblemente tienen efecto. Hay un
proverbio que dice que incluso aunque uno queme un
"mamushi" siete veces, retornará a su forma original. Esto es
mi gran esperanza. Siempre he estado con una idea: ser
capaz de realizar el deseo de mi corazón, el cual es renacer
siete veces como miembro de mi clan. Yamamoto Jin´emon
dice que lo mejor para un Samurai es tener buenos
seguidores. Los asuntos militares no son asunto de una
persona sola, por más eficaz que intente ser. Dinero es una
cosa que uno puede pedir prestado de la gente, pero un
hombre bueno no es algo que aparezca repentinamente. Uno
debe mantener a un hombre amablemente y bien desde el
principio. Y tener seguidores significa no alimentarse sólo
uno mismo. Si se divide lo que tiene y alimenta incluso a la
gente de menor categoría, será capaz de guardar hombres
buenos.
Valentía
Se dice que al final de cada reunión de su clan, Oki Hyobu
decía: "Los jóvenes deben esforzarse en aumentar siempre su
determinación y su valentía. Esto sólo podrá hacerse cuando
la valentía esté enraizada en el corazón. Cuando el sable está
roto, hayque atacar con las manos. Cuando las manos están
amputadas, hay que servirse de loshombros. Cuando los
hombros están cortados, hay que morder el cuello de diez o
hasta de quince enemigo. Esto es realmente valentía."
Homosexualidad
Esto fue un comentario de Nakano Shikibu. Cuando uno es
joven, puede ser avergonzado toda su vida por actos
homosexuales. No comprenderlo es peligroso. Debido a que
nadie informa a los jóvenes sobre este tema voy a dar unas
indicaciones. Se debe entender que una mujer es fiel a un
solo hombre. Sus sentimientos van a una sola persona de por
vida. Si ello no es así, es lo mismo que sodomía o
prostitución. Es una vergüenza para un guerrero. Ihara
Saikaku ha escrito esta famosa sentencia que dice: "Un
adolescente sin un amante adulto es como una mujer sin
marido." Este tipo de persona es ridícula. Un joven tiene que
someter a prueba a un adulto por lo menos cinco años y si
está seguro de las intenciones de esta persona puede también
pedir las relaciones. Una persona ligera no entrará
profundamente en relación y luego abandonará a su amante.
Si uno puede asistir y entregar su vida el uno al otro,
entonces su naturaleza podrá ser averiguada. Pero si uno de
los dos no es honesto, el otro tiene que decir que hay
obstáculos a la relación y apartarse con firmeza. Si el
primero preguntaqué obstáculos hay, el otro tiene que decir
que no se lo dirá en su vida. Si el primero insiste, uno tiene
que enfadarse, si continúa apretando entonces hay que
matarlo. De ello se sigue que el hombre adulto tiene que
descubrir los motivos del joven en la manera descrita. Si el
joven se puede entregar él mismo y estar en esta situación
por cinco o seis años, entonces será de confianza. Ante todo
no se tiene que dividir un camino en dos. Hay que esforzarse
en seguir la Vía del Samurai. Hoshino Ryotetsu fue el
progenitor de la homosexualidad en nuestra provincia y a
pesar de que tuvo numerosos seguidores, instruyó a cada uno
de ellos individualmente. Edayoshi Saburozaemon fue un
hombre que comprendió el fundamento de la
homosexualidad. Un día, cuando acompañaba su amo a Edo,
Ryotetsupreguntó a Saburozaemon: "¿Qué es lo que has
comprendido de la homosexualidad?" Saburozaemon
contestó: "Es algo agradable y desagradable al mismo
tiempo." Ryotetsu estuvo contento por esta respuesta y dijo:
"Habéis reflexionado largo tiempo y con esfuerzo para
contestar de esta manera." Unos años después una persona
preguntó a Saburozaemon el sentido de esta respuesta.
Contestó: "Entregar su vida por otro es el principio básico de
la homosexualidad. Si esto no es así, es motivo de
vergüenza. Sin embargo, luego ya no habéis abandonado
nada por entregaros a vuestro amo. Por ello se dice que es
algo simultáneamente agradable y desagradable." En la
duodécima sección del capítulo cincuenta del Ryoan-kyo,
figura la siguiente anécdota: En la provincia de Hizen, vivía
un hombre originario de Taku. Tenía la viruela pero quiso, a
pesar de esto, reunirse con las fuerzas que salían para asaltar
el castillo de Shimaba. Sus parientes intentaron disuadirlo:
"Con una enfermedad tan grave, incluso si llegas allí, no
servirás para nada." "Estaré satisfecho incluso si muero en el
camino. Mi maestro me ha acogido en su generosa bondad.
¿Cómo podría yo ahora no serle de alguna utilidad?" Fue
hacia las filas enemigas. Era invierno y a pesar del frío no
cuidó de su salud. No se vistió más de lo acostumbrado y no
abandonó su armadura. No tomó remedios contra su
enfermedad. Pero acabó por restablecerse. Ocurrió, pues, lo
contrario de lo que se esperaba, no fue necesario estar a la
infección. Cuando el Señor Suzuki Shozo conoció esto, dijo:
"¿Acaso no es purificarse el sacrificar así su vida? Un
hombre que entrega su vida en nombre de la rectitud, no
tiene necesidad de invocar el Dios de la viruela. Todos los
Dioses del cielo lo protegen." Hace unos años, cuando hubo
una recitación de sutras en el Jissoin deKawakami, cinco o
seis hombres de Konyamachi y de los alrededores de Tashiro
se fueron a descansar y en el camino de vuelta decidieron
tomar unas copas. Un Samurai de la casa Kizuka
Kyuzaemon rehusó la proposición de sus compañeros y se
volvió para su casa antes de la caída de la noche. Durante esa
noche, sus compañeros quedaron envueltos en una pelea y
mataron a varias personas. El Samurai de Kyuzaemon lo
supodurante la noche y fue inmediatamente a habla con sus
compañeros. Escuchó su versión y dijo: "Supongo que vais a
hacer un informe. Os ruego que declaréis que yo estaba
presente y que he participado en el combate mortal. Yo diré
lo mismo a Kyuzaemon. Debido a que este combate nos
concierne a todos, yo haré frente a la muerte con todos
vosotros. Tal es mi deseo más profundo. De hecho, si yo
dijera a mi amo que he vuelto más pronto, no me creería;
Kyuzaemon es un hombre severo. Incluso si los
investigadores me disculpan, me hará ejecutar delante de sus
ojos por cobardía y sería lamentable que yo muriera con
mala reputación. Morir por morir, lo prefiero por haber
matado a alguien. Si no aceptáis, me clavo el sable en el
vientre ahora mismo." No teniendo elección, aceptaron.
Cuando se hizo la investigación, las verdaderas
circunstancias fueron descubiertas y se supo que el Samurai
había vuelto pronto a su casa. Los investigadores quedaron
muy impresionados y lo homenajearon. Sólo me han contado
los grandes rasgos de esta historia. La estudiaré en detalle
luego. Nabeshima Aki No Kami estaba comiendo cuando
llegó un visitante y tuvo que dejar su plato tal cual. Poco
después, uno de sus servidores se sentó delante de la bandeja
y comenzó a comerse el pescado frito. Justo en ese momento
llegó el Señor Aki y sorprendió al sirviente, que escapó,
atemorizado. El Señor Aki gritó: "Hace falta una mentalidad
de esclavo para comer en el plato empezado por otra
persona." Se volvió a sentar y acabó su plato. Esta historia
fue relatada por Jin´emon. Se cuenta que este servidor fue
uno de los que se suicidó cuando murió su amo. Ichiguyen
era un pequeño servidor a las órdenes del Señor Takanobu.
Debido a un desacuerdo que tuvo respecto a la lucha, mató
con su sable a siete u ocho hombres y fue condenado a
hacerse el Seppuku. Cuando el Señor Takanobu lo supo, usó
su clemencia y dijo: "Nuestra nación conoce ahora una época
tumultuosa. Los hombres bizarros son de una gran
importancia y este hombre parece tener una gran bizarría."
Porello, cuando tuvieron lugar los combates a lo largo el río
Uti, el Señor Takanobu se llevó a Ichiguyen con él. Aquél
alcanzó una gloria sin igual al precipitarse a la vanguardia
enemiga y diezmarla a cada carga. En la batalla de Tagaki,
Ichiguyen se adentró tanto en las filas enemigas que el Señor
Takanobu, preso de remordimientos, tuvo que llamarlo de
vuelta. Desgraciadamente, su vanguardia no pudo avanzar y
sólo fue echándose el mismo en la batalla que pudo coger el
brazo de Ichiguyen. Su cabeza tenía y numerosas heridas que
había cuidado aplicando hojas sostenidas con una fina
servilleta. Cuando Fukuchi Rokurouemon abandonaba el
castillo, el palanquín de una dama que parecía ser de alto
rango pasó delante de la mansión del Señor Tabu y el
hombre de guardia hizo las salutaciones con esmero. Sin
embargo, un portador de alabarda que acompañaba el
palanquín lo interpeló y dijo: "No te has inclinado lo
suficiente" y lo golpeó con el puño de la alabarda. El guardia
tocó su cabeza y notó que sangraba. Se levantó y dijo:
"Habéis cometido una acción degradante cuando yo he sido
cortés. Es una desgracia." Y mató al portador de la alabarda
de un solo tajo de su sable. El palanquín continuó su camino,
Rokurouemon levantó su lanza y dijo: "Envainad vuestro
sable, está prohibido desenvainar el sable en el recinto del
castillo." El hombre contestó: "Lo que acaba de ocurrir era
inevitable y las circunstancias han sido las que han dictado
mi conducta. Os habréis probablemente dado cuenta de ello.
Deseo volver a envainar pero me es difícil hacerlo dado el
tono de vuestra voz. Estaré contento de contestar a vuestro
desafío." Rokurouemon bajó inmediatamente su lanza y dijo:
"Sois razonable. Yo me llamo Fukuchi Rokurouemon.
Testificaré que vuestra conducta ha sido ejemplar. Más aún,
os sostendré a riesgo de mi propia vida. Ahora, os ruego que
envainéis vuestro sable." "Con sumo placer." Dijo el guardia
y envainó. Dijo servir a Taku Nagato No Kami Yasuyori.
Por esto Rokuroemon lo acompañó y relató los hechos. Sin
embargo, sabiendo que la Dama del palanquín era la esposa
de un noble, el Señor Nagato le ordenó hacerse Seppuku.
Rokurouemon dijo entonces: "He dado mi palabra de
Samurai. Si este hombre es culpable voy a cometer Seppuku
yo el primero." Se cuenta que esta historia terminó sin otras
consecuencias. Un grupo de hombres se había reunido un día
en la plaza de la Ciudadela interior del castillo cuando
alguien dijo a Uchida Shouemon: "Se dice que enseñáis el
arte del sable, pero si se os juzga por vuestro
comportamiento cotidiano debéis de carecer de pulcritud. Si
se os pidiera ser el asistente de un Seppuku tengo la
impresión de que en vez de cortar la base del cuello,
cortaríais la coronilla." Shouemon replicó: "Tal caso no es
cierto, dibuja un pequeño punto con tinta en la base de tu
cuello y te voy a mostrar cómo puedo cortarlo sin errar ni el
espesor de un cabello." Camino de Tokaido, Nagayama
Rokurozaemon se detuvo en Hamatsu. Cuando pasaba
delante de un albergue, un mendigo se aproximó a su
palanquín y dijo: "Soy un Ronin de Echigo, no tengo dinero
y estoy en dificultades. Los dos somos Bushi. Os ruego que
me ayudéis." Rokurozaemon se enfadó y dijo: "Es insultante
decir que los dos somos Bushi. En vuestro lugar, ya me
hubiera clavado el sable en el vientre, en vez de continuar
errando, exponiendo vuestra vergüenza; cortaos ahora
mismo el estómago." Se dice que el mendigo se alejó. En el
curso de un Seppuku ritual, el asistente cortó la cabeza
teniendo cuidado de dejar un pequeño trozo de carne de
manera que la cabeza no quedara separada completamente
del tronco. Un observador oficial declaró: "No se ha
acabado." El Kaishaku, furioso, cogió la cabeza, cortó el
trozo de carne, levantó la cabeza a la altura de sus ojos y
dijo: "¡Mirad!" Fue bastante impresionante. Era una historia
del Señor Sukeemon. Antaño ocurría que la cabeza "volara".
Se dijo entonces que más valía dejar un pequeño trozo de
carne que impidiera a la cabeza ser proyectada sobre los
Oficiales. Ahora, la costumbre es cortar completamente la
cabeza. Un hombre que había cortado cincuenta cabezas dijo
un día: "Algunas veces el tronco de un cuerpo cuya cabeza
habéis cortado no os deja indiferente. Para los tres primeros,
o notáis nada; al cuarto o quinto ya empezáis a sentir algo.
Como este punto es de una extrema importancia, si os
decidís a cortar cabezas, tenéis que hacerlo sin cometer
ningún error." Cuando el Señor Nabeshima Tsunashige era
niño, Ivamura Kuranosuke fue el encargado de cuidar de él.
Un día, Kuranosuke, viendo que se habían colocado
monedas de oro delante del joven Tsunashige, preguntó al
servidor: "¿Por qué razón están aquí estas monedas?" El
servidor contestó: " El Amo acababa de saber que le habían
hecho un regalo y como no lo había visto todavía, yo se lo he
traído." Kuranosuke criticó fuertemente al servidor y dijo:
"Colocar tales objetos delante de una persona importante es
de mal gusto. Cuidad de que no estén jamás delante del hijo
del Señor. Los servidores deben ser vigilantes." Otra vez, el
Señor Tsunashige, que tenía entonces veinte años, se dirigía
a la hacienda de Naeskiyama para divertirse. Cuando el
cortejo llegaba cerca de la hacienda, pidió un bastón para
caminar. El encargado de la guardia de sus sandalias, Miura
Jibuzaemon, le fabricó uno con un palo. Koranosuke lo vio,
se apoderó rápidamente del bastón y reprendió ásperamente
a Jibuzaemon: "¿Acaso deseas que nuestro joven amo se
vuelva blando? Darle este bastón, incluso si lo reclama, es
una negligencia." Jibuzaemon fue ascendido más tarde al
rango de Teakiyari y Tsunetomo lo aprendió directamente de
él. Cuando Sagara Kyuma fue ascendido al rango primer
ordenanza, dijo a Nabeshima Heizaemon: "Por una razón
que yo ignoro el Amo me concede cada vez más confianza y
acaba de nombrarme para un puesto elevado. No teniendo
personalmente ningún servidor, me temo que mis asuntos
padezcan por ello. Es por eso que os pido el favor de que me
deis a vuestro servidor akase Jibusaemon." Heizaemon le
escuchó y contestó: "Acepto y es un honor para mí que os
hayáis fijado en mi servidor." Cuando comunicó a
Jibusaemon la noticia, éste dijo: "Pienso que mi deber es
llevar personalmente mi respuesta al Señor Kyuma." Fue a
su casa y tuvo una entrevista con él: "Pienso que es un gran
honor haber sido tanteado para ser vuestro servidor, pero un
Samurai no sabría cambiar de Amo. Tenéis un rango
elevado, estaría colmado si me volviera vuestro servidor
pero al mismo tiempo sería un deshonor. Heizaemon es de
un rango menor, la vida es difícil para él, vivimos de sopa de
arroz barato, sin embargo, es muy dulce. Os ruego que
toméis todo esto en cuenta." Kyuma quedó muy
impresionado por esta actitud.
Nakano Jinemon acostumbraba a decir: "Un hombre que
sólo sirve a su Señor, si es tratado con bondad no es un
Samurai. El que lo sirve cuando es duro e irracional, éste es
un Samurai. Debéis impregnaros de este principio."
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