ROSITA.
¿Has bebido mucho?
¿Por qué no te echas una siestecita?
CRISTÓBAL.
Me pondré a dormir
para ver si despierta mi colorín.
ROSITA. Sí, sí, sí, sí, sí, sí. (Cristóbal ronca. Entra Currito y se abraza a Rosita y se oyen unos enormes
besos.)
CRISTÓBAL. (Se despierta.) ¿Qué es eso, Rosita?
ROSITA. ¡Ay!, ¡ay!, ¡ay! ¿No ves qué luna tan grande hay? ¿Qué resplandorrrrrrrrr? Es mi sombra.
¡Sombra, vete!
CRISTÓBAL. ¡Vete, sombra!
ROSITA. Qué molesta es la luna, ¿verdad, Cristóbal? ¿Por qué no te echas otra siestecita?
CRISTÓBAL.
Voy a descansar
para ver si despierta mi palomar.
ROSITA. Ya, ya, ya, ya, ya. (Aparece el Poeta, se pone a besar a Rosita y se despierta Cristóbal.)
CRISTÓBAL. ¿Qué es eso, Rosita?
ROSITA. Como hay tan poca luz no percibes. Es, es... el aparato de hacer encaje de bolillos. ¿No ves cómo
suena? (Se oyen besos.)
CRISTÓBAL. Me parece que suena demasiado.
ROSITA.
¡Vete ya, aparato!
¿Verdad, Cristobita?
¿Por qué no te echas otra siestecita?
CRISTÓBAL.
Voy a descansar
para que mi palomo pueda reposar.
(Aparece el Enfermo por otro lado y doña-Rosita lo besa también.)
CRISTÓBAL.
¿Qué es eso que siento yo?
ROSITA.
Es que ya empieza la puesta del sol.
CRISTÓBAL. (Brrrrr.) ¿Qué es eso? ¿Has sido tú?
ROSITA. No te pongas así. Son las ranas del estanque.
CRISTÓBAL. Serán. Esto se acabó y se requeteacabó. Brrrrrrrrr.
ROSITA. Pero no grites. Son los leones del circo, son los maridos ultrajados que hablan en la calle.
MADRE. ¡Rositaaaaaaa! Aquí está el médico.
ROSITA. ¡Ay!, el médico. ¡Ay!, ¡ay!, ¡ay!, ¡ay!, mi barriguita.
MADRE. Mal hombre, perro. Por tu culpa ahora nos tendrás que dar todo tu dinero.
ROSITA. Todo tu dinero. ¡Ay!, ¡ay!, ¡ay! (Se van.)
DIRECTOR. Cristóbal.
CRISTÓBAL. ¿Qué pasa?
DIRECTOR. Baje usted en seguida, que doña Rosita está enferma.
CRISTÓBAL. ¿Qué tiene?
DIRECTOR. Está de parto.
CRISTÓBAL. ¿De partoooooo?
DIRECTOR. Ha tenido cuatro niños.
CRISTÓBAL. ¡Ay! Rosita. Me las pagará. Mala mujer. Con cien duros que me has costado. Pin, pan, brrrr.
(Rosita grita en esta escena dentro.)